Los árboles me envían señales. Y, además, causalmente, llevo la cámara de fotos encima cuando se muestran.
Son mensajes positivos por lo que me es fácil creérmelos y creerme, también, que son presagio de tiempos mejores.
Lo sé. Estoy a un par de fotos más, de vestirme con una túnica e irme a pasear por los bosques.
Hace un tiempo, fotografié un árbol sonriente.


Ahora, el mensaje me lo envía un olivo, el símbolo de la concordia por excelencia.

Un corazón leñoso y robusto en su tronco.

