San Lorenzo a Boedo: abran paso que viene un tren

Me veo las zapatillas, cada paso que voy dando, más presuroso avanzo, con el destino al 1.700 en el seño, la forma en que cambia las superficies de las veredas, sigo pasando las cuadras, veo en otros el mismo rostro de felicidad que debo tener yo, sólo me faltaría un espejo para certificar mis palabras, el tránsito se empieza a desviar, cielo oscuro, ya medianoche, una alegría que irrumpe por las venas, hinchadas de azulgrana, las noto en mis brazos mientras aprieto el puño, sí, son azulgranas, no puedo ser compatible con otros colores. De golpe, la calle, estoy caminando por la mismísima calle, piso el asfalto, me sueño en un tiempito yendo a la cancha, con mi camiseta, mis cábalas, mis amigos, quién dice que llevando de la mano a mi hijo, quién puede saberlo, contándole la proeza que nos mandamos sin ayuda de nadie, que ser de San Lorenzo es lo más lindo que te puede pasar en la vida, que es la mejor herencia que puedo darte, que es un mandato único e irrepetible, que no cualquiera lo carga, que se lleva con responsabilidad y mucho amor. Que me mira y sabe lo que le digo.

Observo alrededor camisetas azulgranas, banderas que flamean en los autos, muchas bocinas, muchas, no es un ruido que molesta sino que agradece la lucha de años. Adelante mío, una chica con una campera que en la espalda tiene escrita la siguiente frase: San Lorenzo, Boedo – Argentina, se mueve, las palabras toman sentido, como una metáfora, el movimiento hizo esta gesta, el no aflojar jamás.

La garganta cerrada y la recopilación de todo lo vivido en un puñado de años, meses, horas y segundos, me acuerdo de vos, que te fuiste y no viste esto y la puta madre que lo parió, vos tenías que estar con nosotros, abrazándonos, abrazándome, gritando soy de Boedo, soy de Boedo, con la nuez estallando, gritándolo en Boedo, en nuestro lugar. No me conforman explicaciones espirituales, metafísicas o versos: yo quería verte ahí. Llego, miro el supermercado y pienso que este tren llamado San Lorenzo puede llevarse por encima cualquier cosa, ¿cómo no hacerlo con un supermercado?, y lo primero que me sale es saltar, cantar que por la vuelta todo daría, pero le cambio la letra, ya no meto el condicional, voy a dar todo por este desembarco, otra que el de Normandía, ése va a quedar pequeño en magnitud.

La noche tuvo el estilo de San Lorenzo, cambiante, genuino, atolondrado, valiente, planes tirados por las ventanas y todo haciéndolo a contrarreloj. Que salimos corriendo a la Legislatura, que nos reventamos a mensajes, que dónde estás, te paso a buscar, dale, ¿Ale viene?, dale, que ahora votan, el grito cerrado frente a la votación lapidaria, la vuelta a Tierra Santa, carajo, nos devuelven lo que sacaron de forma ilegal, milicos de turno y dirigentes nefastos.

Para aquellos llamados incoherentes, tildados de chantas, que hace una década planteaban el retorno a Boedo; para aquellos que menospreciaron la búsqueda de identidad realizada por San Lorenzo; para los que nos sumamos en el camino; para los que pusieron piedras; para los que apostaron la mano hasta el hombro, ayer San Lorenzo recuperó su DNI, reencontró la esencia extirpada hace 33 años. Le debe pasar como a mí, llegar a casa con los ojos llenos de lágrimas, tu familia viéndote sin omitir palabra, te hacen feliz. A vos, San Lorenzo te hablo, sabés que tu gente, tu maravillosa gente, no te soltó la mano. Una vez más, la tarea cumplida. El futuro se nos abre de par en par, el gigante una noche primaveral de noviembre se despertó y les aseguro que no hay nadie que podrá detenerlo.