“No puede ser, no puede ser”. Una y otra vez que la cámara enfocaba a Ricardo Caruso Lombardi se veía al técnico de San Lorenzo repetir esa frase, desilusionado por lo que su equipo estaba mostrando en cancha ante Racing.

Fue un partido absolutamente negro para el Ciclón que, si en algún momento pensó en levantarse tras la dura semana provocada por la derrota ante Vélez y los conflictos entre Palomino y Alvarado, no tuvo siquiera oportunidad. Primero, porque los de Zubeldía fueron absolutamente efectivos, y aprovecharon uno tras otro los errores de la defensa azulgrana.
Primero en la mano infantil de Gonzalo Prosperi que le permitió al Chino Saja abrir el partido de penal; segundo porque, cuando había tenido las mejores chances para igualar, en un aislado avance tras un centro de Ricardo Centurión, Santiago Gentiletti convirtió en su propia valla sobre el inicio del segundo tiempo. Primer gol en contra.
La goleada sufrida hoy depende por errores puntuales de los defensores: además del penal y el segundo tanto de Gentiletti, llegó un cierre insólito de Masuero para el tercero de Cámpora y otro gol en propia valla, esta vez de Prosperi.
San Lorenzo es un equipo rápido, demasiado por momentos, con los avances de Jara y Buffarini; y en esa velocidad carece de pensamiento. El encargado de aportar esa pausa (necesaria) es Ignacio Piatti, pero su mal estado físico le produjo una nueva lesión, que hizo que el juego del Ciclón quede absolutamente descompensado.
Caruso respondió al pedido de la dirigencia de no hacer declaraciones, luego de una semana con conflictos mediáticos por demás. El 0-4 lo deja aún más complicado para continuar en su cargo. El silencio deja más dudas que certezas de cara al futuro.
