Santa María es un proyecto situado en el centro histórico de Valle de Bravo, una pequeña ciudad colonial que data de 1530, que se encuentra a dos horas de la Ciudad de México. Esta ciudad cuenta con un contexto físico fuerte y se encuentra en las afueras de un lago artificial. Nuestro terreno está ubicado a cien metros de la iglesia de Santa María Ahuacatlán, una iglesia colonial que data del sigloXVI.
El proyecto fue concebido para casas de fin de semana, para familias que buscan salir del ajetreado estilo de vida de la Ciudad de México. El proyecto incluye 9 casas y una serie de amenities que brindan una experiencia semi-hotelera. El metraje total del proyecto es de 2,269.00 m2 y cada una de las casas cuenta con una área que oscila entre los 168.00 y 251.00 m2.
Este proyecto nos confrontó con un contexto hermoso y restringido, que marcaba una serie de condicionantes que buscaban preservar el entorno físico e histórico de la ciudad. Esto nos generó un respeto absoluto por el entorno, pero no nos cerró la posibilidad de potencializar el uso de los elementos permitidos por las restricciones locales: los materiales involucrados, las alturas, la relación con otros edificios, el layout general, los tamaños y materiales de puertas y ventanas, etc.
Es así como tratamos de llevar nuestra propuesta a una siguiente etapa evolutiva, donde el proyecto trabaja respestuosamente con el pasado, se arraiga firmemente en el presente y marca una dirección hacia el futuro. Tal vez por eso este proyecto se arraiga constantemente al suelo y al mismo tiempo se encuentra flotando y volando, tratando de tener una presencia sublime y sólida al mismo tiempo.
Desde las primeras fases de diseño, tratamos de hacer una conexión fuerte con el sitio, buscando responder a su topografía, a la vegetación existente, a las vistas, las orientaciones, las caracterízticas de los edificios vecinos, la anchura de las calles, etc. Así mismo, intentamos hacer una conexión conceptual con el lugar, al incorporar un gesto que se encuentra a lo largo del paisaje rural que rodea Valle de Bravo. Este gesto se tradujo en la incorporación de largas trincheras a lo largo del proyecto que están rellenas con piedra de río y plantas silvestres.
La configuración espacial del proyecto consistió en colocar los volúmenes a lo largo de las dos calles que confinan el sitio (parte de las regulaciones locales), permitiendo el acomodo de las casas en forma de L, de modo que pudieran sacar provecho de la orientación y las vistas naturales. Esta configuración permitió también conformar la zona de albercas al modo de un patio central, similar a los patios ubicados en las casas antiguas del centro de Valle de Bravo.
La disposición del proyecto cuenta con dos niveles generales:
El primer nivel incluye el acceso general, estacionamiento, vigilancia, cuarto de basura, comedor de servicios, conserjería, administración, 36 bodegas pequeñas, lavandería, baños de servicio, bodegas de servicio y cuartos de máquinas.
El siguiente nivel cuenta con un Patio/Corredor que corre a lo largo de las casas y que sirve como un amortiguador espacial entre las casas y la zona de albercas. Esta última cuenta con una caracteríztica espacial que al mismo tiempo es abierta y contenida. Esta zona incluye un deck de madera, un jacuzzi, dos albercas, un espacio para hacer fogatas y un pequeño jardín. Al final del Patio/Corredor se ubica un patio privado que brinda luz y calma a un cuarto de yoga y a un cuarto de masajes.
Los espacios privados de cada casa (excepto la casa 5), se encuentran en la planta baja e incluyen un pequeño zaguán, un vestíbulo, 3 recámaras y dos baños completos. Todas las habitaciones tienen una altura considerablemente menor al espacio público ubicado en la planta superior, porque espacios de este tipo generan más intimidad y requieren menos energía para calentarse durante el invierno.
El espacio público se encuentra en la planta alta y trata de sacar provecho a las restricciones de altura, generando un espacio expansivo que disfruta de buenas vistas hacia el entorno circundante. Esta zona cuenta con cocina/comedor/estancia, terraza privada, baño de visitas y cuarto de lavado.
El punto de partida para la selección de los materiales fue una normatividad que considera que todas las fachadas del edificio deberán estar aplanadas y pintadas en color blanco. Así partimos de este elemento, que decidimos combinarlo con dos materiales más: piedra natural y madera sólida. Así que en todo el proyecto (áreas exteriores e interiores) sólo hay paredes de color blanco, paredes de color rojo óxido (rodapies exteriores y baños), madera sólida (pino, fresno, teca rústica y alerce) y piedra natural (piedra de río y pizarra gris).
Otro aspecto importante del proyecto fueron las ventanas y las puertas. Desde las primeras etapas de diseño, consideramos utilizar superficies sólidas de madera en las fachadas. Así, por ejemplo, las ventanas de los dormitorios en el primer piso cuentan con ciegos de madera sólida en el interior, que se utilizan como bloqueadores de luz en el día y como aislantes térmicos y acústicos en la noche.
Finalmente, cabe comentar que a lo largo del proceso de diseño tratamos de inducir en el proyecto una sensación de calma, neutralidad, apertura, privacidad y naturalidad. Vivir en una ciudad como la Ciudad de México, hace que muchas personas sientan la necesidad de volver a conectarse con la naturaleza, con la historia y con ellos mismos. Realmente deseamos que este proyecto permita a estas personas conseguir dicho propósito.
fuente: hierve.com Todas las fotografías son de autoría de Fernando Cordero.