Comienza la Seminci’59 con una buena película, “Deux jours, une nuit (Dos días, una noche)”, donde los hermanos Dardenne y Marion Cotillard unen sus fuerzas para plantear al espectador un dilema moral de carácter social: ¿deben unos trabajadores renunciar a sus primas para así salvar el puesto de trabajo de una compañera? ¿por encima de lo legal y justo, cabe una solidaridad humana y laboral? Ella es Sandra, una mujer que sale de una depresión y que ve cómo su despido puede acabar de hundirla definitivamente. Conseguida una segunda votación para dirimir el camino a seguir, dispone de un fin de semana para convencer, con la ayuda de su marido, a cada uno de los afectados y pedirles que voten por su cintinuidad. En esta cinta presente en la Sección Oficial de Cannes, los directores belgas vuelven a llamar a la conciencia del espectador con una historia tristemente cercana, y lo hacen con una narrativa ágil y seca, con cámara al hombro y una mirada honesta y humanista. La sencillez y transparencia de la propuesta, la magnífica interpretación de una expresiva Cotillard, hacen que el reiterativo ir de puerta en puerta con la misma argumentación no se haga pesado sino que transmita toda la complejidad de la situación y que comprendamos a cada personaje. Un buen título para comenzar y una apuesta por la ética personal, con un desenlace que está a la altura de la cinta y de su protagonista.
Si Cotillard sostenía “Dos días, una noche”, Ariane Ascaride hace lo propio con “Les héritiers”, película francesa de Marie-Castille Mention-Schaar proyectada en un pase especial. Ascaride es la profesora de una conflictiva clase de jóvenes de origen multicultural y sin ninguna ilusión ni proyecto. Los problemas de motivación y disciplina arrancan los mejores momentos de la cinta, fresca y dinámica, y promete mucho también por la planificación, montaje e interpretaciones. Pero todo se viene al traste cuando los chavales se domestican o entran en el redil con un concurso sobre los niños y adolescentes enviados a los campos de concentración nazis. Entonces, lo políticamente correcto, la complacencia y los tópicos ganan terreno hasta ofrecernos lo ya visto mil veces y con un tono denunciatorio -y sentimental- que cansa un poco. Menos mal que ahí está Ascaride, y ella salva la película.
Y para terminar el día, otra película francesa, “La historia de Marie Heurtin” de Jean-Pierre Améris, en la línea temática de “El buen salvaje”, también a partir de hechos reales. La joven del título es ciega, sorda y no tiene ninguna educación cuando llega al Instituto de Larnay, cerca de Poitiers, donde las monjas se ocupan de las mujeres sordas. A pesar del escepticismo de la madre superiora, la joven hermana Marguerite se ocupa de ella, le enseña el lenguaje de los signos y todo lo necesario para despertar sentimientos de humanidad. Una película de superación en la adversidad, de paciencia y entrega a una causa, de gran sensibilidad y profundidad en unas profundas relaciones que adquieren enorme potencia en su tramo final. Sin negar la angustia y dolor que produce ver a la joven discapacitada, después el espectador siente el regalo de un alma que ha aprendido a ver de otra forma y que tiene tantas cosas que enseñar. Bien interpretada por Isabelle Carré y Ariana Rivoire, su director da una lección de sensibilidad y paciencia, como Marguerite.
211En las imágenes: Fotogramas de “Dos días, una noche” © 2014 Les Films du Fleuve y Archipel 35. Todos los derechos reservados. De “Les héritiers” © 2014. A Contracorriente Films. Todos los derechos reservados. De “La historia de Marie Heurtin” © 2014. A Contracorriente Films. Todos los derechos reservados.
Publicado el 18 octubre, 2014 | Categoría: Año 2014, Opinión, Seminci
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