Queda una semana para que arranque el Mundial de Brasil y, seguro que en este campeonato, vuelve a surgir una selección que enamore y que cale hondo en el aficionado. Suelen ser equipos de segunda fila, de ésos que no cuentan para ganar el torneo pero que, por su juego, se ganan la simpatía de los seguidores.
Roger Milla, líder de la histórica Camerún
Soy de la generación de Naranjito y, lógicamente, mis recuerdos mundialistas comienzan en Italia’90. En ese Mundial, la selección que cautivó a la mayoría de aficionados fue la de Camerún. Los leones indomables dieron la campanada muy pronto. En el partido inaugural, los africanos se enfrentaron en San Siro a la Argentina de Maradona, que venía de alzar la copa cuatro años antes. Camerún ganó por 1-0. Consiguieron pasar a Octavos como primeros de su grupo y eliminaron en esa ronda a la Colombia de Valderrama, Freddy Rincón e Higuita gracias a dos goles del histórico Roger Milla. La selección camerunesa fue derrotada en Cuartos por Inglaterra. Los ingleses sufrieron de lo lindo y lograron forzar la prórroga a seis minutos del final gracias a un penalti transformado por Lineker. De esa misma manera, ya en el tiempo extra, consiguieron la victoria dejando eliminada al conjunto africano.
Bulgaria dejó a Alemania fuera
Cuatro años después, el combinado nacional de Bulgaria fue, desde mi punto de vista, el equipo revelación. La selección de Stoichkov, Letchkov, Balakov e Ivanov, que llegaba a Estados Unidos tras eliminar en la fase de clasificación a Francia, venció a Argentina en la fase de grupos en el último partido de Maradona con la selección albiceleste, eliminó en los penaltis a México en Octavos y pasó a Semifinales al derrotar a la campeona del anterior Mundial: la Alemania de Klinsmann, Matthäus, Effenberg y Sammer entre otros. Un genial Roberto Baggio impidió a los búlgaros el pase a la Final.
Croacia cogió el testigo de Bulgaria en Francia’98. Los croatas debutaban en un Mundial y lo hicieron logrando un tercer puesto inesperado. Como Camerún y Bulgaria, la selección balcánica coincidió con Argentina en la fase de grupos, pasando a Octavos como segunda clasificada. Tras eliminar a Rumanía, le dieron un baile antológico a Alemania. Suker, Boban, Prosinecki, Jarni, Vlaovic…la selección croata era un equipazo al que solo la anfitriona separó de la Final. Davor Suker fue el máximo goleador de aquel Mundial.
Turquía, a base de esfuerzo y juego en equipo, logró ser la sorpresa del Mundial de 2002
Del Mundial de 2002, me niego a elegir, por razones obvias, a Corea del Sur como equipo bonito y llamativo. Los “robos” ante Italia en Octavos y, dolorosamente, ante España en Cuartos, me impiden escoger a los coreanos del sur como equipo alternativo de ese campeonato. Me quedaré con la Turquía de Hakan Sükür, Bastürk, Rüstü y Hasan Sas. Los turcos, tras eliminar a Japón y Senegal, disputaron una bonita Semifinal ante Brasil, que venció por la mínima gracias a un gol de Ronaldo.
La Copa del Mundo de 2006 en Alemania fue muy poco sorpresiva y romántica. Si acaso, me quedaré, por reseñar algo, con el debut mundialista de Trinidad y Tobago, Angola, Costa de Marfil, Togo, Ucrania y Ghana. A esta última selección si hay que destacarla en el Mundial de Sudáfrica en 2010. Los ghaneses se quedaron a un paso de las Semifinales. En el minuto 120 de partido, Gyan falló un penalti cometido por Luis Suárez. El uruguayo impidió con una parada con las manos el gol ghanés. La jugada le salió bien al charrúa, ya que su equipo terminó imponiéndose en la tanda de penaltis, privando a Ghana de convertirse en la primera selección africana semifinalista de una Copa del Mundo.A ver qué nos depara el campeonato que está por comenzar. Colombia, Bélgica o Bosnia pueden ser los candidatos más fiables para ser el equipo revelación. Pero no se confíen porque, seguramente, saldrá otra selección inesperada que llegará al corazón de los aficionados. Veremos.
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Pablo Caballero Payan
Apasionado del fútbol y Bético por encima de todas las cosas. Continuamente pendiente de la actualidad del club verdiblanco, disfruto y sufro con las alegrías y sinsabores del Betis. Ser Bético es real como la vida misma, ya que uno aprende a levantarse tras continuas caídas. Y ahí está la verdadera fuerza del Betis: en sobrevivir a los contratiempos.Últimos artículos de Pablo Caballero Payan (ver todos)
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