Revista Religión

Semana Santa: El Domingo de Ramos

Por Santos

20100329010628-wramosi2.jpg

La Semana Santa tiene signos y pautas en la liturgia que, lamentablemente quedan oscurecidos o simplemente no se realizan. Me choca ver como tradiciones locales reemplazan a los ritos ordenados por el misal, o (peor aún) como se omiten en virtud de la brevedad, o las machaconas excusas de "aquí nunca se ha hecho", "la gente se cansa", "no lo van a entender"... Veo con pena también como se inventan canciones con letras simplonas con tal de que la música sea movida, cuando el misal trae salmos y cánticos que desde hace años esperan a que los interpreten. No es así en todos lados, pero es lo general. Y ojo, que soy defensor de las tradiciones locales, pero un poco de orden y sentido común no vendrían mal.

El misal pone textos bellísimos, salmos y cánticos para acompañar la bendición de los ramos. Uno de ellos es el "Pueri hebraeorum", que duerme en la inopia del abandono. Creo que el hecho que fuere cantado sería un signo, pequeño, pero visible, de la unidad de la liturgia en toda la Iglesia. Otra cosa que apena en algunos sitios es la bendición de los ramos mientras los fieles los sostenemos levantados (bendecirlos todos en un puñado sobre una mesa, sin necesidad, es un gesto pobre), el signo de pasar entre los fieles asperjando es antiquísmo en la liturgia y recuerda, entre otras cosas, el paso de Dios por medio de su pueblo.

Otro rito, marcado por el misal, es la procesión, que ya desde el siglo V marca que debe hacerse de una iglesia menor a una mayor si hay la posibilidad (seamos sinceros, si se quiere la hay). Aquí también el misal pone salmos que expresan precisamente eso, el caminar, el ponerse en marcha, el júbilo. Serán muy bonitos, espectaculares y todo lo que se quiera, pero los tambores y los bombos no tienen nada que ver con ello, además de acallar las voces, que son las que deben oírse.

Al llegar a la iglesia mayor, esta debe estar cerrada, y allí se entonaría el salmo 23 "¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la Gloria". Esto de cerrada... vamos, ni por asomo, ya la mitad de la gente estará dentro guardando sitio, calentando el banco... El sentido de la procesión es el movimiento, el acompañar, el traslado... no el "aquí me quedo para no perder el sitio". Es todo un signo esto también: de creer que tenemos asegurado el asiento en la Casa del Padre.

El Domingo de Ramos tiene un interesante desarrollo, que va, desde la alegría, hasta la sobriedad de la tristeza. La Semana comienza con júbilo (a pesar de los bombos), bruscamente se le da la nota de tristeza y tragedia, siempre esperanzadas, para terminar llena de júbilo otra vez, por la Resurrección. Esta nota de cambio brusco se da al terminar la procesión y comenzar la misa, ya que todo es lineal, y debería ser a continuación, sin rupturas ni espacios de tiempo que pierdan el sentido de continuidad.

Al iniciar la misa, el gesto de quitarse el pluvial y ponerse la casulla el sacerdote en el altar (sí, no en la sacristía) indica que la Pasión de Cristo ya comienza. Y el gesto más notable es que la Pasión se lee sin la introducción "El Señor esté con vosotros...", ni el "Lectura del Evangelio según...", no se inciensa el Evangeliario ni se acompaña con cirios (como vi hacer el domingo). Tan trágico es lo que se va a narrar, que toda sobreidad es poca, por eso tampoco el libro es besado al terminar. Son detalles pequeños, pero en conjunto recuerdan la humillación de Jesús.

Ufff, que pesado he estado en este artículo...


Volver a la Portada de Logo Paperblog