La Editorial Taschen ha publicado una monumental edición de coleccionista dedicada a Salvador Dalí, que en dos volúmenes revela material inédito de su vida y obra con la colaboración de la Fundación Gala-Salvador Dalí. Este recorrido exhaustivo muestra al genio de Figueras en toda su complejidad: creador del método paranoico-crítico, provocador ególatra y revolucionario del arte del siglo XX. Entre fantasías religiosas, obsesiones eróticas y la figura mítica de Gala, Dalí encarnó el surrealismo como una actitud vital y personal más allá de cualquier doctrina.
La Editorial Taschen ha lanzado un libro monográfico monumental sobre Salvador Dalí (1904-1989). Lo interesante de esta edición de coleccionista, que se presenta en dos volúmenes, es que aporta material inédito de la vida y de la obra del artista catalán, gracias a los archivos y la inestimable colaboración de la Fundación Gala-Salvador Dalí. El primero de los tomos despliega su obra en fotografías de gran tamaño, que junto con el segundo volumen, complementado con textos escritos por Montse Aguer y Carme Ruiz realizan un exhaustivo recorrido por la vida y obra del pintor, y nos ofrecen una íntegra y relevante visión de la figura emblemática del genio catalán.

Salvador Dalí en su estudio de la Casa-Museo de Portlligat, 1969.
“Yo soy el surrealismo”: esta provocadora afirmación fue pronunciada por Dalí en 1939, al ser expulsado del movimiento Surrealista por su fundador, el poeta y escritor André Bretón. Esta célebre aseveración manifiesta el carácter ególatra y narcisista del artista. Bretón consideraba que Dalí se había alejado de los valores marxistas y revolucionarios del grupo. En la respuesta que le dio el pintor emerge el ideal de transformación que Dalí quiso producir del surrealismo en una actitud vital y personal, independientemente de los objetivos de este movimiento. Declaró con arrogancia que él encarnaba el surrealismo y se posicionó por encima de toda doctrina.
El movimiento del Surrealismo, con el que se identificaba Dalí pretendía sobrepasar los limites del arte. Fundado en 1924 por Bretón, pretendía revitalizar la imaginación del Romanticismo, pero usando los métodos aportados por el psicoanálisis de Freud. Creía que el inconsciente, esa parte oculta de la mente, tenía mucho que decir y había que utilizar ese material como medio de creación artística. El fin era la revolución: que el arte ayudara a liberar al ser humano, incluso más allá de lo que permite la razón.

'Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar'. Salvador Dalí, 1944.
Dalí consideraba que la mirada humana ya lleva implícita una carga inconsciente. Por tanto, no sería necesario deformar la realidad para mostrar su fuerza delirante. Y pensaba que cuando las imágenes son realizadas más realisticamente, mayor es la potencia que alcanzan. Desarrolló, pues, a partir de las teorías freudianas una técnica que llamaba método paranoico-crítico, por el que trasformaba la realidad a través de relaciones delirantes e imágenes dobles como: Rostro paranoico, (1935) o Rostro de Mae West, (1935). Esta metodología era “un método espontáneo de conocimiento irracional, basado en la objetividad crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones de fenómenos delirantes.”
En la obra del pintor y escritor de Figueras se manifiestan sus fantasías religiosas y eróticas, pero sobre todo sus conocidas obsesiones por los parajes catalanes, por sí mismo o por Gala, su mujer y musa, que arrebató al poeta francés Paul Eduard, con la que se casó en 1932 y a la que llegó a mitificar líricamente en su autobiografía “La vida secreta de Salvador Dalí” (Dasa Ediciones). De Gala pensaba que cuando entró en su vida, la eternidad se volvió tangible, que no era una mujer sino un acontecimiento cósmico. Ella dio sentido a su existencia, pues antes de conocerla se consideraba un ser fragmentado y asustado, que no sentía que vivía en libertad: “Gala descubre y me trae todas las esencias que yo convierto en la miel de mi pensamiento, en la colmena atareada de mi cerebro.”

Salvador Dalí y su esposa Gala en Cadaqués en 1960.
Pero si por algo era conocido era por su narcisismo y su obsesión por su genio que se expresa con la declaración pública: “Cada mañana, al despertarme, experimento un placer supremo: el de ser Salvador Dalí.” Su consideración sobre sí mismo estaba por encima de todo lo demás. Pretendía provocar con su arte, con las palabras y las exhibiciones públicas y se convirtió en un revolucionario brillante del arte del siglo XX.
- Salvador Dalí: Surrealismo soy yo - - Alejandra de Argos -
