Revista Deportes

Seis mulos seis

Por Antoniodiaz
Seis mulos seis
La mula Francis con un artista en el plató. Esta escena se repite cada tarde en los toros.
Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. Feria de San Isidro. Segunda de feria. Casi lleno. Toros de José Luis Pereda - La Dehesilla para Leandro, Morenito de Aranda e Iván Fandiño.
Los toros de Pereda, mansos como bellacos en huída. La antítesis del toro bravo. Una moruchada en toda regla. Cabe preguntarse cuál es el criterio de selección del ganadero en la tienta. Si escoge por guapura, por durabilidad, toreabilidad, movilidad, suavidad y todas esas fruslerías inventadas por los modernos para describir al toro bobalicón, ése que es tiranizado por los millonarios que se visten de luces. Con esta clase de ganaderos, que de bovinos entienden lo mismo que yo de ganchillo y punto de cruz, siempre me asalta una maliciosa duda. Si criando bravos, o procurándolo, le salen mansos, ¿qué pasaría si se mete a criador de moruchos? ¿le empezarían a salir bastonitos y beladores? Desconozco si existe una asociación o federación española de ganado mular, pero si existiera, desde aquí le pedimos que inicien sus pesquisas e investigaciones y lleven a cabo la certificación y autentificación de la ganadería de Pereda como pura raza mular propia.
Poca cosa pudo hacer Leandro ante la mezquindad para embestir de sus antagonistas. Quizás le faltó algo de pericia, viendo como iba la corrida, no debió someter de inicio en la faena al cuarto,
que se acojonó, literalmente, cuando lo inquietaron un poco. Con su primero anduvo por allí, con pocas ganas y menos colocación. Un tanto apático, se aplomó como el tiempo el torero pucelano.
Morenito de Aranda ha sido víctima del nuevo método que se lleva este año en Las Ventas para dar orejas. El método del deshojamiento de la margarita: hoy se dan, mañana no, pasado sí, al otro no... Suponemos que será por aquello de buscar un equilibrio entre la prevención del altercado de orden público y el prestigio de la plaza. El caso es que hoy no tocaba y no se la dieron, con justicia, pues la cosa no fue para tanto. Mató por arriba y se llevó una desagradable voltereta. Le puso lo que se supone que tienen que ponerle los toreros en mayo en Madrid, lo cuál lo dignifica, pero no lo eleva a los altares de la tauromaquia. Entre la cogida y la muerte del burdégano dio una cantidad de pases despegados, pero con mucho brío que le daban un falso interés a la obra. La sangre manchando la cara, el gesto torcido por el dolor del torero y las ganas de querer ver algo hicieron que una parte minoritaria de la plaza viera algo que no llegó a suceder. Excesiva la vuelta al ruedo.
No es de buen torero, ni de matador recto, el disparate y vía crucis en que ha convertido Fandiño la suerte suprema. Existen patrones bien definidos para la muerte del toro, todo está inventado. En todos los ámbitos de la vida es tan malo el no llegar como el pasarse, y esto no iba a ser una excepción. Es nefasta pretensión querer tocar pelo a base de tremendismo
y quijotadas. Por lo demás, no ha sido su mejor tarde, ni mucho menos, ha estado más espeso que de costumbre, perfilero y muy simplón. Los toreros también son personas, y tienen sus días, - me cuenta uno en el bar - pero por mucho que mi compañero de abrevadero me venga con su filosofía de la logse a exculpar a Fandiño, a mi no me cabe en la cabeza que un tío acostumbrado a vérselas en corridas duras no sea capaz de colocarse en el sitio y ponérsela a un par de bueyes rocieros.

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