Revista Cine
Director: László Nemes
Y aquí me encuentro, ni tan sorprendido, porque continúo dejando la redacción de estas entradas para después de la medianoche. Y eso que ni siquiera me considero un animal nocturno, al contrario. En fin, en un día en que comencé a leer "Preacher", el cómic de Garth Ennis y Steve Dillon cuya adaptación se estrena prontamente; volví a reírme con "El chabo del 8" y disfruté con la llegada de un nuevo perro a la familia (llamado Renato), veo, por fin, "Saul fia", la ganadora del oscar a mejor película extranjera (¿o de habla no inglesa?). Hasta había olvidado que la quería ver, pero ya ven que las cosas han salido bien.
Saul es un sonderkommando, un prisionero judío que trabaja en las cámaras de gas y crematorios de un campo de concentración. Mientras una especie de rebelión se cuece a su alrededor, Saul intenta darle digna sepultura a un niño que no murió en la cámara de gas pero sí a manos de un médico nazi. La tarea parece imposible pero eso no lo detendrá.
Soy un despistado, pero no tengo mal corazón. Incluso cuando me encuentro con otros despistados que no entienden las cosas tan rápido, yo no me burlo de ellos ni me considero intelectualmente superior como para recrearme en su despiste. No sé, quizás no sea tan obvio, pero es que si la película se llama El hijo de Saúl entonces uno piensa que el niño que el protagonista quiere enterrar dignamente es su hijo, claro. Parece poco probable en un inicio que de miles y miles de personas asesinadas así como si nada éste prisionero encuentre a su hijo, pero si inimaginables atrocidades ocurren en este mundo, ¿por qué no una especie de "milagro"? Ya saben: que un padre tenga la oportunidad de enterrar a su hijo, terriblemente, lo mejor que puede obtener de sus circunstancias. Y con el esfuerzo que pone en tal misión tampoco es que fuera a cuestionarlo. Así me encontraba hasta que poco a poco la verdad, si es que no estaba clara desde el inicio, comienza a tomar forma. Y queda sellada cuando vemos sonreír por primera vez a Saúl, un gesto que debería significar emoción y felicidad, pero que dados los hechos acaecidos, en realidad tiene una connotación nada optimista y amable. No es redención ni catarsis, por desgracia, sólo una mera ilusión. Un engañoso escape, pero no un escape de verdad. Ahora que lo pienso mejor, me parece que sigo despistado: ¿Saúl decía que era su hijo porque de verdad creía eso y se engañaba, o para poder convencer al resto, en una improbable búsqueda de complicidad? Debe ser lo segundo... ¡Dios! El visionado que viví fue una completa mentira, jojo. Me pasé todo el rato convencido de que Saúl juraba que el chico era suyo. En fin*...
Hablando en serio, es decir, sin divagaciones, lo que hace László Nemes con "Saul fia" es construir una realidad ya retratada casi de todas las formas posibles pero de otra forma, quizás no original pero sí distinta y arriesgada: desde el interior mismo del conflicto, desde sus entrañas. O quizás sea el cómo su gran seña de identidad y no el qué. En cualquier caso, no me refiero al espacio físico necesariamente, al punto de vista ubicado dentro del campo de concentración en tanto infame estructura/edificación, sino a algo mucho más inabarcable pero igualmente contundente y descorazonador en su "vaguedad". Me refiero a la completa subjetividad del protagonista, afirmación amparada no sólo por esa cámara en mano cuyo lente enfoca casi igual que lo hace la mirada de Saúl, sino que también por el carácter moral de sus imágenes y encuadres. Y esto es importante, porque usualmente la cámara en mano se utiliza con una pretensión cuasi documental o de realismo ("sucio" la mayoría de las veces) que lo ve todo; al contrario, la ejecución formal de Nemes, claustrofóbica y cargada de desesperación, no se centra en el infierno que la rodea como en la importancia que le confiere el protagonista a dicho espacio. Durante el visionado pensaba que, en base a este mismo argumento (o en base a todas las tramas que se desarrollan), podrían salir películas muy distintas dependiendo del personaje de cuya subjetiva visión dependiera el film: así, no sería lo mismo vivir esta experiencia desde la posición de uno de los prisioneros que se quieren rebelar y que hace todas clase de planes para llevarlo a cabo; del tipo que se hace llamar rabino, cuya mirada en su hipotético relato podría ver a Saúl como un raptor fallado de la mente; o de la prisionera que le entrega la pólvora a Saúl. Lo que digo puede parecer una verdad de perogrullo, pero se han visto películas en donde la cámara, desde una posición más "oficial", graba todos los relatos anteriores y un par más en su afán de capturar toda la atrocidad (a veces una historia como la del protagonista queda fuera del corte final para no entorpecer la "lucha central"). Y sin embargo Nemes logra retratarlo todo sin que ello parezca el objetivo final, y más importante, sin aleccionamientos humanos y moralina barata, como es la tónica a veces. Nemes no pretende apuntar y pontificar, sólo quiere que sintamos algo situándonos en medio. Y es que no podemos olvidarnos de sentir y de ponernos en el lugar del otro: el sufrimiento es tanto suyo como nuestro.
Y qué más decir. "Saul fia" no ofrece respiro: en todo momento nos encontramos bajo fuego enemigo, observando (o ignorando) esa cruda realidad, corriendo de allá para acá, escuchando planes y llevando a cabo los propios. Gran guión, gran dirección, gran interpretación del protagonista, cuyo rostro deja huellas. Imperdible película, tremenda experiencia.