Revista Cultura y Ocio

San George Kaplan

Por Calvodemora
San George Kaplan
Llevo años obsesionado con este fotograma (o con los que le preceden y los que le siguen) de la película Con la muerte en los talones de Alfred Hitchcock. Lo de las obsesiones es un asunto delicado, a poco que se piensan en detalle. La mía (como la de tantos) carece de un razonamiento que la justifique ante los demás. Ni siquiera yo mismo, puesto a contármela, concentrado en el asunto, interesado en conocer las causas de ese vicio, comprendo la devoción que le tengo. Cumple sobradamente lo que se le exige a una devoción para que lo sea salvo la acotación religiosa, aplicada a santos, mártires y otros prebostes de la mística. Obsesivo con mis cosas, distraigo la atención de las otras. Una a la que no he rebajado afectos es la de George Kaplan aka Roger O. Thornhill. Invariablemente acudo a él en momentos de zozobra. Pienso en su lúcida entereza ante la adversidad, en su buen humor, en su épica sencilla de hombre al que las circunstancias acorralan. Otros tendrán otros iconos en donde postrarse. Yo, a mi manera, pienso en Kaplan. Hoy mismo, volviendo a casa, observando desde el coche el campo de noche, he pensado en Kaplan. De verdad que me ha producido un alivio enorme recordar cómo se zafó del avión y burló a los malvados en el monte Rushmore. No sé si alguien me entiende. Ya digo que en este asunto de las obsesiones ( o de las devociones o de los vicios, en fin, en ese plan adictivo) no entro a razonar. En lo que no se razone se vive mejor.

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