El guionista y director Mariano Luque tiene la rara cualidad de exponer, en apenas hora y media, la crudeza de un conflicto de violencia doméstica sin mencionarlo y casi sin mostrarlo. De hecho, un ojo morado es el disparador (y acaso la única prueba visible de abuso) del relato ambientado en un contexto recreacional: dos días de camping en las sierras. Además de título del film, Salsipuedes es el nombre de la localidad cordobesa donde -suponemos- transcurre la acción, y que evoca la situación de encierro o difícil escapatoria que enfrenta Tutuca, como la mayoría de las mujeres golpeadas.
La elocuencia de los silencios intra-familiares constituye el otro gran tema de este largometraje proyectado dos años atrás en el marco del 14° BAFICI, y que hoy jueves desembarca ¡lamentablemente! en una única sala porteña*. La ausencia de parlamentos extensos y explícitos permite valorar aún más las excelentes actuaciones de Mara Santucho (da gusto reencontrarla en un rol protagónico después de su participación en Lengua materna), Marcelo Arbach, Camila Murias y Mariana Briski (aunque un poco joven para el rol de madre/suegra negadora, su desempeño resulta memorable).
El guión es encomiable por su capacidad de síntesis y de versatilidad a la hora de transmitir el clima de violencia contenida en un ámbito de pretendida distensión. Sin dudas, ésta es una de esas raras películas que eligen -y saben- explotar la contundencia de los pequeños gestos apenas visibles cuando impera el silencio patológico.
Como Por sus propios ojos y Yatasto años atrás, Salsipuedes confirma la existencia de un cine cordobés prometedor. Habrá que seguir atentos no sólo a este segmento de producción nacional, sino a los proyectos en danza de Luque.
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