He pasado mil horas en autobuses sobretodo Bilbao-Barcelona, Barcelona – Madrid, Madrid-Bilbao y combina las tres opciones como quieras. Precisamente por eso cuando decidí ir de Santiago a Puerto Montt también decidí hacer una parada a mitad de camino, en Temuco en la región de Araucanía. El primer tramo son 8 horas y 5 más el segundo. Estaba un poco asustada pensando en las horas de autobús que me esperaban. Pero ocho horas después de haberme montado en Santiago salí convencida que España era el tercer mundo de los autobuses. Es cierto que aquí se invierte en autobuses y no en vías de trenes pero cuando le pedí al taquillero el asiento más barato no me esperaba tener un asiento super reclinable, con manta, cojín y apoya piernas (que no sólo pies).
Mi autobús sale a las 23:45 así que llego con varias horas de antelación a la estación de autobuses de Santiago y observo a la gente. Hay un montón de voceadores o revendedores o señores raros que se dedican a gritar nombres de localidades, compañía de bus y plazas disponibles. Van acumulando a la gente a un lado u otro de la puerta de entrada a la estación porque el hombre de seguridad no les deja entrar. Cada vez que uno de ellos se emociona demasiado llamando la atención de pasajeros y pone un pié en la estación, el señor de seguridad se pone frente a él y sin decir nada vuelven los dos a su sitio. Por mucho que miro no acabo de tener claro que hacen con la gente acumulada, los secuestran a todos a la vez? Uno menciona algo de un minibús pero entonces por qué dicen el nombre de la compañía grande que está vendiendo los billetes dentro de la estación? Y por qué la gente no compra directamente los billetes en la estación? No entiendo nada pero tampoco lo pregunto.
Aquí en Chile los baños públicos son de pago, unos 300 pesos (40 céntimos) o menos por entrar y ofrecen papel, jabón y un baño limpio. Me paso por ellos para lavarme los dientes antes del viaje. Cuando se acerca la hora voy hacia el autobús que acaba de llegar, veo cómo van recogiendo las maletas para meterlas en la bodega del autobús. Al entregar la maleta dan un resguardo y me acuerdo de las veces que me he puesto cerca de la ventana sólo para asegurarme que nadie se llevaba mi mochila.
Subo al segundo piso, localizo mi asiento junto a la ventana y con un juego de piernas me siento convirtiendo el lugar en una semi-cama que me permite tener las piernas estiradas. Pongo en mi espalda el cojín que me han dado y coloco en el cuello el reposa cuellos que compré hace una semana. Miro a mi alrededor y el chico de mi lado ya se ha dormido. En la parte delantera hay una pantallita que indica el nombre del conductor, las horas que lleva conduciendo y la velocidad actual del vehículo. Al lado una pegatina indicando que los autobuses no pueden ir a más de 100km/h, ni una sola vez pasa de 98. A los pocos minutos me piden mi número de pasaporte y confirman que me voy a bajar en la terminal de autobuses, si quiero bajar en otro sitio dentro de la misma localidad también puedo decirlo. Cuando el autobús esté completo pararán en una comisaría de policía y entregarán la hoja con los nombres y número de documento de los viajeros. Las cortinas están corridas, las luces apagadas y en menos de diez minutos acompaño en ronquidos a mi compañero de viaje. Cuando apenas faltan 5 minutos para llegar al destino y sin encender las luces el encargado del autobús va despertando a la gente que se ha de bajar. Vuelvo a pensar la de veces que yendo en bus en España he conseguido dormir hasta que el conductor ha encendido las luces y ha gritado la parada para que todo el mundo que no tiene que bajar se despierte y despida con el dedo anular a los que sí se bajan.
Llego a Temuco a las 8h descansada pero el termómetro gigante que hay en la estación me convence para esperarme hasta las 10h. Escojo el recorrido más largo a mi alojamiento, un camino de piedras entre el río y la colina donde las pocas personas que me cruzo me saludan y me miran extrañadas. Por el camino descubro un montón de moras que me sirven de desayuno y cuando el camino se acaba y me meto en el centro de la ciudad hago un poco de turismo en el monumento a La Araucania. El monumento representa cinco personajes famosos de la zona. Estos son una Machi (consejera del pueblo mapuche), un soldado del ejército de ocupación de Araucanía (1861-1883), un colono europeo, el poeta Don Alonzo de Ercilla y el toqui Caupolicán (jefe mapuche que luchó contra los conquistadores españoles ).
Cuando llego a mi alojamiento no tienen la habitación que había reservado así que me dan una más grande con baño propio, al mirarme al espejo vuelvo a ver mi corte de pelo malayo y cojo unas tijeras. ¿Eso que las madres siempre dicen a los niños que no hagan? Eso mismo hice yo… Me corté el pelo a mí misma, sólo la parte de delante, sólo para igualarlo. Suerte que no tengo ninguna entrevista de trabajo pronto.