Son alrededor de ciento cincuenta compañías aseguradoras, según datos de la patronal del sector, UNESPA, las que se reparten en España el cada vez más apetitoso pastel de los seguros sanitarios privados. ¿Cómo son y qué buscan quienes pagan una póliza de salud privada? Los estudios de mercado los definen como clases alta y media-alta y de profesiones liberales. Desean mayor comodidad a la hora de acudir al médico, no aguardar listas de espera, un trato más familiar, libertad de elección del especialista, habitaciones individuales en caso de hospitalización y cama para un acompañante… Quieren también prestaciones de las que carece la sanidad pública, como la odontología; o las que el tiempo de espera sería excesivo, como los tratamientos contra la infertilidad.
Tipos de seguros
Seguros de enfermedad. El asegurado tiene libertad para acudir al médico y al centro deseados, y la compañía reembolsa entre un 80 y un 90%. Seguros de asistencia sanitaria. La aseguradora propone un cuadro de facultativos y hospitales entre los que el paciente elige y se le paga el 100% de los gastos. Los seguros mixtos. Se abona la mayor parte de los gastos de un médico de libre elección, pero existe también un cuadro concertado en el que se pagarían todos los costes. Una u otra compañía Pero, ¿qué buenas referencias hay para decidirse entre una u otra compañía? Lo primero puede ser conocer el prestigio de sus médicos y la calidad de los hospitales. Un dato a tener en cuenta: un estudio de la revista Ciudadano, de la Unión de Consumidores de España, indicaba que los mejores hospitales son la Clínica Universitaria de Navarra; el Ruber Internacional, de Madrid; las clínicas Quirón y Dexeus, en Barcelona, y la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid y perteneciente a la Seguridad Social. En la asistencia general y de especialistas no existen demasiadas diferencias, pero sí en las coberturas especiales. La planificación familiar, la medicina preventiva o el seguro de accidentes son muy comunes y se deben exigir en cualquier seguro. Pero además hay prestaciones que pueden ser muy interesantes, como el servicio móvil de urgencias, los tratamientos contra la obesidad o el implante de lentillas intraoculares. Exclusiones y tiempo de carencia En cuanto a todo lo que no contempla la póliza, a veces aparece sólo en la “letra pequeña” y por eso es recomendable que se solicite por escrito. Es el único modo de evitarse sorpresas como que no se incluyan los accidentes laborales o enfermedades profesionales, los accidentes de tráfico o deportivos, la hospitalización por enfermedades como el SIDA o la tuberculosis, la hemodiálisis y otros tratamientos crónicos. O las terapias contra el alcoholismo o la drogadicción, la corrección quirúrgica por láser de la miopía, el precio de las prótesis, los fármacos extrahospitalarios o la medicina preventiva y la educación sanitaria. Además, las carencias -el tiempo que debe transcurrir hasta que una clase de cobertura se hace efectiva- también merecen un análisis, aunque son bastante similares en todas las compañías. Hay que huir también de los cuestionarios y reconocimientos exhaustivos que piden algunas empresas y exigirles que los datos que conocen sobre su salud sean absolutamente confidenciales. Quedan los precios. Las diferencias son poco acusadas, pero sí se aprecia que es más caro ser viejo que joven, y mujer que hombre. Otras recomendaciones Olvidarse de suscribir una póliza privada cuando en el lugar de residencia no hay masificación en los hospitales públicos y estos funcionan bien. La realidad es que, a pesar de todos los servicios que ofrece la sanidad privada, la Seguridad Social y Muface son las que disponen de la mayor, y muchas veces mejor, cobertura. Negociar los aumentos de precio anuales del seguro en razón de la edad o del uso que se hace de los servicios. Una forma de “expulsar” al asegurado demasiado costoso que se emplea frecuentemente es subirle espectacularmente las primas. Si se tiene algún conflicto con la compañía, además de la vía judicial, existe la posibilidad de reclamar por la vía administrativa, dirigiéndose al servicio de reclamaciones y consultas de la Dirección General de Seguros. Comprobar bien la letra pequeña de las pólizas, porque hay muchas diferencias en plazos de carencia y tratamientos que están excluidos del seguro.