
Se lo han quedado todo.
Se han quedado nuestros sueños, nuestros planes de futuro, nuestras casas, nuestros trabajos, nuestros salarios, nuestras ciudades.
Se han quedado nuestras esperanzas, nuestras ilusiones, nuestras oportunidades. NUESTRA DIGNIDAD.
Se han quedado nuestras aspiraciones, nos han convertido en los camareros y niñeras de Europa.
Se han llenado los bolsillos, se siguen llenando sus bolsillos y lo seguirán haciendo. Se han quedado nuestro dinero.
Y lo peor de todo, es que se siguen quedando nuestros votos.


