En el nuevo ajedrez europeo, el Duque de Medinaceli acabará siendo sustituido por un nuevo valido en el cargo, el Conde de Oropesa. Una vez se produzca el cambio del impopular duque de Medinaceli, principalmente debido a su política fiscal, subirá al cargo el mejor dotado hasta el momento para las necesidades que se venían buscando, aunque en aquellos días se fragua una intriga en torno al hijo y sucesor del duque, Luis Francisco, debido a la acusación que pesará sobre él de espía de los ingleses y alta traición, y que le llevará a prisión. Sin embargo, ¿qué es lo que ocurrió para que semejante suceso tuviese lugar?
A la muerte de Carlos II, España está dividida ideológicamente, de manera que en el norte se inclinan más por las políticas aliadas de las potencias emergentes anglo-holandesas, mientras en el sur aceptan de alguna manera la entrada del soberano francés. Tras la Guerra de Holanda, Francia presume que para hacer triunfar su política expansionista ha de tejer buenas relaciones con la nación vecina, pero desea hacerlo a espaldas de Inglaterra que acecha en la sombra, intentando beneficiarse de la guerra entre las dos naciones rivales, tanto en sentido económico, como geográfico y de acceso al trono español.
El Duque de Medinaceli goza en su patrimonio de posesiones tanto en el norte de la península ibérica, como en el centro de Castilla y en la Baja Andalucía, aunque hace años que su vida transcurre en su palacio de Madrid. Cuando se desplaza al resto de los territorios que posee, lo hace por razones de asuntos de negocios o política familiar, y sus visitas al sur suelen ser bastante esporádicas. Al mismo tiempo, sus territorios del norte entran por algunos límites en el reino de Aragón, afín al archiduque Carlos de Austria, enfrentada a Francia abiertamente, y por tanto coincide con sus ideales, por lo que le conviene conservar estas posesiones porque son bastante ricas y de mayor extensión que las del sur, amén del apoyo que su titulo tiene como noble en España y en Europa, sobretodo teniendo en cuenta que Aragón protegerá y apoyará su influencia.
En la zona costera de Andalucía, nace la idea de asimilarse a la corona real, motivo por el cual el duque perderá sin remedio el condado de El Puerto de Santa María, que su familia viene ostentando desde el año 1306, suceso que finalmente tendrá lugar en 1729, además de que el contrabando, los pleitos con el Concejo y la competencia comercial con los Cargadores a Indias, no hacen tan viables estos territorios como cabría suponer, y ello podría ser una de las razones que empujan al duque a considerar más importante, relativamente, el patrimonio centro y norte que el del sur, en los que se persona solamente de vez en cuando, para pasar algunos veranos en su residencia del Palacio Pilatos de Sevilla, para después volver a Madrid.
En los rincones ocultos de los palacios y los lechos de las amantes, se cocinan planes y proyectos secretos, en los que sus protagonistas están moviendo los hilos de la Historia; alguno de esos rincones debió ser el palacio ducal de los Medinaceli en Madrid, cuyo representante decide, frente a la carrera de Inglaterra por superar a los holandeses y con el fin de cumplir con la primera, proceder a informar a los ingleses de la tregua secreta que Francia proyecta pactar con las Provincias Unidas, supuestamente para atraerse la simpatía de éstos, atacando al mismo tiempo la economía de las islas en el comercio de la lana, que compite con los tejidos holandeses y las sedas venecianas, tanto en Europa como en el Nuevo Mundo. De este modo, el duque atenta igualmente contra Francia, cuya hegemonía no apoya el aristócrata en absoluto.
Al llevar a cabo este hecho, el duque está en cierto modo traicionando a Francia, cuyo rey es el abuelo del monarca español, Felipe V, aliado familiar de la nación vecina, y cuyos intereses se ven enseguida perjudicados al comprometerle con los holandeses, que han confiado en la negociación, perdiendo paralelamente la ventaja de ese secreto con Inglaterra, pues esto le permite a la nación anglosajona adelantarse a los acontecimientos, como ocurrirá de manera efectiva en los pasos que ésta va a dar en relación al comercio con China, o al tratar de sustituir a los holandeses en las colonias que éstos mantienen en la India, y que tienden a desplazar a Francia del escenario económico y geográfico, tanto en las Antillas, como en las líneas comerciales italianas y orientales.
Aquella traición no pasó desapercibida al rey español, y fue descubierta, lo que tuvo como consecuencia el apresamiento del duque de Medinaceli y su posterior encarcelamiento en el alcázar de Segovia, para ser después trasladado a Pamplona, donde morirá en prisión en 1711, sin poder arreglar la herencia de sus títulos, que pasarán por línea de sucesión a su sobrino, Nicolás Fernández de Córdoba y de la Cerda, IX marqués de Priego y VII de Montalbán, evitando que su propia sangre continúe ostentando el ducado de Medinaceli.
Al final, podemos ver que el joven duque corrió la misma suerte que el monarca al que se supone que deseaba combatir en sus decisiones políticas, Carlos II, pudiendo afirmarse que la ironía del destino es un depredador que acecha escondido en lo más profundo de un bosque, y que saldrá de su nido, en algún momento, para hacer carnaza entre sus elegidos, tal como ha venido siendo desde la memoria de los tiempos.