Revista Toros

Se busca bravura

Por Malagatoro

Se busca bravura

Defraudó la corrida de Guardiola


Ficha del festejo:

Plaza de la Malagueta. 14 de agosto de 2012. Quinta corrida de feria. Menos de media plaza.

Toros de Salvador Guardiola, desiguales de presentación, mansos, descastados y reservones. El sexto desarrolló peligro.

EL FUNDI: pinchazo, media tendida y tres descabellos (ovación); pinchazo, casi entera caída y un descabello (silencio).

JOSE LUIS MORENO: dos pinchazos y un descabello (silencio); estocada, dos descabellos, aviso y seis descabellos (silencio).

LUIS BOLIVAR: sartenazo en los costillares, aviso y dos descabellos (silencio); dos pinchazos y un descabello (silencio).


Con el recuerdo de la gran corrida de Guardiola de la feria del pasado año, veníamos con ilusión a la Malagueta. Pero ni en presencia, ni en comportamiento, los toros que saltaron ayer al albero se parecieron a sus antecesores. Era la que se había catalogado como la corrida “torista” de la feria. Fue un encierro con trapío, pero desigualmente presentado y que bajó significativamente  en comparación a la del pasado año. Salvo el tercero, encastado y con genio, el resto fueron toros descastados, mansurrones y reservados, desarrollando peligro el sexto.

Se busca bravura
Una de las novedades fue la presencia de un “ojo de cerradura” en el ruedo para realizar la suerte de varas, debido a la loable iniciativa de la Asociación de Aficionados Prácticos, con la colaboración de la empresa, para potenciar la, en vías de extinción, suerte de varas. Había un premio de 500 euros para el mejor picador, que no llegó al bolsillo de ninguno de los del castoreño, porque quedó desierto. Aplaudimos esta iniciativa, pero pensamos que dar la importancia que debe tener la suerte de varas debería, idealmente, hacerse extensible a todas las corridas. Pero para eso hace falta algo fundamental:  picadores que sepan torear a caballo, pues los que lo hacen se cuentan con los dedos de una mano.

La triste realidad es que, a la mayoría del público, no le interesa la suerte de varas y quiere que se pique lo menos posible. Tal y como se ejecuta en la actualidad, para los espectadores, solo supone un castigo que resta fuerzas al toro para el mejor lucimiento del torero en el último tercio. Se protesta cuando se pica, y cuando se simula con un picotazo el picador es ovacionado. Hogaño, el primer tercio ha quedado cercenado en lo fundamental: medir la bravura del toro y dejémonos de teorías modernas que hablan de dos “bravuras”: la del caballo y la de la muleta. La condición de bravo de un toro de lidia es única y se mide en el caballo.

Ayer la bravura, una vez más, brilló por su ausencia, pues la corrida fue un compendio de falta de casta y de mansesumbre. Desde el tendido una voz preguntaba ¿dónde está la bravura? Algo de ella, me imagino, debe quedar en el campo. Porque el toro que actualmente se lidia, por buscar eso que llaman “toreabilidad” (léase “bravura en la muleta”), se ha transformado en un dócil, noble y aborregado animal, que no crea sensación de peligro ni emoción en los tendidos, y que ha traído la “monofaena” y el “monoencaste”  Pero, en otros casos, los menos, surge la casta mala que se traduce en un animal imposible, reservón y que desarrolla peligro, imposible para el concepto del toreo que surgió con Belmonte y Chicuelo, y que es el que ha pervivido hasta nuestros días. Casta, bravura y nobleza; en la conjunción de estos caracteres está  la clave en la selección del toro de lidia.

Tampoco los picadores brillaron ayer ejecutando la suerte y, por ello, el premio quedó justamente desierto. El primer tercio quedó convertido en una vulgaridad. No se movía el caballo correctamente, y se citaba y recibía al toro de perfil o a caballo atravesado. Y como es costumbre, se dejaba llegar al burel y una vez estrellado en el peto se le tapaba la salida y no se sacaba con prontitud. Así se les zurró la badana que era de lo que, a la postre, se quería por parte de la terna. Demasiados marronazos, puyazos traseros y alguno que otro en el pico de la paletilla. La lidia ha sido también un despropósito. Mala colocación en el primer tercio, y mucho desconcierto y capotazos de aquí para allá en el de banderillas. Los tiempos antiguos del toreo se caracterizaron por una lidia sin toreo. En la edad de oro hubo lidia y toreo, y en la actual no hay ni lidia ni toreo, o en cualquier caso, toreo sin lidia.

Se busca bravura
El Fundi, se despedía de Málaga y recibió una cerrada ovación por parte del público al finalizar el paseíllo. Lo cierto es que no tuvo suerte en su lote. Pero debo decir que parecía estar con la cabeza más pensando en su merecido retiro, por una trayectoria de honradez y profesionalidad intachables, que en lo que había en el ruedo. Con su primero, manso y descastado que cortó en banderillas, intentó sobarlo con la muleta pero se rajó y por el pitón izquierdo no pasaba. El cuarto, no quería caballo, reservón y con querencia a tablas. Macheteo tirando de oficio y lo pasaportó. 

Se busca bravura
El cordobés José Luis Moreno estuvo mal, sin paliativos. No es ni sombra de aquel Moreno que de novillero y al comienzo de su etapa de torero tanto nos gustó. El segundo fue un toro de salida reservón que se emplazó. Fue el que más empujó en el caballo aunque sin humillar y con un sólo pitón. Cortaba en banderillas. Moreno muy descolocado, metiendo pico, sin dejar la muleta puesta. Al final se vinieron abajo el descastado toro y el desganado torero. Entra a matar huyendo y receta un monumental marronazo. El quinto fue el peor presentado y salió acalambrado. Le dieron fuerte y mal en varas. El toro no era bueno, pero su matador tampoco estuvo por la labor. Afligido, con muchos enganchones, dando un derechazo para en el siguiente vaciar la embestida, aliviándose, sin ligar. Finalizó dando un mitin con el descabello. Pena de torero.

Se busca bravura
Luis Bolívar, no pudo con el tercero de la tarde, un animal encastado, que se dejó en el primer puyazo y manseó en el segundo. Embistió con genio y le puso en dificultades. El animal se desplazaba y repetía la embestida, pero la faena tuvo demasiados enganchones por falta de temple. Sin bajar la mano, toreando de abajo a arriba y aliviándose vaciando la embestida. Lo pasaportó de un infame sartenazo. Brindó la muerte del sexto al equipo médico de la plaza, que le asistió de la cornada que sufrió hace dos años en su última actuación en la Malagueta. El toro, quizás el mejor presentado, que cumplió en varas, apretaba en banderillas y desarrolló peligro, haciendo hilo y  poniendo en apuros al colombiano. Aunque lo intentó, anduvo desconfiado, pero es cierto que apenas le dio opciones y le buscaba, por lo que hizo bien en quitárselo de en medio.

Paz y salud

Pepe Pastor


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