Para el 19 de diciembre próximo está anunciado el reestreno porteño de La dolce vita. Se trata de la versión restaurada que Martin Scorsese presentó en el Festival de Roma de 2010, y en honor al cincuentenario del estreno de la enorme película de Federico Fellini. Ahora, el British Film Institute la distribuye a nivel internacional en el marco del homenaje que el Ministerio de Cultura italiano y Luce Cinecittà prepararon para celebrar los cien años que el regista romano cumpliría el 20 de enero de 2020.
El realizador estadounidense fue uno de los impulsores de la digitalización que la Cinemateca de Bologna y la Cinemateca Nacional de Italia realizaron con la ayuda financiera de la Fundación Jérôme Seydoux-Pathé, las productoras Pathé Films, Medusa Film, Mediaset, Paramount Pictures, la mencionada Luce Cinecittà y Gucci. El trabajo consistió en una limpieza general y en un proceso de remasterización en 4K que provee una resolución de imagen cuatro veces superior al parámetro HD (High Definition o Alta Definición). Según contó La Nación nueve años atrás, se invirtieron unas ocho mil horas en esta restauración de precisión quirúrgica.
A la luz de este trabajo, se descubrió una versión más extensa del film. Duraba tres horas y diez minutos en lugar de la copia estrenada, de dos horas y cuarto.
Mirada Distribution compró los derechos de distribución local de La dolce vita depurada. De esta manera, trae a nuestro país un pedacito del Fellini 100 Official Tour, una serie de tributos que circularán por los principales museos e institutos de cine del mundo, adelantó el BFI a fines de octubre pasado.
Según el mismo artículo de La Nación, en el Festival de Roma de 2010 Scorsese sostuvo: «La dolce vita rompió todas las reglas de la narración, rompió la censura y con su audacia demostró que en la pantalla grande se puede ser honesto. Nunca se había visto una obra de semejante intensidad moral, inteligencia y madurez. Por eso cambió la historia del cine».
Vale recordar estas palabras antes de (volver) a reencontrar al Marcello Rubini que Marcello Mastroianni compuso para la posteridad. Caló tan hondo el periodista desencantado a cargo del célebre actor italiano que le debemos el uso internacional del término Paparazzo y su plural Paparazzi.
La sueca Anita Ekberg y los franceses Alian Cuny y Anouk Aimée acompañaron al padre de Chiara en este retrato de la alta burguesía romana que fastidió a dos de sus acólitos: la Democrazia Cristiana y el Vaticano. Cuenta la leyenda que Dino De Laurentiis presionó para que Paul Newman primero y Gérard Philipe después encarnaran el rol protagónico porque consideraba que Mastroianni parecía un buen padre de familia antes que un periodista cínico y seductor. El productor se bajó del proyecto ante la elección final de Fellini.