Dentro de las listas de lugares con más encanto de España, no suele faltar la localidad cántabra de Santillana del Mar. Un lugar que no pasa indiferente para quién ha tenido la oportunidad de visitarlo.
Los top ten de las listas (de lo que sea) son peligrosos, generan altas expectativas que en un momento dado pueden verse abatidas por la decepción de lo idealizado.
Santillana del Mar es precioso pero debe visitarse fuera de la temporada alta, donde todos los que tenemos oportunidad acudimos al unísono, inundándolo de gente, sonidos, aromas... hasta llegar a borrar su personalidad.
En nuestro caso hemos tenido que ir más de una vez para quedar conquistados por su belleza, esa de la que el filósofo Paul Sartre comentó “el más bello de los pueblos de España”.
No nos gusta hacer listas, ni ordenar por prioridad, porque en sitios grandes y pequeños, populares y desconocidos, encontramos grandes encantos que difícilmente pueden ser comparables entre sí. Pero si algo tenemos claro es que entendemos que Santillana del Mar haya resultado un lugar atractivo y valorado para tantos, entre ellos, nosotros.
Y dicho esto, comentar el popular dicho acerca de Santillana del Mar, la localidad de las tres mentiras, porque ni es “Santa”, ni es “llana”, ni tiene “mar”.
Sus orígenes se remontan a la prehistoria, aunque el verdadero desarrollo de la villa se da en la la Edad Media, cuando una comunidad religiosa de monjes llegó a la zona custodiando las reliquias de la Santa Juliana (Santa Illana). Allí construyeron una Ermita, convertida con posterioridad en Monasterio y actualmente en Colegiata, en torno al cuál se fue desarrollando la localidad.
Durante el paseo por sus calles se pueden contemplar construcciones palaciegas y de carácter nobiliario, fruto de la posición privilegiada que ostentó la localidad a lo largo de su historia, llegándose a convertir en Marquesado a cargo del Marques de Santillana.
La localidad en su conjunto es un cúmulo de armonía, sus construcciones blasonadas, de dos plantas que descansan sobre las calles empedradas y adoquinadas la convierten en una villa muy atractiva y rebosante de encanto.
Todo esto, entre otras cosas, justifica la proclamación del municipio como conjunto histórico-artístico y a que, como comentábamos al principio, forme parte, casi a la cabeza, de numerosas listas sobre municipios con “encanto” de la Península Ibérica.
Destacan como edificios monumentales, por ejemplo, la Colegiata de Santillana, cuya apariencia actual remonta sus orígenes al s. XII, destacando especialmente su claustro. Anteriormente en ese lugar se emplazaba el Monasterio que erigieron los monjes que custodiaban las reliquias de la Santa y que descansan ahí desde entonces.
La Torre Merino sería otra de las construcciones con relevancia monumental. Se dice que fue construida en torno al s. XIV, y resultó la residencia del Merino Mayor de las Asturias de Santillana. Actualmente alberga un museo en su interior.
El Palacio de Velarde, la Torre de Don Borja, la casa de la Archiduquesa Margarita de Austria, la casa de los Quevedo y Cossío y unas cuantas construcciones colaboran a hacer de Santillana una villa especial y salpicarla de Historia.
Además, pertenecientes al municipio, se localizan las Cuevas de Altamira, declaradas Patrimonio de la Humanidad, y de las que popularmente se escucha el dicho de que son “la Capilla Sixtina de las pinturas rupestres”. Fueron descubiertas en el año 1868 por un habitante de la zona tras quedar su fiel amigo, un perrillo, atrapado en una grieta. Aun tardaron unos años en descubrirse sus “realistas” pinturas, cuestionadas durante muchos años por su posible o no autenticidad. Las Cuevas estuvieron abiertas al público pero sufrieron un fuerte deterioro y hace unos años se decidieron cerrar, creándose un museo en el que se puede observar unas réplicas de las mismas. Si estáis interesados en su visita podéis obtener más información aquí .
Santillana del Mar es una villa popular que bien merece una visita, pero incidimos en que debe hacerse fuera de temporada o, si no queda más remedio que acudir en fechas señaladas, madrugar un poquito. No es lo mismo la Santillana del Mar tranquila y reposada con sus calles semivacías que te traslada en el tiempo, que la Santillana del Mar por la que discurrimos torrentes de personas como si fuéramos un caudal en época del deshielo. En esos momentos Santillana parece entre un decorado carente de personalidad y una manifestación de turistas desorientados.
Darle una oportunidad, buscar esos huequitos que nunca encontramos fuera de las típicas fechas, no hace falta que sea en una estación concreta, la lluvia fina típica de Cantabria le favorece mucho al lugar, el otoño, el invierno, la primavera... La escapada lo merece. Y una vez más, recordad que acercarte a este lugar implica entrar en Cantabria, ese paraíso que nos embauca y que tiene muchísimo que ofrecer.
¿Qué tendrá Santillana del Mar que la gente habla tanto de ella? Quizá es el momento de poder opinar…
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