Sant Pere de Casserres está situado en una península rodeada por el río Ter que en este lugar se encuentra embalsado por la presa de Sau. A finales del siglo X este territorio estaba bajo el dominio de los vizcondes de Osona. En 1005, la condesa Ermetruit, que en el año 980 había quedado viuda del conde Guadall II, tomó la decisión de fundar un monasterio en la ya existente capilla del castillo de Casserres, dedicada a San Pedro. En este acto participó el conde Ramón Borrell de Barcelona que añadió a la fundación otras tierras para proveer y asegurar la nueva casa monástica. Nuevas aportaciones se irían añadiendo con posterioridad a la dotación inicial. Como muchos otros lugares de devoción, Casserres también tiene un episodio legendario, el del Niño Santo, que explica su origen. De este episodio, a pesar de hacer referencia a los inicios del establecimiento monástico, no se encuentra ninguna mención hasta mediados del siglo XVI, y nos cuenta que tres días después del nacimiento de un niño, éste habló, profetizó que moriría muy pronto e indicó que su cuerpo fuera puesto sobre un caballo y que allí donde fuera y se detuviese, se debía levantar un monasterio y dedicarlo a San Pedro. Otras versiones identifican este bebé como un miembro de la familia vizcondal. El cuerpo del Niño Santo fue objeto de mucha devoción en el monasterio durante años, pese a la oposición de las autoridades eclesiásticas.
A pesar del documento del 1005, donde la vizcondesa creó el monasterio de Sant Pere, no es hasta el año 1010 que se encuentra mencionado un primer abad de la casa: Eicfred. En los años siguientes la abadía se convirtió en un lugar de cierta importancia, tal como lo demuestra la documentación existente. Del mismo modo el lugar fue beneficiario de otras donaciones, especialmente de la vizcondesa Engúncia, nuera de la fundadora. El vizcondado de Osona fue receptivo a la reforma cluniacense y en el año 1079 Ramon Folc I de Cardona hizo donación del monasterio a Cluny. Esta abadía de la Borgoña reunió un importante conjunto de posesiones alrededor de Sant Pere de Casserres, bienes que se extendían en un amplio espacio geográfico.
Tenía entonces un prior, diez o doce monjes, cuatro o cinco sacerdotes beneficiados y diversos sirvientes y donados. Lo protegían y se hacían enterrar aquí muchas casas nobles de la región, como los Savassona, los Tavertet o los castellanos de Cabrera. Durante el siglo XIV comenzó su decadencia: las dificultades económicas, la peste negra y el establecimiento de un régimen comendatario (1376), dejó muy tocada la casa tanto en la vertiente económica como en el estado físico de los edificios. Ya en el siglo XV sufrió los efectos de la situación política del país, además de los derivados de varios terremotos entre los años 1425 y 1448. El priorato de Casserres se mantuvo durante el siglo XVI, aunque muy posiblemente ya no tenía comunidad. Debido a la pésima situación del establecimiento, en 1573 los jesuitas de Betlem de Barcelona se hicieron cargo del monasterio y de sus posesiones, propiedad que mantuvieron hasta el 1767, cuando pasó a la corona y fue vendido a particulares (1773). Durante el siglo XX se valoró la importancia histórica del lugar y varias iniciativas condujeron a su protección, paso a propiedad pública y restauración. (Información extraída de www.monestirs.cat).
Ubicación geográfica
Visita: 12/04/2014