Revista Psicología

Secretos de la emergencia psiquiátrica

Por Lizardo

Secretos de la emergencia psiquiátrica
Un médico rotante en nuestro humilde Departamento se acerca un buen día, cariacontecido y hambriento de sabiduría, a solicitar que le develemos los arcanos de la Emergencia Psiquiátrica.
- Vea, Doctor -le decimos- el secreto es que la Emergencia Psiquiátrica no tiene secretos...
Y ante su pasmo, le palmeamos el hombro y continuamos, desacralizantes:
- Fíjese, cuando Ud. ha tenido un sinsabor, una cuita o un pesar que le desborda el alma, y ha rumiado ideas suicidas al borde del más negro abismo, y ha estado a punto de quemar sus naves para cubrirse con dichas cenizas sus cabellos, y el manantial de lágrimas se ha vertido por dentro de Ud. mismo como un remolino inacabable,  ¿qué ha hecho entonces, Ud.? ¿Ha acudido, por desventura, a una emergencia psiquiátrica?
- No, por supuesto, pero... 
- ¿Cómo se ha calmado entonces Ud.?
- Bueno, erb, mmm, no sé... Hablando con un amigo, ¿no? Conversando sobre mis problemas...
- Ajá, muy bien, ¿ya ve? Y a lo mejor también llorando, derramando unas lágrimas, llorar en el hombro de un amigo es un bálsamo, eh. Pero además, tras un día de perros, de agotamiento y fatigas mil, qué es lo mínimo que uno espera y suele despejarnos...
- Es claro, dormir, dormir siempre es refrescante y a mí me encanta hacerlo. 
- ¿Y comer no, acaso? Ya se sabe: barriga llena, corazón contento. Haga la prueba: un día que estén enfurruñados su pareja y Ud. y ninguno dé a torcer su brazo para amistarse, coman algo y verán cómo el rencor se diluye y el amor nuevamente fluye...

Ya en este momento el colega ha cerrado su libreta de apuntes y, dándose cuenta de que aparentemente vamos en plan de joda, se ha repantigado un poquitín sobre su silla:
- Claro, también a uno le calma el acto sexual o echarse unos buenos tragos, es obvio, mi estimado Doctor, -le decimos- pero eso no podemos implementarlo aún en nuestra emergencia, je, je. Pero fíjese, lo demás sí lo hacemos, el usuario (da más caché llamarlo así que paciente, ¿no?) llega y conversamos con él, y muchas veces llora, desde luego; si no basta para su sosiego, usamos fármacos y duerme, duerme, y cuando despierta le brindamos alimentos. Luego lo reevaluamos y muchas veces está ya en condiciones de seguir tratamiento ambulatorio, claro que sí. Esto no quiere decir que la emergencia psiquiátrica sea absolutamente innecesaria, no es eso, pero simplemente sucede que lo que hacemos no guarda mayor misterio en cuanto a neurotrasmisores o epigenética; tal vez sí se requiera alguna práctica y ponderación de riesgos, seguramente, Doctor, seguramente, pero al final en nuestro Departamento tales pretendidos misterios psiquiátricos no sean sino el simple y diminuto misterio de lo humano, ¿no?

Acto seguido, le explicamos al colega que en nuestro servicio las mañanas son de "psiquiatría" y las tardes son de "salud mental", y lo incitamos a que vaya a almorzar y tenga una buena sobremesa y luego, por qué no, al cine a ver una buena película, y después...
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