Leí Dune. Ahora retorno, como un buen jedi, a la saga. Normalmente las sagas están compuestas por un buen primer libro. Luego viene el segundo que se sostiene por el primero. Y en el tercero todo se desvanece. En la saga de Dune no. Hablo con gente diversa todos los días y hago la prueba. Mando un señuelo. Un mensaje encriptado y me doy cuenta que nadie o casi nadie recuerda el Dune de Frank Herbert, ahí avanzada la década de los sesenta del siglo pasado. Pura ciencia ficción con aires místicos que lejos de hundir la saga, el lado espiritual la realza. Dune es un prodigio del arte. También leí el Dubliners de James Joyce. Maldito Joyce. Un maestro retratando historias comunes a través de las cuales retrata y sangra el vacío de la vida, a lo que yo más temo. Nadie como Joyece para dibujar grietas. En fin. Una obra maestra, como Dune, pero de digestión depresiva, al contrario que Dune. Sé Fremen, amigo mío, amiga mía.
Sé Fremen no Femen