Lee en Las Provincias que los padres de un Javi, un niño de cuatro años de Torrent, han perdido a Elly y han decidido pegar carteles de se busca del animal. Una puede pensar que se trata de un animal doméstico, que lo es, quizá un perro o un gato. Doméstico, dice, porque Javi ha dormido abrazo a él desde que nació. Y ya van cuatro años. Toda una vida. Sólo que Elly es un pelín más grande. Es un elefante. Azul. Pero un elefante al fin y al cabo.
Lo más enternecedor de esta historia es que el cartel de se busca es por un elefante azul y de peluche, extraviado. Todos esos carteles, disgustos y energía por un peluche perdido. La historia, por supuesto, ha saltado a las redes sociales. Y el cartel de Elly se ha compartido una y otra vez. De muro en muro. No, no es ninguna broma. La desesperanza es libre.
- Fuente: Twitter
Los padres del niño desandaron sus pasos pero nada e incluso llamaron a la empresa fabricante donde les comunicaron que Elly estaba descatalogado.
Hasta donde ella sabe lo carteles se colocan cuando un animal real desaparece. Con la irrupción de las nuevas tecnologías cada vez es más raro ver esos carteles físicamente pegados a una farola de una ciudad. Y carteles de ese tipo pueblan los muros virtuales. Todos ellos apelando a la solidaridad del click. Si les ha de ser sincera, cuando vio la foto de Elly no supo qué pensar. No podía ser que esos padres sólo buscaran llamar la atención.
En un mundo material y absurdo en el que hay personas que pierden atropellado al cachorro de su hija y automáticamente –después de tirarlo a la basura- compran un perro idéntico a la niña, la historia de los padres de Javi le reconcilia con el mundo. Nos explica que no todo es reemplazable y que lo esencial es invisible a los ojos. Y de elefantes sabe un rato El Principito.
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