Ea. Ya vale. Que no cuela, vaya. Que aunque no sea politicamente correcto voy a decir lo que llevo pensando mucho tiempo y no veo que nadie explique con claridad en este tema de los desahucios: que nadie se quita la vida, que nadie se suicida, por un desahucio.
Me he animado a compartir esta reflexión al leer la valiente entrada de mi compañera Belén Navarro "De desahucios, suicidios, servicios sociales y hartazgo" , donde denuncia con claridad algunos aspectos en relación a estos casos, aspectos que yo pretendo desarrollar aquí.Y es que mola llamar asesinos a los que desahucian. A esos bancos que promueven los casos, a los jueces que aplican la ley sobre la propiedad, a los políticos encargados de legislar, a esos policías que colaboran con el mandato judicial, a esos servicios sociales que no han tramitado con celeridad una alternativa...
En unos casos es una manera de instrumentalizar un hecho para intentar defender una causa en la que se cree. En otros casos es simplemente una reacción ante el dolor de presenciar como el sufrimiento de uno de nuestros semejantes le ha llevado a terminar con su vida.
A todos nos van las explicaciones sencillas y lineales. Si una persona se ha suicidado y estaba inserta en un proceso de desahucio, se atribuye la culpa de ese suicidio a ese proceso y pasamos a otra cosa. El problema es que en un mundo tan complejo y global como el que vivimos, esas explicaciones no sirven.
Y menos en el caso de los suicidios. Un suicidio es un asunto muy complejo, donde se entrelazan factores psicológicos individuales de diversa etiología, junto a un gran número de factores sociales y relacionales en la biografía e historia vital de un sujeto, causándole un gran sufrimiento y una situación insostenible de la que se pretende escapar con ese acto.
Ya Emile Durkheim, en su famoso estudio sociológico de hace más de cien años, demostró la importancia de esos factores sociales y propuso una clasificación de distintos tipos de suicidio. Desde entonces, han sido numerosos los autores y estudios sobre la conducta suicida, que, aún hoy, estamos lejos de comprender.
Pero algo está claro. No puede ser atribuida esta conducta a un sólo factor. Al menos sin oscurecer el resto mediante una puntuación interesada que nos lleva a una menor comprensión del contexto y, por tanto, a una menor capacidad de prevenir y evitar estas situaciones.
Sentadas pues las bases de lo que pienso y obligado a aclarar que no estoy legitimando los desahucios ni negando el sufrimiento que suponen para quien los padece, sigamos denunciando otro aspecto de ese pensamiento simplificador tan arraigado.
Buscando eludir responsabilidades y legitimar el status quo establecido, se trata ahora de buscar a los culpables, esto es, a los asesinos.
Y aquí aparecen los servicios sociales, bien pertrechados con su traje de "chivo expiatorio", prestos a ser acusados del crimen.
Para gran parte de la sociedad, sobre todo para los políticos que intentan eludir responsabilidades y para muchas entidades "activistas", los servicios sociales somos los encargados de proporcionar vivienda a quien no la tiene. Ergo si a alguien le quitan la suya o le desalojan de la que ocupa, se crea un problema que deben solucionar con inmediatez, diligencia y anticipación.
Se trata de un fenómeno de desresponsabilización y delegación que todavía en servicios sociales no hemos identificado suficientemente y para el que carecemos de defensa alguna. Si os interesa, hablé de estas cosas en mi entrada "El secuestro de la relación de ayuda".
Al mismo tiempo que se dificulta e impide nuestro trabajo, los servicios sociales debemos proveer de recursos ilimitados para estas situaciones. Como dice la canción, debemos tener "pomada pa' to' los dolores, remedio para toda clase de errores, también recetas pa' la desilusión". Al igual que tenemos que erradicar la pobreza y alimentar a los que pasan hambre, tenemos que proporcionar vivienda a quien no la tiene.Y además debe hacerse "a la carta", aunque de esto hablaremos otro día.El problema así, de nuevo, deja de sersocial para pasar a ser individual. El problema no será más que la política de vivienda sea un disparate a nivel nacional y municipal, que nuestra sociedad está entregada al individualismo insolidario, ni que los servicios sociales tengamos "de facto" atribuidas unas funciones que no nos corresponden... El problema será que una trabajadora social de un centro de servicios sociales no ha sido suficientemente diligente para proporcionar una nueva vivienda, tal como la persona que se ha suicidado requería.Entiendo y comparto el hartazgo de mi compañera Belén. Yo cada vez que oigo a esos políticos irresponsables utilizándonos como chivo expiatorio me dan ganas de... (no, de suicidarme no), de vomitar.