Revista Historia

Se vende casa con crimen incluido

Por Crimenycriminal @crimenycriminal
John F. Kennedy: “Negociemos libres de miedo, pero no temamos negociar”
SE VENDE CASA CON CRIMEN INCLUIDO¿Alguna vez se han detenido a pensar en el grado de especialización que han adquirido las agencias inmobiliarias? Hagan ese ejercicio. El referido sector no ha escapado a esa ola de concretización que sacude las economías de los países más desarrollados. De este modo, existen centros que gestionan la compra o alquiler no ya de inmuebles residenciales, oficinas o naves logísticas, sino que profundizan aún más y se han especializado en viviendas de lujo, casas vacacionales, apartamentos para rodajes de películas, residencias para expatriados, moradas para ejecutivos…Y un largo etcétera en el que no tiene cabida, como sí ocurre en países como Japón o China, el alquiler o venta de una de las propiedades más difíciles de ‘colocar’, aquella en la que se haya producido un homicidio. 
Como la lógica invita a pensar, existen dos pasos previos para tratar de vender o alquilar una casa en la que se hubiese producido un suceso de estas características: bajar el precio o agudizar el ingenio. Y, a veces, únicamente y no siempre con éxito, sólo se puede recurrir a la primera. “Si el hecho sí es conocido, claro que tiene impacto en el precio de la vivienda. A corto plazo influye, pero a medio o largo plazo, no”, aseguran sin base alguna más que la propia experiencia, no existen estadísticas al respecto, destacados miembros de uno de los sectores profesionales que actúan en este terreno, los tasadores. Y en cuanto al ingenio, depende de la imaginación de cada persona. No existe un protocolo. “Es tan anecdótico que no existe formación al respecto”, explican desde las escuelas de estudios inmobiliarios para justificar la no existencia de ningún tipo de enseñanza al respecto. 
El silencio
La ley en Japón obliga a informar a un posible arrendador o comprador de una muerte en extrañas circunstancias en una casa hasta siete años después de que haya sucedido. Son puntillosos en la concreción de esa información: el día de la muerte, el día que se encontró a la víctima o las víctimas, la edad de las mismas, qué ocurrió. También ofrecen los detalles de la exhaustiva limpieza llevada a cabo en la escena del crimen para acabar de convencer a los interesados, la mayoría de ellos atraídos por la bajada de precios que va asociado a este tipo de viviendas. En España, sin embargo, al igual que en otros muchos países, no. Por ello, impera el silencio. No sólo a nivel legal, sino también mediático. No quieren ofrecen detalles. El hermetismo en estos casos es total. 
La persona que quiere poner la vivienda en el mercado, lo silencia para no espantar a posibles clientes. Probablemente, ni lo comparta con la agencia inmobiliaria, que tampoco tendría la obligación de ponerlo en conocimiento de posibles interesados si realmente lo supiese. Sin embargo, cuando el hecho es tan conocido que es imposible de obviar, la estrategia para no ahuyentar a posibles arrendatarios o compradores consiste en ser lo menos específicos posibles en el anuncio. Es una manera de atraer gente, evitar fisgones y buscar en el cara a cara convencer al interesado quien, atendiendo a lo ocurrido en muchos de estos casos, suele huir despavorido al asociar espacio y homicidio. 
En definitiva, aquella casa que va con escena de crimen incluida no es una casa más. Algunas se lograron vender, otras aún están a la espera de un comprador y algunas fueron derruidas o utilizadas con otro fin. 
El ingenio: La Casa maldita
“Anulen mi cita, no estoy interesado en comprar una casa en la que se han cometido tantos asesinatos”. Más o menos esta fuera la manera en la que los empleados de la Red Comprar Casa Api Monteleon se enteraron de que tenían entre manos la misión de vender una vivienda en un edificio en el que se habían producido ocho asesinatos y un suicidio. Era la conocida como la casa maldita, en la calle Antonio Grilo 3. 
Allí ocurrió de todo. Desde un sastre que asesinó a su mujer y sus cinco hijos y amenazaba con suicidarse agobiado por las deudas, fue portada de la revista el Caso, en 1964, hasta una veinteañera que mató a su bebé recién nacido y lo escondió en un cajón dos años después y empezando por el homicidio en 1945 de un camisero que había fallecido en su cama tras recibir un fuerte golpe en la cabeza. “Aquello no lo podíamos ocultar, entendíamos que era contraproducente, así que tratamos de darle la vuelta a la tortilla y utilizar el ingenio”, cuentan a OneMagazine desde la agencia inmobiliaria. Por ello, decidieron enganchar con el anuncio del inmueble. 
“En el edificio que ha hecho estragos en la prensa se vende piso de 60 metros con dos dormitorios, salón, cocina y cuarto de baño. Al lado de la Gran Via y Plaza España. La mejor inversión a futuro… consúltanos sin compromiso. Si te gusta el riesgo, si te atreves con todo y las leyendas urbanas, aun siendo reales, no te amedrentan, te invitamos a conocer esta finca y su historia. La casa del terror se queda en un juego de niños comparado con una visita a esta… ¿tu futura casa? Cuenta el anecdotario que esta es la casa con más misterios de Madrid y que será más famosa que la de Amityville… Justo frente del Mercado Agroecológico de Malasaña y a 50 metros del Mercado de Plaza de los Mostenses. Con perfectas comunicaciones de autobuses y metro. En la zona de ocio y cultura más intrigante del Madrid Centro.”, rezaba la mencionada publicidad en los portales inmobiliarios. 
“Y conseguimos nuestro objetivo, la vendimos, y a precio de mercado”, refuerza una de las agentes inmobiliarias que trabajó en un caso que saltó a la fama en 2014 y por el que siguen siendo noticia. “En el centro de Madrid es raro que no haya pasado nada en un edificio. Todos tienen su historia”, matiza para explicar que, en esta situación, el hecho de los que sucesos hubiesen ocurrido tiempo atrás y la propia ubicación, hacían más fácil su venta. 
Crimen y fantasmas, venta imposible: La casa colonial de Amityville
Se vende casa de estilo colonial en el 112 de Ocean Avenue, en Amityville (Nueva York), 400 metros cuadrados, cinco dormitorios y cuatro baños, 1.500 m² de parcela y dos plazas de garaje. Su precio: 760.000 euros. Todo un chollo, ¿verdad? Pues, créanlo, no se vende. 
La dificultad de traspasar la vivienda se remonta al pasado y lejano 13 de noviembre de 1974 cuando la familia DeFeo, compuesta por padre, madre y cuatro hermanos, eran brutalmente asesinados en la casa por el hijo mayor, quien con un fusil de gran calibre aprovechó la quietud de la noche y el sueño para cometer tal matanza. El asesino aseguró durante el juicio que unas voces le habían obligado a matar a su familia. Los jueces no le creyeron y le condenaron a cumplir cadena perpetua.
Dos años después de los asesinatos, el 112 de Ocean Avenue consiguió tener nuevos inquilinos: la familia Lutz. Sin embargo, su estancia duraría apenas un par de semanas. Salieron despavoridos asegurando que todos los días a la hora en que se sucedió el crimen de la familia DeFeo se sucedían apariciones espectrales.
La mansión se popularizó hasta el punto de convertirse en uno de los puntos más conocidos para los amantes del misterio. Todo ello impulsado por la publicación en 1977 del libro 'La morada del miedo: una historia verdadera' y su posterior película, llamada 'Terror en Amityville'.
Una venta imposible: La mansión de los Marqueses de Urquijo.
Ni bajar el precio, ni agudizar el ingenio…Nada ha funcionado en este caso hasta el momento. Tratarse de uno de los crímenes más mediáticos de nuestro país y ser resuelto con una sentencia llena de enigmas y polémica, han provocado que la mansión en la que se produjo haya sido imposible de vender años después. 
Hablamos de una lujosa residencia en el número 27 del camino viejo de Humera del selecto barrio de Somosaguas (Madrid). Una vivienda apetecible, que ‘abandonó el mercado inmobiliario el ya lejano 1 de agosto de 1980, cuando tres certeros disparos terminaron con la vida de Manuel de la Sierra y Torres y su esposa, María Lourdes Urquijo y Morenés, Marqueses de Urquijo y Grandes de España. Un asesinato que, dese ese mismo instante, se convertiría en el crimen más presente en el imaginario colectivo desde la llegada de la democracia.
El robo quedó descartado en un primer momento al comprobarse que no faltaba ningún objeto de valor del interior del gran chalé de dos plantas. Los investigadores creyeron entonces que el homicidio podía deberse a un ajuste de cuentas y que hubiese sido perpetrado por profesionales. Las semanas corrían y las líneas de investigación que los detectives barajaban no daban sus frutos así que decidieron centrarse en el círculo más cercano de los marqueses.
Fue así como el 6 de abril de 1981, ocho meses después del crimen, la Policía detuvo a Rafal Escobedo, marido de la hija mayor de los marqueses, al encontrar en su finca de Moncalvillo de Huete (Cuenca) varios casquillos del calibre 22 con las mismas marcas que presentaban los recogidos en el lugar del crimen.
Escobedo fue condenado a 53 años de prisión en la cárcel del Dueso (Cantabria). El 27 de julio de 1988, cuatro años después de ser condenado, apareció muerto. Según la versión oficial, se ahorcó en los barrotes de su celda con un trozo de sábana. Una versión que fue cuestionada siempre por su abogado, Marcos García Montes. 
Un caso atípico: La casa Casuarina
43 millones de euros, el triple de su precio de salida en la subasta y 10 millones de euros más de lo que le costó construirla a Gianni Versace fue lo que pagaron David y Victoria Beckham por la casa Casuarina en 2014. En este atípico caso, el hecho de que hubiesen pasado más de 15 años del trágico suceso que allí ocurrió, favoreció la compra. 
Y es que en esta mansión de 6.100 metros cuadrados, 10 habitaciones, 11 baños, una piscina de mosaicos con incrustaciones en oro, un observatorio astronómico, un jardín barroco con esculturas y techos recubiertos con frescos mitológicos situada en el número 1116 la calle Ocean Drive de Miami Beach, el 15 de julio de 1997, poco antes de las nueve horas de la mañana, sería asesinado el diseñador Gianni Versace. Aquella mañana se dispuso a abrir la verja de su ostentosa vivienda cuando un joven se le acercó y le disparó al menos dos veces en la nuca, tiñendo de sangre la entrada de la mansión.
El autor del crimen, Andrew Cunanan, un hombre que se prostituía con clientes homosexuales ricos y que fue acusado de otros dos asesinatos, se suicidó nueve días después en un yate. El asesino terminó con su vida con la misma pistola utilizada en el crimen del diseñador italiano.
La casa Casuarina se puso en 1997 a la venta por 19 millones de dólares y no fue comprada hasta el año 2000 por el magnate de las telecomunicaciones, Peter Loftin, con la intención de convertirla en un lujoso hotel manteniendo el diseño de la casa. El proyectó fracasó y con la quiebra, en 2012, salió a subasta. 
Un inmueble para refugiados: la casa del ‘Monstruo de Amstetten”.
Otra de las posibilidades que se barajan en casos en los que volver a ocupar una vivienda se torna imposible, es transformar su uso. Es el caso de la casa del ‘Monstruo de Amstetten’ así se ha decidido. Será un inmueble para recibir a refugiados. 
El caso se remonta a abril 2008, cuando la Policía austriaca liberaba a Elisabeth Fritzl, una mujer que había vivido una auténtica pesadilla al haber permanecido recluida durante 24 años en el sótano de su domicilio situado en la localidad austriaca de Amstetten, en el Estado federado de Baja Austria. El responsable de su cautiverio y múltiples violaciones era su propio padre, Josef Fritzl.
Durante su cautiverio, Elisabeth fue sometida a más de 3.000 violaciones y tuvo siete hijos que a la vez serian nietos del que sería conocido como el ‘Monstruo de Amstetten’. Y todo salió a la luz en abril de 2008, cuando uno de los hijos enfermó y debió ser hospitalizado. Los responsables del centro médico querían conocer a la madre, de quien no había noticias. Finalmente, Fritzl le permitió que fuera a visitarlo, pero esto llamó la atención de la policía, que comenzó a investigar más en profundidad. En 2009, Fritzl fue sentenciado a pasar el resto de sus días en prisión por el secuestro, violación e incesto de su hija Elisabeth y la muerte de uno de los hijos/nietos que engendró durante el secuestro. Josef intentó escribir sus memorias en prisión, pero los responsables de la misma le prohibieron la escritura de cualquier tipo de nota con este objetivo, evitando así que pueda obtener beneficio económico de lo que motivó su ingreso entre rejas. 
La casa se puso a la venta tras su detención, pero ante la imposibilidad de traspasarla se decidió convertirlo en un hogar para los refugiados. Se transformó un espacio que acogió años de horror en un espacio de esperanza. Aquellos que entren a vivir en esta vivienda serán convenientemente informados de lo que sucedió entre las paredes de la casa del ‘Monstruo de Amstetten’.
Nueva propietaria, la propia víctima: La lujosa casa de Strasshof
La mañana del 2 de marzo de 1998, una niña de 10 años llamada Natascha Kampusch, caminaba sola hacia su escuela en el distrito vienés de Donaustadt. Siguiendo sus pasos, sin que ella se percatase, una camioneta blanca de la que saldría Wolfgang Priklopil, su captor.
Natascha pasó ocho años y medio encerrada en un cuarto subterráneo, sin ventanas ni luz natural, aislada del mundo exterior de una lujosa casa de Strasshof. Natascha se convirtió así en parte de la fantasía enfermiza de un psicópata al que no comprendía. Cuando Kampusch contaba ya con 18 años consideró que había llegado el momento de enfrentarse a su secuestrador a vida o muerte y el 23 de agosto de 2006, cuando Priklopi la dejó sola en el jardín en uno de los pocos momentos en los que salía de su zulo, Kampusch aprovechó para huir saltando la verja y pedir ayuda. Piklopil, ante la fuga de Natascha, se confesó ante un amigo y, tras hacerlo, se colocó sobre las vías del tren y se suicidó.
La justicia le cedió a Natascha Kampusch la casa en la que vivió junto a su secuestrador durante ocho años como compensación. Una casa en la que Kampusch se mantiene como propietaria para evitar que el lugar se convierta en un punto de peregrinaje para turistas macabros.
Un chollo inmobiliario en Londres: La casa de Dennis Nilsen
En el 23D de la calle Cranley Gardens, en Londres, se vende un bonito edificio eduardiano por 367.000,00 dólares. Una ganga a tenor de los altos precios del resto de las propiedades colindantes. Un precio que esconde en su interior, por lo menos, nueve asesinatos de su antiguo propietario, Dennis Nilsen.
El asesino se aprovechaba de jóvenes sin hogar ofreciéndoles comida gratis y alcohol. Una vez en la casa, los estrangulaba y los guardaba en su apartamento. Sin embargo, un día, una pareja de recién casados que acababa de alquilar un apartamento en el mismo edificio que Nilsen, llamó a un fontanero para que desatascara un desagüe del inmueble del que emanaba un desagradable olor. El fontanero descubrió la razón del hedor, restos humanos.
Nilsen fue arrestado después de que los investigadores entraran en la propiedad. El asesino confesaría a la policía en qué partes de la propiedad encontrarían restos, agregando que había matado a 15 ó 16 personas desde 1978.
El agente inmobiliario de la propiedad sigue buscando un comprador que se preocupe por el futuro y olvide el pasado.
Apariencia de normalidad y venta dos décadas después: La casa de los crimenes de la ‘familia’
El 8 de agosto de 1969, se cometería el crimen más brutal perpetrado por la ‘familia’, la secta liderada por uno de los criminales más infames y mediáticos del Siglo XX, Charles Manson. Las víctimas: la sensual y embarazada actriz, Sharon Tate, esposa del cineasta Roman Polanski; Jay Sebring, Voytek Frykowski, Abigal Folger y Earl Parent, de 18 años, quien por casualidad había ido a visitar al cuidador de la residencia.
Manson había impartido la orden de exterminar a todos los “cerdos” que hallaran dentro de aquella mansión situada en Beberly Hills. Charles ‘Tex’ Watson y tres miembros femeninos del clan –Susan Atkins, Patricia Krewinkel y Leslie Van Houten- fueron los autores materiales de la masacre. La sangre de sus víctimas sirvió como pintura para que los homicidas pintaran en las paredes frases como “Muerte a los cerdos” y “Alzaos”, a modo de mensaje para incitar a la comunidad negra a un levantamiento masivo y violento contra los blancos.
El brutal hecho no arrugó a Polanski, quien decidió seguir viviendo en la casa donde se cometieron los atroces crímenes ordenados por Manson. Ofreció así un ambiente de aparente normalidad a la casa que, sumado al tiempo que había pasado de tal hecho cuando la puso a la venta, propició que dos décadas después de aquello la traspasase al precio fijado por el mercado.
FUENTE: Texto publicado por Martín Hernández y J.A. Hernández en el mes de julio/agosto de 2017 en la revista Onemagazine

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