Revista Opinión

Sarkozy, el deportador

Publicado el 20 agosto 2010 por Javiermadrazo

Nicolás Sarkozy

Nicolás Sarkozy

Nicolás Sarkozy cumple su palabra. En el mes de julio anunció su intención de deportar a la población gitana asentada en Francia y dicho y hecho. Le ha bastado un mes para preparar un gran show mediático, que pone los pelos de punta.  En realidad, el presidente francés aplicaba esta misma medida desde el año 2007, pero ahora lo hace ante las cámaras de televisión, demostrando que la política se ha convertido en un circo, sólo que en lugar de entretener y divertir, asusta y mucho a quienes aún creíamos, pobres ilusos,  que Europa podía ser tierra de democracia y libertad.  

Hemos olvidado lo poco que sabíamos sobre derechos humanos y convivencia entre diferentes; sin embargo, hemos aprendido raudos a manipular el lenguaje y a tergiversar la verdad. Sarkozy llama a las deportaciones a Rumanía y Bulgaria “Ayuda al Retorno Humanitario“, y lo hace con una sonrisa complaciente, que pretende tranmitir seguridad, aunque lo que provoca es miedo y náuseas.  Los gitanos reciben, junto  a un billete de avión sólo de ida,  300 euros por adulto y 100 los menores de edad. En un mes el marido de Carla Bruni pretende expulsar a más de 700 personas de etnia romaní, que se sumarán a las más de 4.300 deportadas en el año 2009.

En realidad, toda esta operación es poco más que una cortina de humo para ocultar el fracaso de Sarkozy, incapaz de controlar la destrucción de empleo en su país. El malestar crece en Francia y al incremento del paro se unen el recorte de las pensiones y la subida de impuestos. Nada diferente de lo que ocurre en España con Zapatero. El presidente galo sabe muy bien que los gitanos que son invitados  a abandonar el que ha sido su lugar de residencia terminan, en gran parte,  por volver, sólo que esta vez lo hacen como inmigrantes clandestinos, sometidos a la amenaza de una orden de expulsión. Todo muy civilizado.  Tanto como el presunto fraude fiscal en el caso Bettencourt o las sospechas de tráfico de influencias y financiación irregular que salpican al Gobierno Sarkozy.   


 


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