Ya ha empezado el goteo de enfermos que emprenden el camino de vuelta a casa ante la falta de quirófanos y personal en los hospitales públicos catalanes. Hay que ver lo rápido que viaja la crisis en sentido descendente y qué pronto llega a los de abajo. Hacia arriba va en tren de mercancías y las cargas llegan más amortiguadas. Cuestión de gravedad.

Los recortes en la sanidad pública están fabricando un puente de plata a golpe de forja. En la otra orilla, a los que no se suban a la barca de Caronte, el barquero del Hades, les espera el copago y una potente industria farmacéutica de multinacionales nada dispuesta a perder ni un ápice de sus privilegios. Paradójicamente, esto mejoraría la salud del enfermo, el sistema sanitario, inmune a los remilgados recortes llevados cabo en medicamentos y la apuesta por los genéricos.
Hoy, 14 de abril, se conmemora el 80 aniversario de la promulgación de la II República, una nueva era (ahora lo seguiría siendo) que apenas asomó. Eran tiempos de progreso, de grandes esperanzas, de pasos decididos hacia la justicia, la igualdad y la libertad. Tiempos ilusionantes que, pese a lo que ha llovido y al frío que ha hecho durante muchos años después (a veces aún llega algún escalofrío), se mantienen jóvenes en el imaginario colectivo. Tiempos de salud y república.