Por Gastón del Torto / @g_deltorto
Pensar que cuando concluyó la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010 se suponía vendrían tiempos mejores, la esperanza estaba en cambiar el juego. De aquella intención dependiente y poco ofensiva de Diego Maradona en la máxima cita futbolística llegó Sergio Batista, con una medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 (bien ganada y merecida, por cierto). Hoy, tras un año de gestión y haciendo un análisis de sus amistosos y estos dos partidos oficiales, posiblemente ambos entrenadores estén leyendo el mismo libro, o al menos, uno parecido.
Con la testarudez e incoherencia del técnico, por ejemplo con la convocatoria y posterior titularidad de Carlos Tevez; la forma en la que arma el equipo, intentando (en vano) parecerse a uno de los mejores de todos los tiempos y además de la rareza de no poner a Javier Pastore por segundo encuentro consecutivo, acaso una de las figuras de la Liga Italiana. Más decisiones que no fueron las más atinadas y los desempeños de algunos jugadores, evidencian las fallas de un proyecto, que no tiene como objetivo la Copa América, sino el Mundial de Brasil 2014. De hecho, ni siquiera empezaron las eliminatorias aún pero las falencias están expuestas ante cada nueva presentación de Argentina.
En el caso de que sea posible, en el empate sin goles de hoy frente a Colombia, el seleccionado jugó peor que contra Bolivia. Batista repitió casi todos los títulares salvo Marco Rojo, quien terminó pagando la mala actuación del plantel completo. En su lugar, Pablo Zabaleta que pasó a jugar por la derecha y Javier Zanetti, ocupó el lugar vacante del ex Estudiantes. En el mediocampo y delantera, sin cambios. ¡Que extraño! Por lo menos discutible, a raíz de los problemas que tuvo el equipo, principalmente, en la gestación de juego.
Esta vez, contra un seleccionado mucho más armado y peligroso que el boliviano, Argentina volvió a mostrar los mismos errores y también agregó los defensivos. Revivió algunas páginas del partido inaugural y acaso también de los cuartos de final del Mundial contra Alemania. Estuvo falto de movimiento y de apoyo entre sí, fue individualista, tardó en jugar la pelota y centró demasiado el juego. Dejó muy solo a Javier Mascherano en la recuperación y no por ser ofensivo sino por carencia de teoría.
Puntualmente, las actuaciones de Esteban Cambiasso y Ever Banega fueron mucho peor que la última vez. Les costó jugar claro el balón, a un toque y ocupar sus lugares en la cancha porque más de una vez terminaron molestándose entre sí. Aunque lo más importante pasó por la total falta de criterio para determinar cuando salir a cortar y cuando quedarse más rezagados para cooperar en la marca. En más de una ocasión, los dos salieron disparados tontamente hacia delante para intentar recuperar y el jugador colombiano, con un toque simple, podía dejarlos en el camino, para que su compañero encare directamente a los centrales.
Los delanteros y los centrales estuvieron lejos de haber realizado una tarea mejor. Nicolás Burdisso y Gabriel Milito parecía que jugaban otro partido. Con un trabajo defensivo aceptable pero muy erráticos en la entrega. Desconcentrados e imprecisos. De hecho, hicieron un pase al medio cada uno que terminó, más que nada la del ex Independiente, en una chance clara de gol, que inexplicablemente desperdició Dayro Moreno después de un penal enorme que cometió el jugador de la Roma sobre Adrián Ramos.
Adelante, muchos arrestos individuales y poco pensados. Corriendo derecho, sin frenar, creyendo que cuantos más metros ganasen, mejor. Y no es así. Hay que parar la pelota, pensar y luego jugar. Naturalmente que cuanto más rápido se realice el proceso, más efectivo será. Como remarcó alguna vez César Luis Menotti: “Cuando un equipo juega a tres toques, lo hace bien. Cuando juega a dos, muy bien y a uno, excelente”. Esa es la fórmula: tocar, moverse, comenzar abriendo la cancha para terminar por el centro, pedir la pelota, cooperar con el compañero y apoyarlo cuando está arrinconado por varios rivales. Simple y corto.
Imagínense lo mal que jugó el seleccionado nacional que Messi quedó envuelto en esta vorágine. Tocó la pelota de a ratos, se lo vio ofuscado y disconforme con su actuación y la del equipo en general. Estuvo molesto porque no se jugó como él quería ni como creía que era mejor. Varias veces “retó” a los centrales cuando tiraban pelotazos y a los volantes cuando no le daban la pelota. Aún así, dentro de un ambiente negativo y no apto para este estilo de figuras, metió un pase exquisito para Ezequiel Lavezzi quien intentó definir cruzado pero el arquero, Luis Martínez, detuvo con la pierna derecha. El ejemplo más claro de tristeza fue cuando desperdició un tiro libre a 25 metros del arco, que pateó muy por encima del travesaño.
Por el contario, el conjunto de Hernán Gómez sí estuvo a las alturas de las circunstancias. Aprovechó la desesperación de Argentina y se mantuvo ordenado y picante en ataque. Una defensa segura, con laterales dispuestos a llegar al fondo y una buena actuación de Carlos Sánchez quien suplantó a Gustavo Bolívar como volante tapón. En ofensiva, por momentos, Falcao, Moreno y Ramos, con la ayuda de Fredy Guarín, se juntaron en espacios chicos y triangularon pero no estuvieron finos para definir. Cuando sí lo estuvieron, apareció la “pequeña” figura de Sergio Romero. Sin duda lo mejor del equipo de Batista. Tapo dos o tres mano a mano y un tiro cruzado de Pablo Armero con unos reflejos increíbles. Si el seleccionado no perdió, mucho tuvo que ver en eso el arquero del AZ Alkmaar holandés.
Así va a ser difícil. No sólo ganar sino jugar bien. Decente, al menos. A pesar de que se clasifiquen los dos mejores terceros, Argentina la tendrá complicada, en caso de que mañana Bolivia le gane a Costa Rica. Pero sin duda lo más importante no pasa por allí sino por lo que este cúmulo de figuras pueda hacer para unirse y transformarse en un equipo. Que el hincha tenga ganas de ver los partidos de la selección y que no sean un sufrimiento. En estos días, el entrenador tendrá que escuchar y tomar las decisiones indicadas y así encaminar poco a poco un nuevo rumbo hacia las instancias finales pero preocupándose más en el juego que en el resultado final. Pues nadie se desvive por ganar una Copa América. Distinto es un Mundial. De esta manera, el próximo lunes, desde las 21.45, el equipo de Batista se enfrentará al de Ricardo La Volpe en el estadio Mario Kempes, de Córdoba.