Sin embargo, mientras leía y releía cada párrafo, no podía evitar pensar en que tú, señorita, también amarías encontrar ese hombre ideal que en vez de perderse en la pantalla de su celular, se sumerge en el mar de palabras del libro que devora silenciosamente. Por eso es que te aconsejo sin duda alguna que busques salir con un chico que lee. Ese joven callado que acostumbra pasar inadvertido y al que siempre encuentras degustando las páginas amarillentas de un ejemplar desgastado. Ese hombre de rostro serio que ves en un café o en un centro comercial, acompañado de una buena novela y una bebida helada. Invítalo a salir, será toda una aventura que valdrá la pena.



Sal con un chico que lee. Porque es la garantía de una biblioteca en su casa reservada sólo para ti. Porque con cada libro que se obsequien entre ambos, irán alimentando la librería que desearán tener en un pequeño apartamento lleno de fantasía en París, Roma, Londres o Madrid. Porque un chico que lee solamente discutirá contigo sobre los personajes de Orgullo y Prejuicio, los hechizos que conocen del mundo pottérico o las sorpresas reveladas por George R. R. Martin. Y cada noche sin falta consumarán un acto de amor literario en el que la cadencia de su voz y tu respiración entrecortada se unirán al ritmo armonioso de una lectura emocionante que ninguno querrá dejar para el otro día.
Toma el riesgo, lectora. Cuando veas a un chico que lee en el transporte o en el parque, acércate y pregúntale por la historia que tiene entre manos. Háblale de Wilde, Poe o Zafón. Y luego invítalo a salir. Yo recomendaría visitar una librería. Te lo garantizo: nada hace más feliz a un lector que ir a ver libros en compañía de una dama. Ver a una mujer observando y acariciando páginas es como el paraíso. Un mágico paraíso literario para el chico que lee.
Jef Volkjten