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Sarcófago de niño (MAN)

Publicado el 06 junio 2024 por Fotograrteblog @fotograrte
Sarcófago de niño (MAN)

Se trata de un sarcófago para un niño pequeño, hecho en mármol y que data del siglo III. Según el propio Museo in situ:

El dios Eros transporta al niño difunto al más allá, donde gozará de una vida buenaventurada, idílica. Su retrato es deseo de permanente y recuerdo para los vivos.

Os dejo este artículo sobre la muerte de los menores en el Imperio Romano (ES):

Séneca avisa que una forma correcta de mantener la memoria es cuando se «honra su recuerdo lo más posible». El tiempo para la muerte no debe ser solamente aquel periodo de recogimiento y dolor, ya que la memoria va más allá de saber dónde está el deudo y que tuvo una placa mortuoria donde se pueda leer quién fue, cuántos años tuvo, alguna característica y quiénes dedican el epitafio. Séneca es duro con esta crítica, mencionando lo que ocurre en los funerales donde parece que existe la falsa moral –él les llama espíritu falto de humanidad- de aquellos que entierran a sus deudos y terminan por «llorarles con muchas lágrimas y acordarse muy pocas veces».

(…) En Hispalis –actual Sevilla-, unos padres registraban sus palabras en forma de carmina para su hija, nombrada como Nome y como Cusuccia, que fue dulce en vida, viviendo la corta edad de 1 año, 8 meses y 12 días. Este epígrafe fue construido como un aviso de la niña muerta para el lector, donde ella relata brevemente su destino: «He vivido poco, pero mientras viví, fui dulce para mis padres. Estoy cubierta por este epitafio. He saldado mi deuda. Quien lea este epitafio, seas quien seas, date cuenta de qué poco he vivido. Esto te pido ahora que digas: ‘que la tierra te sea ligera’». Otros padres brevemente inscriben palabras para su pequeño fallecido de 1 año y 8 días llamado Quinto Ennio Iuveni, recordando que fue «nuestro hijo más querido y más dulce, (vivió) un solo año y 8 días. Aquí yace enterrado, que la tierra te sea liviana». Otro ejemplo, en Aquileia, Flavio Iucundus y su madre Eutalia hacían las honras fúnebres y «con dolor hicieron plenamente el título (mortuorio) a la de buenos modales Bonipediae (que está) en la paz fiel. Vivió 9 años, 3 meses, 15 días». Con dolor similar que se puede encontrar en el siglo III de nuestra era cuando una mujer de nombre Urbana: «madre infeliz, contra su deseo tuvo que cumplir con el deber de enterrar a su hijo de 8 años», y en África existen dos casos, siendo el primero el de un niño que nos es desconocido su nombre, pero sabemos que vivió 4 años fue enterrado y recordado para la posteridad como si su propia boca nos dijera: «Aquí está enterrado. [- – – ] Un tierno niño de los padres yace bajo un gran peso. Cuatro años viví, queridísimo para mis padres, y al entrar en el quinto, abandoné aquí mi alma. Para este niño, madre, querida madre, se ve que lo has puesto [en este lugar]. A este niño ella misma le rindió el último homenaje», mientras que el segundo, del que tampoco el epígrafe nos dice edad ni nombre, pero entrega la explicación que nosotros deducimos que era esclavo, y que la muerte le otorgó la libertad plena«

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According to the National Archeological Museum (Madrid), this sarcophagus for a young boy, made in marble and dated around 3rd century AD, shows the god Eros carrying the dead boy to the afterlife, where he will lead a blessed, idyllic existence. His portrait allows the living to hold on to his memory.


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