Primeros años y juventud
El nacimiento de Saladino se estima hacia el año 1137 ó máximo en el 1138. Como es obvio, la historiografía sea occidental o musulmana, carecen de fuentes exactas debido al difícil contexto en el que vivió este gran líder militar. La tierra que lo vio nacer fue Tikrit, que actual queda en Irak bajo el nombre de Salah a Din, es decir Salahadin, en honor a este caudillo musulmán. Su familia era kurda proveniente de Armenia, y ese pueblo se dedicaba a ofrecer sus servicios como mercenarios en medio oriente. No les iba bien, sin embargo, al final sus parientes se colocaron bajo el servicio de Zengi, el señor musulmán de Mosul y Alepo, alguien quien valoró mucho mejor los servicios del linaje. Este señor, o sea Zengi, era dueño de Mosul y Alepo, colocando en serios aprietos a los cristianos en aquellas zonas, tratando de expulsarlos de medio oriente. La familia de Saladino entonces se colocó fielmente bajo sus órdenes, y si bien no los unía una etnia, sí la religión. En conclusión podemos deducir que la niñez y la adolescencia del caudillo se pasaron entre una migración forzosa hasta la subsistencia como soldado a las órdenes de Zengi. Esto hizo que desde temprana edad, Saladino esté familiarizado con el arte de la guerra. De todos modos uno de sus biógrafos, Al Wahrani, alega que fue instruido en muchas artes, además de ciencia, filosofía y teología musulmana. Obviamente los historiadores occidentales, como es común en este tipo de casos, ponen en tela de juicio dichas afirmaciones por cuestiones euro-centristas y hasta religiosas. Sin embargo, cuando Saladino se convirtió en todo un caudillo, sus mismos adversarios cristianos los admiraban pues era muy culto e hidalgo, lo que reflejaba una educación muy buena.
El ascenso al caudillaje
Cuando Zengi murió en el año 1146, accedió al poder su hijo llamado Nur al Din. Este continuó necesitando de los servicios de la familia de Saladino, y debido a los éxitos obtenidos en Siria contra cristianos y nómadas, prosiguieron las buenas relaciones. Bajo este contexto, el joven acompaña siempre a los caudillos y generales, sobre todo a su tío, Shirkuh, probablemente uno de los mejores generales de Nur al-Din, aprendiendo todo lo que pudo. Debilidades del enemigo, tácticas de combate, suministros para la tropa y métodos para sobrevivir en climas hostiles. En el año 1164, los sucesos acaecidos en la antigua tierra de faraones terminaron por sellar el destino del joven. Nur al-Din entró en conflicto con Egipto y Saladino fue enviado allí con su tío. La guerra se ganó y se colocó a Shawar en el trono, tal cual Nur al-Din, su aliado, así lo quería. Sin embargo éste último era temerariamente ambicioso, y no quiso retirar sus efectivos de Egipto a pesar de la cuantiosa paga, por lo cual Shawar se convirtió en su enemigo y esta vez, pidió ayuda a los cristianos, concretamente a Amalarico, rey de Jerusalén. Fue así entonces que el enfrentamiento que había comenzado entre musulmanes, terminó envolviendo a los cristianos. La batalla se llevó a cabo cerca al río Nilo al este de Guiza. No se sabe exactamente la posición de Saladino, o bien fue el flanco derecho, o como prefieren las fuentes musulmanas, estuvo en el centro. El resultado fue un rotundo éxito para los islámicos, y el joven caudillo tuvo la oportunidad de por primera vez, demostrar que tenía grandes dotes militares. Poco después él y su tío marcharon a Alejandría, donde se cuenta fueron recibidos apoteósicamente. Los cristianos hubieron de retirarse debido a que Nur al Din atacó Siria. En los años siguientes, debemos ubicarnos hacia el 1167, los efectivos de tío y sobrino, es decir Shirkuh y Saladino volvieron a arremeter contra Egipto colocando en serios aprietos a Shawar y a Amalarico, los cuales libraron una guerra en dos frentes. La resistencia del visir Shawar en las tierras egipcias fueron inútiles.
Saladino se quedó en Alejandría mientras su tío marchaba hacia El Cairo. Después de esto, sin más remedio tanto Amalarico y el citado visir se vieron obligados a recurrir a la diplomacia. Sin embargo, el rey de Jerusalén también atacó Egipto y traicionó a Shawar. Sin más remedio se ve obligado a pedir ayuda al sultán de Siria. Éste envía a Shirkuh que iba acompañado de Saladino, quien sabía que la guerra podía ser fatal. Amalarico, sin embargo, al darse cuenta de su desventaja, pactó con tío y sobrino retirándose. Estos dos últimos ingresaron a El Cairo en medio de gran aceptación de la población y Shawar fue hecho prisionero siendo condenado a muerte. Entonces Shirkuh obtuvo el título de visir y Saladino permaneció con él, prácticamente como el segundo en el cargo.
Saladino se convierte en caudillo y avanza sobre Siria
Era el año 1169 y Shirkuh había conseguido tener el cargo de visir representando al califa de Egipto Al Adid, y del sultán sirio. Sin embargo, murió en marzo de ese año, y Saladino pasó a ser su sucesor, no sólo por cuestiones familiares sino porque se sabía de sus grandes dotes militares, además de gozar de una hidalga personalidad. Tal parece que esta fue una razón mucho más poderosa que cualquier otra, pues Al Adid era chiita, y Saladino era sunita. Pese a todo, esto puso al joven caudillo en una encrucijada. ¿A quién le debía más?, ¿a quién debía fidelidad?, ¿acaso a Nur al Din o a Al Adid? A decir verdad, Saladino no la pasó nada bien, casi desde que fue nombrado visir. Para empezar el ejército del califato temía que este “suní”, acabe con ellos y la entidad política, así que intentaron asesinarlo, pero fallaron y la guerra comenzó. El Ejército Egipcio, según la tradición, compuesto por hombres de raza negra y valorizada entre 40 mil a 50 mil efectivos, atacó a Saladino. Sin embargo, gracias a sus tropas aún fieles pudo reprimir el ataque. A la par recibía ataques provocativos de los cristianos. Como era de esperarse, trató de expandir el culto al sunismo en Egipto, dando cierta tolerancia a los chiitas, ganándose así a la población.
Inteligentemente, se encargó de hacer pactos con las noblezas y sectores económicos fuertes del califato fatimí y además con los judíos y hasta cristianos que vivían en su territorio. Esto, claro está, le dio una gran popularidad. Siguió manteniendo contacto con Nur al Din quien se dice lo tentaba para que derroque al califa fatimí.
Una vez bien asentada su posición en Egipto como visir, Saladino empezó a atacar territorios cristianos impunemente. Pero Nur al Din, no estaba interesado en eso, sino más bien en ver muerto al califa fatimí Al Adid. Llevado por la honestidad Saladino se opuso a hacer cualquier cosa. Era inicios de 1171 cuando ambos aliados se debatían secretamente sobre esto. No tuvieron que esperar mucho, pues el califa murió el 17 de junio de 1771 y así el Califato Fatimí pasó a ser el Abbasi. Egipto entonces se hizo eminentemente suní. De todos modos, Saladino seguía estando sujeto a Nur al Din reconociendo su autoridad en Siria, pero no en Egipto. Si bien el caudillo desde la antigua tierra de faraones, trató de evitar la guerra con su homologo al que le había sido tan fiel durante tantos años, sospechaba que sólo quería usarlo para así poder acabar con los cristianos-cuyos dominios estaban en medio de ambos musulmanes-y luego adherir Egipto como parte de sus territorios.
En los años siguientes Saladino aseguró las fronteras de su nuevo califato tanto al oeste de los libios como de los mismos cristianos, así como también del mismo Nur al Din, con quien ya se enfrentaba indirectamente. Éste le pidió indemnizaciones a causa de las guerras que Shirkuk, el recordado tío de Saladino había emprendido, y este cumplió, pero el conflicto entre ambos era cuestión de tiempo.
Empero el 15 de mayo de 1174, Nur al Din moría, siendo sucedido por su hijo de tan sólo once años, llamado as Salih. Saladino entonces tenía la independencia para rastrillar los reinos cristianos que se hallaban a la mitad del camino y tomar Siria por la fuerza. Por el contrario podía esperar una invitación del joven heredero. Pero en Damasco, la capital del reino donde se hallaba el niño, ya muchos en su corte se peleaban por el poder. Saladino, como una marea terrible, cruzó raudamente toda Palestina e ingresó a dicha ciudad donde fue homenajeado. Allí dejó a su hermano Tughtigin como responsable mientras él marchó al norte con el fin de tomar ciudades que antes habían sido de Nur al Din. Tuvo éxito y cayeron ante él, Harna, sin embargo se vio frustrado al tratar de conquistar la fortaleza de Homs. Luego intentó tomar Alepo, pero comenzaron las traiciones entre los propios musulmanes y as Salih, pidió ayuda a los “asesinos”, una secta fatimí enemistada con el caudillo. Pese a todo, la querella fue descubierta y Saladino se salvó de suerte. Harto de intrigas, regresa con sus tropas fieles a Hama y luego marcha a Homs, donde en esta ocasión sí pudo tomarla. Era marzo del año 1175. Esto le indicaba a la propaganda musulmana en su contra, que Saladino peleaba en nombre del Islam, y no a favor de sí mismo o de corrientes religiosas.
Uno de los últimos enemigos de Saladino nativos de medio oriente eran los pupilos de Saif al Din, los “zénguidas”, los cuales son aplastados en una batalla el 13 de abril del año 1175. Con esto, prácticamente todas las posiciones de Saladino tomadas hasta el momento dejaron de resistir y conspirar contra él. As Salih, de ahí en más pareció de pronto una mera figura decorativa. Pero Salif no quería rendirse y volvió a forzar un enfrentamiento, donde otra vez volvió a ser derrotado y consiguió salvar la vida por un pelo. A Saladino, mientras, le faltaba sólo una ciudad importante: Alepo. Se dice que le recibieron con las puertas cerradas. El caudillo y su fiel ejército que le consideraba invencible, marchó hacia Azaz en mayo del año 1176 para sitiarla. Allí volvió a salvarse por un pelo de un asesinato. Esta vez fue herido. La ciudad finalmente cayó en junio de ese mismo año, y acto seguido marchó contra Alepo, para castigar a Gumushtigin, rey de esta ciudad, y As Salih, pero piadoso como siempre. Saladino aceptó no tomarla y permitir que se queden con ella siempre y cuando reconociesen todas sus demás conquistas. Pero aún intrigaban contra él los “asesinos”, y para ello se dirigió hacia el Líbano. Pero a estos no se les pudo abatir y tal parece firmó una tregua con ellos, pues parecían unos samuráis musulmanes que lograron infiltrarse en su tienda y por poco asesinarlo. Al fin y al cabo no era la primera vez que se atentaba contra su vida, así que Saladino ya estaba acostumbrado.
Sus grandes campañas
Tras esto volvió a Damasco y dio un tiempo de descanso a sus tropas. En esta ocasión dejó a otro hermano, Turan Shah, a cargo del gobierno de Siria temporalmente y marchó a Egipto, donde se encargó de embellecer y repotenciar económica y militarmente al país. Uno de los primeros enfrentamientos con los cristianos fue la Batalla de Montgisard librada el 25 de noviembre del año 1177, donde Saladino fue derrotado. Eso significó entones la apertura de una nueva guerra, declarada total por los cristianos que veían con envidia los progresos del musulmán. Era 1178 y ese año sus tropas obtuvieron muchas victorias contra los occidentales, inclusive los islámicos dieron rienda suelta a su ira y casi no hubo prisioneros después de cada batalla. Siria al menos ese año estuvo algo tranquila, pero era porque los cruzados planeaban retomarla para dejar a Saladino solo contra Egipto y si es posible acabarlo allí mismo, en Asia menor. El enfrentamiento se llevó a cabo en abril del año siguiente, o sea 1179, conocida como Batalla de Marj Ayyun. En agosto de ese año Saladino vuelve a ganar la importante Batalla de Vado de Jacobo, en la cual aniquila los sueños de Balduino, el rey cristiano, para así poder construir un puente a través del río Jordán que facilitaba el acceso a Damasco. Previamente Saladino había ofrecido dinero a cambio de cancelar el proyecto que no fue aceptado por los cristianos. Al año siguiente los seguidores de Jesús y Mahoma firmaron una tregua, debido a que ambos bandos estaban exhaustos…pero… ¿se respetaría? Tuvo algunos enfrentamientos con los turcos y además trató de expandir buenas relaciones diplomáticas con los musulmanes de Mesopotamia con un éxito relativo. Regresó a El Cairo a inicios del año 1181. Allí además de continuar la organización de la antigua tierra de faraones, Saladino se dedicó, a combatir a los beduinos, quitándoles sus tierras, pues fueron acusados de negociar con los cruzados. A la par, la flota del gran Salahadin se hacía fuerte, pues sabía que tarde o temprano se vería obligado a ir a la guerra en contra de los cruzados y el mar sería un escenario ineludible.
Antes de que se dé inicio al conflicto definitivo contra los cristianos, Saladino debió enfrentar a los poderes en la zona de Mesopotamia. Allí, el príncipe zénguida, Izz al Din, había asumido recientemente el cargo tras la muerte de su hermano y predecesor en Mosul. As Salih hijo de Nur al Din murió en diciembre del año 1181, y su último dictamen fue que su familia se una a los zénguidas para poder frenar el creciente poder de Saladino. En los meses siguientes, éste tuvo un enfrentamiento con muchas etnias y naciones del oriente cercano tomando innumerables ciudades. Sólo Alepo seguía siendo su objetivo que hasta el momento se le había escabullido. Allí, el emir zénguida saqueaba urbes leales a Saladino. Por otro lado estaban los cruzados, los cuales hacían algo similar en los alrededores de Damasco. A eso hay que sumarle los actos de piratería de Reinaldo de Chatillon y su flota que azotó el Mar Rojo amenazando la península arábiga, con el fin de atacar Medina y profanar el cuerpo de Mahoma. Por fortuna tal aventura fue aniquilada por los musulmanes de aquellos laros, pero de todos modos, sorprendió que los cristianos se aventuren a tanto.
Saladino llegó a las puertas de Mosul en noviembre de 1182, un reducto zénguida, el cual resistió el sitio gracias a la ayuda del califa de Bagadada, An Nasir. A cambió tomó la ciudad de Sinjar y parecía que un enfrentamiento con Izz al Din era inevitable. Saladino aguardaba ya preparado en Harran. Sin embargo tras encontrarse ambos bandos, los aliados solicitaron la paz con el gran caudillo. Acto seguido, la ciudad de Amid cayó y puso a los zénguidas e Izz al Din en serios aprietos. Respecto a sus relaciones con el califa de Bagdad, el citado An-Nasir, Saladino intentó justificar sus avances alegando agresión contraria y que todo lo hacía en beneficio del Islam. Además dijo que Izz al Din dificultaba la yihad o guerra santa contra los cristianos. Prometió que si le entregaban Mosul, tomaría Jerusalén, Constantinopla y el Imperio Almohade que no reconocía la autoridad de Bagdad. El califa aceptó dudoso y declaró que de triunfar entregaría a Saladino varias urbes, incluida su natal Tikrit. Mosul empero, no estaba en la lista. A Saladino entonces le quedaba solamente Alepo. Tell Khalid, se rindió en mayo del año 1183, con tan sólo enterarse de que el caudillo ya estaba en macha. La rendición oficial se llevó a cabo el 12 de junio de ese mismo año, luego de que Saladino y los gobernantes de la urbe negociaran un tratado salomónico. Ahora desde allí, podía amenazar los ataques cruzados y definitivamente, había tomado una plaza que lo llevaría a una guerra inevitable contra ellos. Luego tomó Harim, del principado de Antioquía, arrebatándosela a Surhak un mameluco.
La guerra contra los cristianos y la Tercera Cruzada
A esta altura el nombre de Saladino era conocido para toda Asia menor y el oriente cercano. Tomó varias ciudades e hizo prisioneros. En primera instancia los cruzados de Guido de Lusignan y Saladino se dedicaron al juego del gato y el ratón tomando y dejando ciudades. Pero al caudillo musulmán le preocupaba sobre todo Reinaldo de Chatillón, quien gustaba de atacar caravanas entre Siria y Egipto, que nada tenían que ver con la guerra. Saladino atacó la fortaleza de éste último en Kerak, pero gracias al Raimundo, conde de Trípoli, se llegó a un acuerdo. Tras esto, el caudillo volvió otra vez a mirar a Mesopotamia donde consiguió dirigir ataques contra Mosul. Pese a todo esto le fue imposible, pues esta ciudad se había aliado con algunos gobernantes persas, y otras etnias. A eso hay que sumarle que tantas aventuras hicieron que Saladino caiga enfermo. De momento se estableció un tratado de paz con los cristianos y se preocupó más para frenar a los del Sultanato de Rüm.
Pero otra vez debió dirigir su mirada a los europeos, puesto que los ataques de Reinaldo de Chatillon rompían cualquier tregua, por ende el combate se hace inevitable. Así surgió la Batalla de los Cuernos de Hattin, rotundamente ganada para los musulmanes, destruyendo casi la totalidad de los ejércitos cruzados capturando a Guido de Lusignan, Reinaldo, y otros caballeros templarios importantes. Además les quitó la Vera Cruz, supuestamente el objeto donde fue crucificado Cristo. Sólo el citado Reinaldo fue muerto por manos del propio Saladino. Acto seguido tomó Galilea y Samaria, ya que casi todas las fuerzas cristianas restantes se retiraban a resistir en Jerusalén. Luego siguió Tiberiades, Acre, Arsuf, Nazaret, Cesarea, Haifa, y en el mar los musulmanes controlaban toda la costa Mediterránea con su flota llegada de Egipto.
Cayeron también entonces los puertos de Beirut, Biblos, Sidón y otros más. La única resistencia la ofreció Tiro. Saladino la dejó asediándola y marchó a tomar Ascalón y muchas otras urbes más. Parecía el fin de los reinos cristianos y el caudillo parecía un Alejandro musulmán, pues era invencible. Por fin, después de tantos años de lucha, Saladino alcanzaría la gloria. En octubre de 1187 Jerusalén y a pesar de la heroica resistencia de sus defensores. Balián de Ibelin, quien se encargó de su defensa, pidió que se respetara la vida de los cristianos, cosa que fue aceptada a condición de un impuesto.
Sin embargo Saladino fue hidalgo y respetó lugares privados de culto cristianos, si bien muchas iglesias fueron convertidas en mezquitas ipso facto. Además los musulmanes pagaron con su dinero la salida de muchos cristianos pobres en un acto de verdadera solidaridad. En octubre de 1187 la ciudad era ya de él. Los dos años siguientes Saladino consiguió afirmar su posición como gran caudillo pues tomó muchas urbes y pueblos, a excepción de Tiro la cual continuaba resistiendo admirablemente. Entre las que cayeron estaban Kerak, Safed, Belvoir, el Principado de Antioquía, Beaufort y otras más. Es así que el mundo cristiano se conmociona ante este hereje que los había derrotado y el papa Urbano III ordena la Tercera Cruzada. Las fuerzas venían de Alemania, Francia e Inglaterra. El primer acto de los aliados fue bueno y se recuperó San Juan de Acre. Pero el rey de Francia se retiró de la cruzada por discusiones ridículas con Ricardo Corazón de León, monarca de Inglaterra. El duque de Austria hizo lo mismo. El rey inglés y Saladino empiezan entonces las negociaciones para el intercambio de prisioneros, pero el europeo, cansado de esperar, ejecuta a todos sus cautivos. Sería Ricardo Corazón de León quien rompió el mito de invencibilidad de Saladino, pues lo derrotó en la Batalla de Arsuf librada en el 1191, y recuperó Jaffa. Pese a todo, debido a problemas en su país, el europeo debió volver y fijó una tregua con Saladino que duró unos tres años la cual aseguró una parte de la costa para los cristianos entre Tiro y la citada Jaffa. Sin embargo Jerusalén, no se recuperó. En los últimos años de su vida, Saladino, un caudillo honesto e hidalgo que había dado todo por los musulmanes, empezó a ser desprestigiado y finamente murió el 4 de febrero del año 1193 a causa de unas fiebres, no mucho después de la partida de Ricardo, sin pena ni gloria siendo enterrado en una mezquita de Damasco. Fue sucedido por su hijo Al Afdal, de varios que tuvo, quien continuó con la dinastía ayyubí que su valeroso padre había instaurado en vida con tanto esfuerzo.