Este es un postre ligero y fresco, fácil de hacer y fácil de comer. Esta receta es una de esas recetas antiguas que siempre son bienvenidas. Me la dio hace la friolera de taitantos años mi amiga Elena Korraletxe, la hizo para una de aquellas veladas gastronómicas en las que nos reuníamos los amigos como carpantas (todos éramos estudiantes, de distintas ramas del saber jeje) y cada uno llevaba alguna vianda, y así, sin planearlo, nos encontrábamos con media docena de tartas sobre la mesa y un sin fin de cosas más, lo pasábamos bien y hacíamos risas, arreglábamos el mundo con la valentía y la ingravidez que otorga la juventud, y cocinar, también cocinábamos. A pesar del tiempo pasado y de que, de aquel grupo, por desgracia, no todos seguimos aquí, conservo la receta y sigue triunfando. Gracias Elena, y aprovecho para mandarte un beso grande.
INGREDIENTES
1 lata de piña mediana
6 láminas de gelatina
200 g de azúcar
4 huevos
180 g de nata
El zumo de un limón
Opcional: 4 o 5 sobados dependiendo del tamaño del molde.
MODO DE HACER
1.Poner a remojo las hojas de gelatina en agua fría.
2. Calentar las 3/4 partes del líquido de la lata de piña, una vez caliente mezclar con la
gelatina hidratada, y reservar esta dilución.
3. Hacer un puré con la batidora usando las rodajas de piña , el azúcar y el líquido restante de la lata, no deben
quedar hilos de la piña.
4. Añadir las yemas y el líquido de las gelatina y finalmente
la nata.
5. Montar las claras a punto de nieve.
6. Con mucho cuidado ir añadiendo poco a poco las claras montadas al puré de piña y con movimientos envolventes ir integrándolo.
7. Untar el molde con un poco de grasa, verter el
preparado y meter en la nevera hasta que cuaje.
8. Optativo: si se quiere se puede poner una base de sobados en la parte superior, de forma que al desmoldar queden a modo de base.
9. Se puede servir solo o con un coulis de frutos rojos por ejemplo.
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