Seicho MatsumotoEs un escritor japonés nacido en 1909 en Kitakyushu y fallecido en 1992. Su obra es muy amplia y comprende no sólo ficción sino también novelas históricas y fácticas (de no-ficción). Ha gozado en su país de mucha popularidad y simpatía, siendo varias de sus creaciones llevadas al cine. En Kitakyushu (Fukuoka) donde nació existe un Museo Conmemorativo a él dedicado.
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Japón durante los años cincuentaPara comprender mejor estas dos novelas hay que tener muy presente la situación de Japón durante los años cincuenta del siglo XX que es cuando se sitúan las tramas de ambos relatos. Es un Japón en reconstrucción, ocupado hasta 1952 por los vencedores de la IIª Guerra Mundial (USA especialmente) y que a finales de los cincuenta se encuentra reelaborando su propia cultura social y política. El choque cultural (sociedad occidental vs sociedad oriental; y Japón feudal vs Nuevo Japón) es visible en estas dos novelas. Los investigadores de los crímenes que suceden en estas historias han de tener en consideración los valores, antiguos y nuevos, a fin de desentrañar las motivaciones que mueven a los personajes: el concepto antiguo del Honor, el puesto de la mujer en una sociedad bastante machista como la japonesa...; pero también el nuevo papel de la mujer joven japonesa que desea ponerse a nivel con el del hombre, o el nuevo dios en que el dinero se ha convertido tras la derrota y lo que ello conlleva.
Novela negraLas dos novelas pertenecen al género de novela negra sin duda alguna, pues en ambas, además de la investigación en pos del culpable o culpables de los crímenes, se dibuja:
- El funcionamiento íntimo de la sociedad japonesa con sus corruptelas que no paran en barras llegando incluso hasta el asesinato.
- Junto a la desnudez de los entresijos administrativos y empresariales japoneses el autor muestra otra intimidad más personal, la de las relaciones interpersonales. En este sentido vemos una sociedad aún muy instalada en comportamientos tradicionales como la total sumisión de las mujeres a los hombres en el ámbito familiar o de los subordinados a sus superiores en el laboral.
" —Voy a cenar —anunció Jutaro, dejando en la mesa la copa vacía. —Enseguida voy —dijo ella. Dejó de coser para servirle la cena, pero enseguida retomó sus quehaceres. Mientras manejaba la aguja, esperaba a que su marido terminara el arroz para rellenarle el cuenco." ("El expreso de Tokio", pág. 26)
- También, como no puede ser menos en una novela negra que se precie aparece el componente erótico. El mismo está más presente en la segunda novela que en la primera en la que sólo se insinúa, mientras que en la publicada en 1961 se muestra de manera más explícita
"Estoy enamorada de usted —anunció la muchacha, al mismo tiempo que sujetaba un mechón de su pelo canoso entre los dedos, le presionaba la cabeza contra la colcha y le lamía con fruición los labios, la nariz, los ojos, las mejillas y todo lo que su lengua encontraba a su paso. Sus labios mordían, y parecía que fuera a arrancarle la piel con los dientes—. Siempre le he querido." ("La chica de Kyushu", pág. 206)
- La figura del investigador que con meticulosidad y sin desmayo repasa una y otra vez los elementos del suceso a fin de encontrar ese cabo suelto del que tirar con fortuna.
- El cosmopolitismo típico de la novela negra americana de la que sin duda Matsumoto es deudor se percibe aquí: Tokio, el tráfago del tráfico, el mundo nocturno, las chicas que trabajan en los locales de ocio, el alcohol...
La historiaEn pleno mes de enero los cadáveres de Kenichi Sayama, subdirector de un ministerio y el de Toki, una camarera del restaurante Koyuki de Tokio aparecen muertos en una playa de la isla de Kyushu en un aparente doble suicidio. El caso parece claro para la policía local aunque el policía más veterano de la localidad, el inspector Torigai, no las tiene todas consigo a pesar de los testimonios de las compañeras de la joven muerta, Yaeko y Tomiko, que dicen haberla visto en la estación de tren de Tokio junto a un hombre. A Torigai no le cuadra la aparición de los cadáveres de unos supuestos amantes en una playa a muchos kilómetros de Tokio. Por sí mismo en principio y luego en compañía del inspector Mihara enviado específicamente desde la capital para investigar el caso al estar implicado el muerto en un caso de corrupción ocurrido en su ministerio, Torigai empieza a indagar.
Muchas cosas me han gustado de esta narración de poco más de 200 páginas (160 en el formato de ebook en que lo he leído). Una de ellas sin duda es la belleza del lenguaje que a veces aparece en el relato (en la versión española el mérito hay que repartirlo entre el autor y Marina Bornas, su traductora). Esta belleza se percibe especialmente cuando se contrapone el mundo japonés antiguo, desaparecido o en vías de ello, al nuevo Japón nacido tras la derrota en la II Guerra Mundial:
"Ototomo No Tabito, el gobernador de Dazai, se encontraba descansando en ese lugar cuando recitó: ¡Ah! Los niños que en la ensenada de Kashii se mojan las blancas mangas cogiendo algas por la mañana. (Manyoshu, sexto tomo) Sin embargo, el crudo realismo de nuestra época no permite comprender la sensibilidad lírica de las antiguas dinastías." ("El expreso de Tokio", pág. 12)El sentido del Honor que preside la vida de estos hombres y mujeres japoneses es una muestra de esos valores tradicionales que en los tiempos nuevos comienzan a desaparecer. Ese Honor me ha recordado bastante al que existiera aquí en España durante el Siglo de Oro. Estamos ante el salto del comportamiento privado a la esfera pública. Cuando tal cosa sucede la persona queda mancillada y en su mentalidad sólo cabe darse muerte para repararlo. Por eso la policía considera resueltas las dos muertes, por el deshonor del funcionario implicado en un asunto de corrupción.
Uno de los aspectos que más me han sorprendido -y agradado- de esta lectura ha sido observar cómo el novelista introduce la utilización de planos, dibujos y esquemas dentro de la narración verbal. Es un recurso literario habitual desde que John dos Passos en "Manhattan Transfer" y otros autores en algunas de sus obras le diesen carta de naturaleza. Ahora mismo vienen a mi memoria "El prinicipito" de Antoine de Saint d'Exupery o la mismísima Agatha Christie (señal inequívoca de que ya su uso era aceptado por el lector) en la última novela que hace nada he leído de ella, "La muerte visita al dentista" [leer reseña aquí].
Muy llamativo también es la precisión total que hay en el relato respecto a los tiempos. Una precisión temporal referida a la duración de la investigación desde que aparecieron los cadáveres a mediados del mes de enero hasta que la misma se da por concluida a finales del mes de agosto. El novelista insiste reiteradamente en el pautado temporal ("Ya han pasado tres meses desde que nos conocimos en Hakata.", "Ahora, en cambio, estamos en pleno mes de mayo.", "Han pasado seis meses desde que escuché sus suposiciones en la playa de Kashii,", etc.).
En especial el meollo de este relato, titulado significativamente "El expreso de Tokio", reside en las referencias a los tiempos de paso, paradas, salidas y llegadas a las distintas estaciones de los trenes que recorren Japón de punta a punta. Esta meticulosidad en los tiempos ferroviarios cumple una importante función en la resolución del caso.
Por último, y esto creo que puede considerarse como característico del hacer novela negra de Matsumoto, está la imposibilidad de encontrar pruebas suficientes que permitan atribuir a determinados personajes de la vida política del país la culpabilidad que todos sabemos tienen pero que ellos se han ocupado de ocultar y lo han conseguido. El sentimiento de frustración que tal constatación supone es total.
"La chica de Kyushu" (Kiri no Hata)La novela apareció en Japón en 1961 y ha sido publicada en español por vez primera, también por Libros del Asteroide, en 2017.
La historiaKiriko Yanagida, una humilde mecanógrafa, se desplaza desde Kyushu a Tokio para pedir al prestigioso abogado penalista Kinzo Otsuka que se encargue de la defensa de su hermano acusado de asesinato. Todas las pruebas están en su contra; sólo la inteligencia de Otsuka podría salvarle, pero el abogado no la atiende, a pesar de llevar en ocasiones casos gratuitamente, porque ha quedado para jugar al golf con la hermosa Michiko Kono, dueña de un restaurante en Ginza. A pesar de la insistencia de Kiriko, Otsuka se muestra inflexible aduciendo ante ella la imposibilidad de la muchacha de hacer frente a los elevados honorarios de su bufete. Desconsolada y advirtiéndole muy enojada al abogado que por su causa su hermano podría morir, Kiriko abandona Tokio y vuelve a Kyushu.
El azar cumple en este relato, como por otra parte en la vida de cualquiera de nosotros, un importante papel. Cuando pasado el tiempo, Kinzo Otsuka conozca a través de Keichi Abe, un periodista que trabaja en una prestigiosa revista, que el hermano de Kiriko fue condenado y murió en prisión por causas naturales, se lamentará y se pondrá a investigar el caso aunque ya fuera de plazo. Es consciente de que podría haberlo salvado ("La joven había tenido mala suerte. Si hubiera venido en otro momento, probablemente él habría escuchado el resumen del caso y le habría encargado a uno de sus empleados que lo investigara.", pág. 52). Azarosamente también el joven periodista había escuchado a la joven hablar por teléfono con el abogado y por ello se había interesado por el caso. Y del mismo modo, por casualidad, Abe reencontrará a Kiriko convertida en camarera de un bar de Tokio un día que acompañó a unos amigos a tomar algo. Todo es fruto de la suerte. Incluso las pruebas incriminatorias contra el hermano de Kiriko, un profesor muy querido y preocupado por sus alumnos, son circunstanciales pero imposibles de contradecir.
La novela se lee con agrado y es imposible perderse en ella gracias a las frecuentes reiteraciones de los datos de la investigación, de las incontables veces que los investigadores (el abogado Otsuka, el periodista Abe y los policías (el comisario Otsubo y el inspector Ueda) repasan en su memoria o sobre el papel los pormenores de los sucesos.
También en este relato el Honor preside el comportamiento de algunos de los personajes, en especial de Masao Yanagida, el profesor hermano de la protagonista, cuyas actuaciones incriminatorias se debieron al deseo de mantener limpio su honor.La nobleza, aunque con resultados no deseados, del comportamiento de este personaje se contrapone con otras actuaciones de diversos personajes movidos exclusivamente por la maldad y/o por el egoísmo.
Este sentido del Honor es resto del Japón tradicional que pervive junto a otros comportamientos típicos del denominado Japón feudal. Me refiero en este sentido a la relación entre hombres y mujeres en las que siempre se respira un componente de erotismo o sensualidad. El decoro, la moralidad japonesa de siempre, respeta la virginidad femenina y las acciones no deben dar pábulo a la sospecha. Por ello un personaje reflexiona sobre "lo insensato que era visitar a una joven soltera en su casa de madrugada" pero la vorágine de la acción le llevará a incurrir en tal insensatez con resultados que aquí no puedo decir.
Lo que es evidente es que en Japón, en esos años del siglo XX (a finales de los 50 e inicios de los 60), la tradición en las relaciones humanas y en especial dentro de la institución matrimonial era la que marcaba las pautas de comportamiento. A Otsuka y Michiko, jóvenes exitosos japoneses que se encuentran comiendo en un restaurante de Tokio, les sorprende muchísimo el comportamiento de un matrimonio norteamericano que está en el establecimiento con sus hijos pequeños. El choque entre la cultura antigua (Japón feudal) y la nueva (el Nuevo Japón) es más que evidente
"Desde el punto de vista japonés, llamaba la atención que la mujer estuviera tranquilamente sentada mientras el marido se ocupaba solo de los niños." (pág. 76)Muy interesante también es la crítica que el autor hace sobre lo injusto que es un sistema judicial del que siempre sale mejor librado quien tiene dinero suficiente para contratar un buen despacho de abogados. Matsumoto pone el dedo en la llaga al presentarnos la muerte de un hombre inocente que no pudo demostrar su no culpabilidad por falta de medios económicos. ¿Es justo esto? Naturalmente que no. Y desgraciadamente tampoco es algo exclusivo de Japón, es universal, en cualquier lugar sucede. De nuevo, pues, la pregunta inútil: ¿Es justo esto?. No, rotundamente, no. Y por ello este relato adquiere la condición de clásico, por su alcance universal e intemporal.
ConclusiónLo primero que me interesó al comenzar a leer "La chica de Kyushu" era ver si los investigadores del asunto eran los mismos que en la otra novela por eso de si estaba ante una serie de relatos con unos personajes centrales fijos. No, no estamos ante una serie sino ante dos narraciones distintas, aunque, como he dicho ya varias veces, comparten muchos elementos (choque cultural, relaciones hombres-mujeres, sentido del Honor...).
Si bien "El expreso de Tokio" fue un éxito de ventas en Japón convirtiéndose inmediatamente en un auténtico best-seller y "La chica de Kyushu" no tanto, sin embargo, en mi opinión, la historia que Matsumoto presenta en esta segunda novela es más compleja, con más ramificaciones, y con un desarrollo psicológico mayor de los personajes. Pero ambas novelas me han gustado mucho y considero que son dos lecturas muy recomendables.
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Datos del libro
Autor: SEICHO MATSUMOTO
Título: “El expreso de Tokio”
Nº de páginas: 220 págs.
Encuadernación: Papel
Editorial: Libros del Asteroide)
Lengua: CASTELLANO
ISBN-13: 978-8415625544
Precio:
En papel: 17,05€
Ebook: 8,54€
Datos del libro
Autor: SEICHO MATSUMOTO
Título: “La chica de Kyushu”
Nº de páginas: 264 págs.
Encuadernación: Papel
Editorial: Libros del Asteroide (22 / 5 / 2017)
Lengua: CASTELLANO
ASIN: B072BY7LMS
Precio:
> En papel: 17,05€
Ebook: 10,44€