"Mendel el de los libros", publicado en 1929, es un relato breve, apenas 57 páginas, pero desde luego no un relato pequeño. En "Mendel el de los libros", Zweig nos cuenta la historia con precisión y con la exquisita sensibilidad de que siempre hace gala. No sobra nada, ni las más mínima descripción u observación. Cada detalle, cada matiz, todo forma parte de lo que Zweig consideraba la esencia.
"Si algún arte conozco es el de saber renunciar, pues no lamento que, de 1000 páginas escritas, 800 vayan a parar a la papelera y solo 200 se conservan como quintaesencia".El mundo de Jakob Mendel, extravagante librero de viejo y judío, se circunscribe a la pequeña mesa de la esquina en el café Gluck, en Viena, que le sirve de oficina, y en el que se le puede encontrar día tras día. Allí se dirigen con respeto y cierta veneración todos aquellos que buscan un determinado ejemplar, un libro ya descatalogado o muy antiguo... Mendel apenas levanta la vista de sus catálogos de libros, ajeno a todo lo que sucede a su alrededor, meciéndose en un vaivén hipnotizador.
Todo lo que ocurre le es tan ajeno que apenas percibe los cambios que en Viena está produciendo el estallido de la Primera Guerra Mundial. En 1915 es enviado a un campo de concentración, en el que permanece dos años de profundo sufrimiento, alejado de sus libros y de todo lo que quiere. Y vuelve, pero...
"Mendel ya no era Mendel, como el mundo ya no era el mundo".Y su mundo el café Gluck ya no era el mundo que Mendel conocía y ya nunca más volvería a ser su hogar. Pero aún en su trágico final es el lugar al que vuelve en busca de refugio.
Zweig, en tono desgarrador y con un lenguaje de gran sencillez, concisión y sobriedad, logra un elegante relato antibelicista lleno de humanidad y gran sensibilidad cultural.
Se cierra esta historia con esta magnífica frase,
"Precisamente yo, que debía saber que los libros solo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de la existencia: la fugacidad y el olvido".La fugacidad de la vida de Zweig, como la de todos nosotros, es inevitable. Lo que sí consiguió gracias a sus libros, a libros como éste, fue ganarse un lugar en el corazón y en el recuerdo de sus lectores, que lo harán inolvidable.