Será cuestión de callar la mente y escuchar mas al corazón. Desprender los retazos que se resisten a esta coraza. Todavía corre sangre, arde la herida que parecía haber cicatrizado.
Deslizo un dedo en la pequeña abertura que asoma a la superficie. Se hunde de un solo toque. La marea roja sube y tiñe rápidamente el dedo, es fresca, toco fondo y me mantengo ahí un largo rato. Cuando ya logre tocar el punto exacto donde reside el verdadero daño, presiono con mas fuerza. El cuerpo reacciona generando la sensación de dolor. Respiro profundo y a la cuenta de tres saco con fuerza el dedo.
Lo observo y logro identificar pequeñas espinas. La herida merma, el dolor desapareció. Entro en un sueño profundo, visito aquella flor que floreció en mi jardín hace un tiempo y le devuelvo sus espinas. Me siento en el pasto, a su lado y en silencio la acompaño hasta que vuelva a despertar..
A veces un simple gesto nos puede devolver el aliento que necesitamos aun cuando todo parece no tener mas remedio que dejarlo ser.