La Mamounia, en Marrakech
La filosofía de falel
(Segunda parte del post publicado el 23 de abril, un poco más abajo)
Este post merece un premio, sólo por el hecho de escribir en este ridículo teclado "qwerty" del ifon.
Después del numerito del espejo, no creáis que mi pasión por las sandalias decayó , ni muchísimo menos, más bien al contrario , a la mínima oportunidad , yo me calzaba las joyas de pitón, hoy ni se me ocurriría , soy activista de PETA, y me las pondría sintéticas , pero al grano.
Una de las prendas de mi madre que también me fascinaban era un kaftan de boda, léase de lujo, todo bordado en plata , con cientos de botones también en plata, como pequeñas perlas plateadas , que desde mi punto de vista era el conjunto perfecto para los taconazos.
Cada vez que se presentaba la oportunidad , ¡zas! , sandalia, kaftan y peluca, una corta, que guardaba mi mami para cuando quería cambiar de look, en la época se estilaban.
De tanto paseíllo , terminé por tronchar los tacones y con ellos los sueños en "La Mamounia" de un chaval, hijo único, con mucha imaginación .
Menudo rapapolvo, las sandalitas no eran precisamente del todo a 100.