La palabra inglesa Scone es, en realidad, de origen holandés y quiere decir "bello, hermoso o puro", en referencia directa a que para elaborarlos se utilizaba harina pura y bien molida. Se trata de pequeños pancitos de forma redondeada o triangular típicos de la cocina del Reino Unido, aunque originarios de Escocia. Componen cualquier mesa bien puesta de desayuno o merienda tanto en Gran Bretaña como en Irlanda, Australia, Nueva Zelanda o Canadá. De hecho, en Escocia reciben el nombre de Scones las porciones individuales con forma triangular y algo aplanadas, llamadas "bannock".
Pueden prepararse con harinas de trigo, avena o centeno. Servirse abiertos por la mitad o enteros, acompañados de quesos, mantecas o mermeladas. Tibios o fríos forman parte tanto del típico desayuno inglés como de la merienda tardía escocesa. En todos los casos, se trata de preparaciones de textura agradable, suave, algo mantecosa y tierna que, en versiones clásicas o modernas, hacen las delicias de generaciones enteras.
Hoy les propongo que preparemos unos Scones salados de avena, nueces y queso que podrán incluir en la mesa del té de la tarde tanto como en un delicioso desayuno o una picada entre amigos, porque admiten que los comamos solos o acompañados de una rica variedad de quesos y patés (vegetales o no).
Aquí está la lista de ingredientes que necesitarán.
La receta que te presento hoy es muy fácil y rápida de realizar, ya verás. Puede elaborarse tanto a mano como en procesadora/mixer, si deseás agilizar los tiempos de preparación.
Lo primero será que tamices 300 gramos de harina leudante (o harina 0000) junto con una pizca de sal y 2 cucharaditas de polvo para hornear. A esa mezcla unile los 100 gramos de avena. Integrá bien todos estos ingredientes.En procesadora o mixer, procesá los ingredientes secos junto con 100 gramos de manteca bien fría cortada en cubos hasta obtener una mezcla arenosa.
Luego, incorporá 50 gramos de nueces molidas y continuá procesando mientras agregás 2 huevos ligeramente batidos.Entonces, añadí leche descremada a medida que la preparación lo requiera. Esto es en pequeñas porciones hasta que obtengas una masa suave, lisa y tierna. En ese momento, agregá 100 gramos de queso rallado fino (el de tu preferencia o el que tengas en casa, pero que sea gustoso y algo picantito).
Volcá la mezcla en un bol y con un cornet (espátula metálica o de plástico que se utiliza en pastelería), para evitar transmitirle calor con las manos, terminá de integrar el queso.
Sobre mesa ligeramente enharinada, amasá y estirá la masa con palote, dejándola gordita (de unos 2 centímetros de grosor aproximadamente). Admito que en algunos casos no respeté esta premisa, razón por la cual algunos de mis scones quedaron deliciosos, pero menos regordetes de lo que deberían estar... Por ello, haceme caso y dejales altura suficiente para que se luzclan con toda justicia (Haz lo que yo digo, mas no lo que yo hago...).
Con cortante de forma circular separá porciones de masa y ubicalas sobre placa para horno enmantecada. Si preferís, podés realizar los cortes en forma triangular para no desperdiciar nada de masa, aunque - como bien sabés - si amasás mínimamente y estirás otra vez, podés seguir obteniendo más scones de los recortes de masa que van quedando.
Por último, pintalos con huevo ligeramente batido y espolvorealos por encima con avena.
En horno precalentado a 180-190° C, cociná por unos 20 minutos o hasta que estén dorados.
Se pueden comer calentitos, templados o fríos y son ideales para acompañar desayunos, meriendas, tentempiés o picada entre amigos.
Sabrosos, con un ligero sabor a queso y nueces, y con abundantes fibras que aporta la avena, estos scones diferentes gustarán a todo el mundo con su saborcito delicado y sutil.
En un frasco o envase hermético duran unos cuantos días y se conservan frescos sin perder la humedad o la textura suave y agradable.
En esta receta se puede incluir la avena que queda como remanente de la preparción de la leche de avena (receta aquí) que les enseñé hace unos días. De igual manera, la leche que requiere esta preparación puede reemplazarse sin mayores inconvenientes por dicha leche de avena (preferentemente, preparada sin extracto de vainilla). Es, entonces, una excelente oportunidad para incluir avena en nuestra dieta cotidiana, ya que nos aporta muchos nutrientes y oligoelementos (sustancias indispensables para el correcto funcionamiento de los procesos fisiológicos de nuestro organismo), además de textura y humedad a nuestras recetas.
Espero que les guste la propuesta. Les deseo una excelente semana. Nos vemos la próxima. ¡Bon appétit!