Revista Cultura y Ocio
Aunque los caracteres de Constantino y Majencio tenían muy poca afinidad entre ellos, su situación e interés eran los mismos; y la prudencia parecía exigir que unieran sus fuerzas contra el enemigo común. A pesar de la superioridad de su edad y dignidad, el infatigable Maximian pasó los Alpes y, cortejando una entrevista personal con el soberano de la Galia, llevó consigo a su hija Fausta como prenda de la nueva alianza. El matrimonio se celebró en Arles con todas las circunstancias de magnificencia; y el antiguo colega de Diocleciano, que volvió a afirmar su derecho al imperio occidental, confirió a su yerno el título de Augusto. Al consentir en recibir ese honor de Maximian, Constantino parecía abrazar la causa de Roma y del Senado; pero sus profesiones eran ambiguas y su asistencia lenta e ineficaz. Consideró con atención la competencia inminente entre los maestros de Italia y el emperador de Oriente, y estaba dispuesto a consultar su propia seguridad o ambición en caso de guerra.24
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