Revista Cocina

Saporem, buen gusto por la estética en el centro de Madrid.

Por Baco Y Boca @BacoyBoca

El sector hotelero ha encontrado en la restauración el tándem perfecto para conquistar a un cliente cada vez más ávido de una experiencia completa y diferencial. Un ejemplo de ello es la cadena de hostels Room 007. Su propietario Ignacio Requena fundó en 2010 esta compañía implantando un modelo de negocio que fusionaba ambos conceptos: alojamiento y gastronomía. Y bajo esta filosofía, inauguró en 2012 sus dos primeros hostels urbanos en Madrid, concretamente en Ventura Rodríguez y Chueca. Dos establecimientos junto a los que nació Saporem, un restaurante con encanto, cierto aire desenfado y ambiente fresco que a día de hoy ha sabido conquistar tanto a turistas como a autóctonos. 

Saporem Chueca, situado en pleno barrio de las letras de Madrid, presenta varias zonas diferenciadas con un estilo retro, toques industriales y una decoración genuina que anticipa una velada confortable y cálida. El salón principal sorprende con las paredes forradas con papel de periódico y el toque minimalista que ofrecen los vasos y los tarros de cristal con luces. Pero su llamativo diseño no se queda ahí porque la parte más destacable de este local es la acogedora terraza de su patio interior que, además, está iluminada gracias a varios cubos colgados del techo que cumplen la función de lámparas y que, en conjunto, la configuran como una zona muy especial.

Saporem, buen gusto por la estética en el centro de Madrid.

Una cuidada decoración que, sin embargo, no se refleja en la carta, algo liosa para el comensal y alejada de los cánones estéticos que encontramos en el establecimiento. Percepción que se confirma también en algunos platos que ofrecen algunos sinsabores.

La oferta culinaria está basada en cocina de mercado y elaborada con productos tradicionales de temporada entre los que destaca el tataki de atún, fresas y perlas de wasabi. Bien cocinado, sabroso y, probablemente, uno de los platos más acertados de la carta.

Saporem, buen gusto por la estética en el centro de Madrid.

En cambio, se queda sin aprobar la entraña con chimichurri. Un plato algo simple, tanto en el fondo como en la forma. Un aspecto que también comparte el magret de pato con manzana y salsa de arándanos que, pese a presentar esa estética visual poco cuidada, mejora, y, mucho, en el paladar. Para los amantes de las hamburguesas, Saporem propone una de rabo de toro, puré de boniato y anís; y la Brooklyn Burger, carne de ternera, aros de cebolla, bacon, queso cheddar, lechuga y salsa barbacoa casera, en la que también se echa en falta un punto más de calor pero que, aun así, está rica. 

Una oferta que se completa con una amplia variedad de arriesgadas ensaladas como la de tirabeques y melocotón o aguacate, salmón y espinacas; y de pizzas como la Saporem, con canónigos, calabaza, champiñón y aceite de trufa o la Travieta, con puerro, bacón y salsa barbacoa; y otros más tradicionales como las croquetas, los buñuelos de bacalao y salsa de piquillos, los huevos rotos con jamón o los chips de berenjena crujientes con miel. 

En contraposición a los primeros y segundos, la parte dulce sí cumplió con las expectativas. La Tarta de zanahoria se postuló como lo mejor de la noche a nivel culinario. Asimismo, el resto de los postres como la Tarta sin sentido de oreo, la Tarta de lima, la Tarta de queso, la de plátano y dulce de leche y las Trufas caseras de chocolate al curry también apuntan alto, lo que denota que el dulce, junto a la estética, sí es su fuerte. Así que si planificas tu visita a este establecimiento no te olvides dejar un hueco para el postre. 

¿Dónde? Calle de Hortaleza, 74, 28004 Madrid.

Precio medio: 25 euros.


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