El 23 de abril las localidades catalanas se llenan de calidez, sonrisas y buen humor. No, no ha caído el Gordo de la Lotería ni el Barça ha ganado la Liga; sin embargo, en el ambiente se palpa un sentimiento acogedor que convierte esta fecha en única y especial: el Día Internacional del Libro. Pero también el día de las rosas, de la senyera y del alboroto en las calles. Una celebración que lleva consigo una gran tradición.
La leyenda de Sant Jordi
—Y tú, ¿ya has comprado la rosa?
Sant Jordi es una fiesta que va mucho más allá de la literatura: su origen se remonta a la leyenda de Sant Jordi, patrón de Cataluña desde 1456. Según cuentan los relatos populares, tiempo atrás existió un dragón en Montblanc (Tarragona) que aterrorizaba a toda la población. Para mantenerlo tranquilo, todos los días le ofrecían un sacrificio humano escogido por azar entre los habitantes. El dramatismo aumentó cuando salió elegida la hija del rey, la bella Cleodolinda: algunos lugareños se ofrecieron a sustituirla, pero el rey se mostró firme y llevó a la joven ante la fiera.
Pero, inesperadamente, un visitante cambió el rumbo de los acontecimientos: el caballero Sant Jordi, montado sobre un caballo blanco, luchó contra la bestia y salvó a la princesa de una muerte segura. Se cuenta que de la sangre del animal creció un rosal de flores rojas, del que Sant Jordi cortó una rosa para regalarla a Cleodolinda. A partir de aquí algunos cuentos explican que el monarca le permitió que se casara con ella, y fueron felices y comieron perdices; otros, por su parte, dicen que el militar declinó la oferta, se marchó y nunca más se volvió a saber de él.
Como todas las historias populares, esta leyenda tiene diversas versiones en otros países. Se cree que todas están inspiradas en un soldado romano que vivió durante la primera mitad del siglo I d. C. y fue ejecutado tras negarse a participar en una persecución del cristianismo porque él mismo practicaba esta religión. Se le asocian algunos milagros, aunque su popularidad en Occidente se extendió durante las cruzadas de la Edad Media, en las que lo consideraron el patrón de las tropas.
En cualquier caso, lo que se recuerda hoy en día es la gesta de cuento de hadas del caballero. El carácter romántico de la festividad nace precisamente del obsequio que Sant Jordi hizo a la princesa y que ahora los chicos regalan a sus parejas: la rosa roja. Este tipo de flor es la más vendida en las paradas del 23 de abril, aunque con el tiempo se han incorporado especies de otros tonos o incluso multicolor.
El origen del Día Internacional del Libro
—No, yo prefiero un libro.
Como es bien sabido, esta fecha aúna amor y literatura, aunque lo segundo se extiende a lo largo del globo terrestre: la UNESCO inauguró el Día Internacional del Libro por primera vez en 1995 y desde 1996 se celebra en numerosos países. ¿Cuál es el objetivo? Promover la cultura y la protección de los derechos de autor. Se eligió el 23 de abril porque coincide con los fallecimientos de dos grandes escritores, Miguel de Cervantes y William Shakespeare, aunque con el tiempo se ha comprobado que el español murió un día antes y que el calendario utilizado para situar la vida del inglés no se corresponde con el actual, con lo que realmente expiró un 3 de mayo.
No obstante, en España podemos presumir de disfrutar de esta festividad desde
mucho antes. Concretamente desde el año 1926, cuando Alfonso XIII instauró el Día del Libro Español durante la dictadura de Primo de Rivera. En sus inicios se celebraba el 7 de octubre, fecha en la que se creía que había nacido Cervantes, pero pronto, en 1930, se estableció el 23 de abril como día oficial.La actividad tuvo una gran repercusión en Cataluña, donde enseguida se mezcló con la Diada de Sant Jordi: la tradición de que los hombres regalaran rosas a las mujeres se extendió y ahora ellas obsequiaban a sus enamorados con un libro. Aunque en la actualidad esas restricciones se han evaporado y no es raro regalar una rosa y una novela a una misma persona (del sexo que sea), o comprar rosas para toda la familia.
Cómo se vive este día en Cataluña
—¡Pues yo me quedo con los dos!
Los libreros pasan semanas trabajando a destajo para tenerlo todo a punto: las novedades más aclamadas, las paradas de venta de libros, los puestos para las firmas de autores llegados de todo el mundo… y, sobre todo, kilos y kilos de paciencia para atender a la multitud de lectores. Y si para colmo llueve, el buen librero se puede desesperar, como contaba nuestro colaborador Jorge Jiménez en su personal crónica del pasado año.
La celebración también se hace notar bastante en los colegios, donde es frecuente amenizar el festejo con obras de teatro sobre la leyenda de Sant Jordi y diversas tareas sobre este relato.
En los centros de secundaria, además, no es raro que los alumnos del último curso se encarguen de una parada de rosas y libros para recaudar fondos para su viaje de junio. Todo ello sin olvidar los certámenes literarios, una gran ocasión para animar a los más jóvenes a escribir.En realidad, las actividades de promoción de la lectura, los descuentos en el precio de los libros y los concursos se extienden por toda España: talleres de cuentacuentos, presentaciones… Probablemente el evento más importante es la entrega del Premio Cervantes, que este año va a parar a las manos del chileno Nicanor Parra. Sin lugar a dudas se trata de una fecha muy especial para todos aquellos que aman el mundo del libro.
Colorín colorado
Tal vez el 23 de abril carece del orden y la calma de las ferias que se alargan varios días, pero posee el encanto que solo una tradición de cuento de hadas puede dar. Este día las calles del territorio catalán se llenan de libros y de rosas adornadas con la senyera, de escritores con la agenda apretada que recorren la ciudad condal en tiempo récord, de libreros que se frotan las manos y, especialmente, de gente más o menos lectora que aprovecha la ocasión para adquirir una obra y/o una flor y regalársela a alguien cercano. Esperemos que el espíritu de esta festividad perdure mucho, mucho tiempo.