Revista Opinión

Salir de la mediocridad

Publicado el 31 enero 2012 por Vigilis @vigilis
Algo que se repite mucho en esta época, es la confusión entorno al "cómo". De vez en cuando, en una conversación, sale a la luz que no sabemos cómo funciona el microondas, la nevera, el ordenador, La Ciudad de Dios o los seguros de impago. Resulta evidente, que en nuestra sociedad, los individuos estamos hiperespecializados. El ámbito de conocimiento exacto sobre temas, metodologías o herramientas es en general limitado si tomamos como muestra a cualquier subgrupo humano. Así, tenemos:
  • Una inmensa mayoría que prácticamente no sabe nada.
  • Una minoría mayoritaria que sabe mucho de uno o dos temas, metodologías o herramientas.
  • Una minoría inconexa que conoce más de dos temas, metodologías o herramientas.

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Programando el ENIAC

Por las mismas razones por las que se busca una especie de hiperdemocracia, parece que todo responde a cubrir las necesidades del primer grupo, de la mayoría. Por lo tanto, como no hay incentivos para que las cosas sean explicadas, no se explican. O se explican demasiado en una ceremonia de la confusión de la que no sacar ninguna conclusión ni conocimiento útil. La minoría inconexa resulta inútil para el conjunto de la sociedad, por lo que tendrá muchos incentivos para aparentar formar parte de uno de los dos primeros grupos. Se puede señalar que este grupo no tiene incentivos económicos o de promoción social para eliminar las piedras en el camino y abrirse paso. Así pues, se puede afirmar que existe una enorme capacidad de cálculo que simplemente no se explota.

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En Bauchi, Nigeria, existen varios programas de ayuda a la comunidad. (Leer más)

Esto no es una queja, es una constatación: es imposible crear un modelo teórico de información y comunicación que rinda el 100% de las capacidades de cálculo de un grupo humano. Está en nuestra naturaleza: es imposible ordenar a la gente sobre un megatablero de ajedrez.
Al mismo tiempo, cada persona no se define únicamente por lo que va adquiriendo, sino que también le influye su situación personal, social e histórica. La herencia, en el amplio sentido de la palabra.
¿Estamos condenados a la mediocridad?
La forma más a mano que tenemos para avanzar en esta pregunta, está en las experiencias socialistas. Los experimentos terribles que se llevaron a cabo en países socialistas, nos muestran cómo se intentó varias veces acumular a toda la población entorno a una idea u objetivo. Todos los intentos fracasaron, con un alto coste en vidas humanas. Por lo tanto, evitar la mediocridad por medio del control absoluto lo podemos descartar. En primer lugar lo descartamos por inhumano, y en segundo, porque simplemente no funciona. Nótese que aunque funcionara, si el precio a pagar es tan solo una vida humana, ya no podríamos tenerlo en cuenta.
¿Y el caso contrario? Tal vez si evitamos cualquier tipo de "dirigismo" social y económico, consigamos sacar lo mejor de la gente, esto es, obtener la mayor capacidad de cálculo posible, la mejor eficiencia energética contando las calorías consumidas per cápita y la mayor cantidad de información circulante. Lamentablemente esto no lo podemos saber porque nunca se ha dado. Ni en el Paleolítico, ni en el Lejano Oeste, ni en la Irlanda altomedieval. Es más, en los periodos en los que más nos acercamos a no tener ningún tipo de control social o dirigismo, se han tenido también mayores ineficiencias y también una pérdida inútil de vidas humanas.
Comparando la situación de diversos grupos humanos a lo largo de la historia con el momento actual, bajo cualquier metodología de análisis, estamos en el mejor momento posible. Me refiero al conjunto de la humanidad, ya que por diversas causas (guerras, epidemias, comunismo...), una sociedad puede perder prosperidad, calorías consumidas per cápita, salud, etc. en un momento dado. Pero como digo, ahora estamos, en conjunto, en nuestro mejor momento.

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Calorías per cápita

¿Qué modelo es el que ha llevado a esto? Pues ni frío ni calor. Ni un control absoluto de la sociedad, ni un libre albedrío absoluto. Es normal que así sea: un extremo se intentó y no funciona y el otro extremo no se intentó porque simplemente no puedes convencer a todo el mundo de que se ponga a intentarlo, y además, está en nuestra naturaleza y en la memoria del pasado que llevamos marcada a fuego, un comportamiento que siempre tratará de establecer enemigos (y por lo tanto, control).

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How are income and happiness related?

Solamente en los últimos ciento cincuenta años, se ha puesto sobre la mesa la confrontación de estos dos modelos extremos. En el siglo pasado se intentó con ganas el triunfo de un modelo, al final, parece que triunfó el modelo intermedio.
Por supuesto que esto no significa que hayamos llegado al fin de la historia. Vivimos en una época en que los que piensan sobre el pensamiento nos dicen que hemos llegado arriba, que está todo inventado. No todos lo dicen, vale, pero se escucha mucho. Y precisamente estos caen en la trampa de no tener en cuenta el polvo de la dehesa. Si la historia humana es la historia del descubrimiento y por tanto, la historia de poner encima de la mesa cada vez más información, sólo podremos sacar como conclusión que habrá otras soluciones nuevas.
Sospecho que el truco reside en seguir preguntándonos los "cómos" y no tanto los "por qués". De un cómo siempre sacas una respuesta, de un por qué, no necesariamente. Además a quién no le pone de los nervios una situación como la siguiente:
-Parece que te gusta la tarta, ¿quieres más?
-No.
-¿Por qué?
-Porque no.
-Pero, ¿por qué?
-Porque no, ya te lo he dicho.
Este tema también se puede ver desde la termodinámica y la entropía. Es más, creo que casi cualquier cosa (no cuántica) se puede explicar con las leyes de la termodinámica en la mano. Lo que me lleva a pensar que de la crisis no nos sacarán los economistas, sino los físicos. Quizás haya que desarrollar una nueva disciplina, una especie de neurotermodinámica, que aúne la psicología social, la economía, la física clásica... no sé, pero algo hay que hacer: repetir siempre lo mismo y esperar resultados distintos es la definición de locura y yo ya estoy harto de ver a ancianos encaramarse a los contenedores de basura buscando un mendrugo de pan.

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