Este mes se han cumplido 64 años desde que George Orwell publicara su visionario “1984”. Es uno de esos libros que marcaron su adolescencia y que ha regalado mil veces porque enseñan, educan. Y las cosas buenas hay que compartirlas. Conceptos que, como periodista, le aterran: “gran hermano”, “policía del pensamiento”, “ministerio de la verdad” y que, como persona, le paralizan, y que continúan estando vigentes hoy en día. Entre todos, se queda con “la habitación 101”, esa habitación en la que el sistema conoce tan a fondo a sus ciudadanos que identifica a la perfección los miedos más íntimos de cada cual y les tortura, si son díscolos, enfrentándoles contra sí mismos. Todos guardan, guardamos, al menos un secreto. Y éste suele ser bastante feo.
¿Se imaginan, por ejemplo, que el Estado pudiera leer sus privados de Facebook? Más de uno ha palidecido. Pues bien. 64 años después, la novela distópica de Orwell se ha convertido, de nuevo, en el súper ventas de la semana en Estados Unidos.
El gigante Amazon, ha registrado esta misma semana un pico de ventas tal que se ha visto obligado a informar que sólo quedaban 8 ejemplares en stock. ¿El motivo? La entrevista del ex trabajador dela CÍA, Edward Snowden, en la que desvelaba aquello que muchos intuíamos: que Estados Unidos espía a todo el mundo. No sólo a sus ciudadanos. El programa Prisma de intercepción de comunicaciones –telefónicas y vía Internet- va más allá.
La pérdida de libertades tras el 11-S ha sido pasmosa. Pero las declaraciones de Obama al respecto, acojonan. “No se puede tener 100% de privacidad y el 100% de seguridad”, dice. Perfecto. El Gran Hermano global resucita en aras de la seguridad para preservar, paradójicamente, la libertad.
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