Revista Medio Ambiente

¿Se están volviendo los animales más confiados sin nosotros?

Por Davidalvarez
En los últimos días, la abundancia de bancos de peces, sobre todo caballas y seguramente anchoas o bocartes, está propiciando la presencia de cetáceos en las aguas costeras. Por otra parte, la ausencia de viento, unida a una mar completamente en calma y sin rastro de niebla, facilita la detección de los cetáceos incluso a muchos kilómetros de distancia. Si a esto le añadimos que en estos días de confinamiento estamos dedicando muchas más horas a la observación de las que dedicamos en condiciones normales, el cóctel perfecto está servido.
Últimamente se ha hablado mucho sobre este tema, se comenta que los animales están más visibles que nunca porque no estamos nosotros para molestarlos, pero tendemos a olvidar una de las variables más importantes en todo muestreo: el esfuerzo, en este caso el número de horas dedicadas a buscarlos y también el número de observadores involucrados. Resulta obvio que cuantas más horas miremos a la mar y más ojos estén pendientes, el número de observaciones será mayor.
Por otra parte, tampoco podemos obviar que la práctica ausencia de ruidos "humanos", sobre todo en las ciudades, hace que los sonidos que emiten algunas especies, como las aves, sean más detectables ahora que hace poco más de un mes. Lo mismo ocurre con el espacio que nosotros y nuestras máquinas ocupan, invadiendo muchas veces el espacio de campeo de los animales. Una vez que no estamos presentes, ese espacio empieza a estar más disponible para ellos.

Tengo la suerte de pasar estos días de confinamiento al lado de la mar y estoy dedicando más horas que nunca a mirar por el telescopio buscando cualquier cosa que se mueva en la superficie. De esta forma he podido ver muchas especies, tanto de cetáceos como de aves, e incluso ayer pude disfrutar del espectáculo de una enorme manada de Delfines listados (Stenella coeruleoalba) muy cerca de la costa, algo no muy frecuente en esta especie y que al menos yo, nunca había tenido la suerte de ver.
¿Se están haciendo los animales más confiados porque no estamos nosotros molestándolos? ¿Son igual de confiados pero ahora los vemos más porque nos fijamos más en ellos?¿Son más confiados y además nos fijamos más en ellos? La pregunta está servida. No hay duda de que estamos asistiendo a un experimento sin precedentes. Por una parte, cómo la exclusión temporal de una especie (en este caso la nuestra) puede afectar al comportamiento del resto, y por otra parte, cómo el incremento del esfuerzo de muestreo, en una gran cantidad de lugares simultáneamente, puede aumentar nuestro conocimiento sobre la distribución, la fenología o la etología de muchos animales.
Sea lo que sea, nunca es mal momento para disfrutar de esa vida, que en nuestra ausencia, sigue moviéndose a nuestro alrededor

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