“15” es el resultado de un anhelo y la consecución del sueño que tenían Los Cinco de Murcia consigo mismos y con sus seguidores (ayer llenaron la Sala Ocho y Medio de Madrid). Aunque “15” no es sólo eso, porque una vez convertido en una materialidad sonora, se ha transformado en una realidad rica, plena y llena de matices, que tanto ellos como sus fans, suponían que existía, pero no de esta forma tan arrebatadora. Además, y sobre todo, “15” es un punto de encuentro; de ellos con su música, de sus seguidores con su grupo, y de los amantes de la música con las notas que salen de unas manos y una voz que te reconcilian con tus sueños. Dice el refrán que hay que tener cuidado con los deseos, porque corres el riesgo de que se cumplan. Aquí el riesgo es otro, el de sumergirte en el lago de las melodías de Second; un espacio repleto de canciones hipnóticas, maduras y originales. Esa es una de sus grandes bazas, la percepción de que Sean Frutos escribe letras desde la madurez más exquisita, y que el resto del grupo las adorna con unas notas musicales que se apoderan de aquellos que las escuchan. Ese es el secreto de esta pócima que, a medida que pasa el tiempo, arrastra a más y más gente (ayer llegaron a Madrid muchos fans desde Canarias). La otra gran baza de Los Cinco de Murcia es esa, la comunión con sus fans, que convierten muchas de sus canciones en verdaderos himnos, cantando en a capela y saltando al ritmo de unas notas, que ayer convirtieron a la Sala Ocho y Medio de Madrid en un karaoke colectivo donde las almas de los unos y de los otros remaban al unísono y en la misma dirección. Imagino que Sean, Jorge, Nando, Fran y Javi verán zarandeados sus sentimientos y su corazón cuando reciben este tsunami de entusiasmo que, como una campana, nos anuncia que: “todo está bien, todo está bien”.
Mañana es domingo fue el pistoletazo de salida que nos anunciaba el principio de la carrera. Preparados, listo, ¡ya!: y todo se convirtió en un plácido y enigmático viaje. Demasiado soñadores, Muérdeme y En pequeñas cosas, fueron las siguientes estaciones del viaje para llegar hasta Rincón exquisito, la excusa que andaba buscando Sean para ponerse de rodillas y agradecerle a su público el entusiasmo y el esfuerzo por llegar hasta allí: el templo de las emociones. Pero no contentos con eso, nos regalaron una versión algo distinta de El eterno aspirante, porque ese es otro de los secretos de Second, el no repetirse en sus conciertos e intentar ofrecer versiones distintas de su grandes canciones y El eterno aspirante lo es. Sin duda, la más lograda hasta el momento.
Psicopático fue uno de esos momentos que convirtieron al recinto que les cobijaba en una gran discoteca repleta de saltos y giros a lo pogo, que dio paso a dos canciones que normalmente no forman parte de su repertorio, por lo que se agradece escuchar en directo. De Buenos Aires y Aquella fotografía nos daban ese momento dulce en el que poder mirarnos los unos a los otros, y tocarnos, para comprender, que aquello no era un sueño, sino la más pura realidad, y que ellos eran Second, y nosotros éramos nosotros con nuestros amigos, con nuestros Second-friends o con nuestras novias, mujeres, maridos o hermanos, configurando lo que se ha dado en llamar como La Gran Familia Second (en este momento siempre me acuerdo de los padres de Sean y de los concierto compartidos en la Joy Eslava).
N.A.D.A fue otro de los grandes momentos de la noche. Una pantalla gigante nos invitaba a correr por el interior del túnel donde está grabado el vídeo de la canción. La cámara avanzaba lentamente, pero siempre bajo la brillante luz de unas notas musicales que nos impedían detenernos, porque íbamos corriendo buscando el final de ese túnel, pero a la vez, víctimas de nuestras contradicciones, queríamos que nunca se acabara, porque necesitábamos más. Esta versión más pausada de N.A.D.A fue sin duda uno de los momentos para recordar, al que sólo le faltaron los mecheros encendidos entre el público (perdón por un momento me trasladé a la década de los ochenta cuando en esa misma sala antes llamada Zona Madrid vi a China Crisis o Inmaculate Fools), pero tampoco nos importó, porque cuando empezaron a sonar las notas de Autodestructivos y todos los asistentes con los brazos en alto transformaron la Sala Ocho y Medio en el karaoke más colectivo y universal que uno puede imaginar, ya no nos hacían falta. Altos y bajos, grandes y pequeños, chicos y chicas, todos juntos saltando, bailando y cantando mientras en vídeo Los Cinco de Murcia vestidos de blanco nuclear y muy en plan Beatles hacían de testigos visuales del momento. Y llegó lo que tenía que llegar, esa versión oscura y apoteósica de Second llamada Watching the moon, himno donde los haya, porque esta canción tiene magia, te empuja, te envuelve y te invita a viajar, a marcharte, y te hace sentirte capaz de ir hasta el fin del mundo (otro de los momentazos de la noche).
El primer bis culminó las expectativas de todos y comenzó con la atmosférica Más suerte, un prodigio de canción, que se mueve como pez en el agua en los medios tiempos que los señores de Second plasman con gran maestría. Una fuente de inspiración que nos llevó hasta A las 10, donde la musicalidad de las guitarras nos hicieron recordar que todavía estábamos en una nube, por el intenso eco que nos producían en los sentidos. Y de ahí fuimos en volandas hasta Tu alrededor con Sean entre el público invitando a cantar al personal y con la novedad de Nando y Javi también en el patio de butacas entre los asistentes, que como los toreros que salen por la puerta grande, fueron izados a hombros por sus más entusiastas seguidores. Lo que sin mucho esfuerzo nos llevó hasta el segundo y definitivo bis con Rodamos, punto y final de un concierto intenso y memorable.
P.D.: los Cinco de Murcia amenazan con volver con nuevo disco en primavera. A nosotros no nos queda más que decir que ahí estaremos, esperando. Continuará…
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.