Hace algunos días, tuve que llevar el coche a cambiarle el calcero (palabra que usamos en donde vivo que incluye todo tipo de zapatos), y aproveché para dar una vuelta por el río Gállego. Alucinado me quedé. No sé qué ocurre pero tras estas últimas riadas alguien se ha vuelto loco. Antes de la EXPO2008, se cambió el chip de lo que se hacía en los ríos y se retiraron los encauzamientos que constreñían al río Gállego y que en el pasado lo convirtieron no en un canal, que es lo que sería si bajase agua, sino en una cloaca, ya que en época de estiaje casi todo el líquido que baja es lo que vierte la factoría papelera de Torras en Montañana.
Desde entonces, con la retirada de los encauzamientos, el río intenta volver a ser un río, pero no sin dificultades debido al profundo encajamiento del cauce provocado por el abuso de la extracción de gravas y los dragados en la desembocadura que remontan el cauce hacia arriba. Recuerdo tener doce o catorce años cuando bajaba casi a diario con mi padre a pasear por lo que quedaba del río y ver las máquinas sacando la grava directamente del cauce con agua. Se podían ver barbos enormes que las máquinas sacaban con la grava, tal era el desconcierto de los peces. Todavía no me explico cómo podía suceder esto, pero me imagino que sería al dejar el río convertido en una sucesión de pozas donde quedaban atrapados los peces sin salida y que de ahí los sacaría la pala al tiempo que las gravas. Aún recuerdo, sería ya con 17 años la tarde que fuimos a merendar al último grupo de chopos negros que quedaban y nuestra estupefacción al comprobar que ya no estaban. Ni un solo árbol quedaba en las orillas.
El ayuntamiento de Zaragoza, por medio de su unidad de montes, instaló viveros de planta autóctona y recuperaron los sotos de ribera a lo largo del río. Muchos años de trabajo cuyo resultado es sorprendente. Árboles y arbustos con un impresionante aspecto de naturalidad. De hecho, si no se conoce la historia se tiene la sensación de pasear por un soto natural. Las últimas repoblaciones se hicieron en Montañana, donde yo vivo. Hoy mis hijos pueden ver un río con más árboles que cuando lo conocí yo. Aún así, el turbulento pasado del río se adivina en algunos lugares donde asoman los escombros que se arrojaron durante décadas a las orillas del río. Con la Expo se construyeron muchas infraestructuras. Se trabajó a lo largo de las riberas y se construyeron caminos y senderos que son muy frecuentados. Es tan estrecha la franja de bosque a lo largo de nuestros ríos, (el Gállego no es una excepción) que todas las infraestructuras se sitúan DENTRO de los ríos y no en sus orillas. Es sorprendente como si empezamos a andar por la “senda verde”, podemos contemplar que se puede hacer el recorrido incluso con silla de ruedas, tal es el nivel de las obras realizadas. Lo que ocurre es que por pocos metros no se puede acceder a esta infraestructura con silla de ruedas, por lo que la razón de semejante gasto no debió de ser esa. Pero esto es lo que ocurre cuando se hace un “festival” especulativo como la EXPO2008.
El inconveniente es que cuando el río viene con caudales mayores, deja estas infraestructuras bajo el agua y se estropean, y en algunos casos, algunas de ellas pueden llegar a desaparecer. Creía que esto estaba claro, y que se asumiría el hecho, pero en estos últimos tiempos la trayectoria de trabajo excelente en las riberas se ha cambiado. Se han vuelto a colocar los encauzamientos. Está claro que en las últimas riadas algunas infraestructuras como son las viviendas, han sufrido daños y que hay que pensar de qué modo se pueden proteger trabajando con el río (no contra el río, ya que no podemos pararlo sin matarlo). Lo más curioso es que estas obras típicas de épocas pasadas, se están haciendo no para proteger viviendas, sino para proteger esas obras que se sabe están dentro del río. Lo más sangrante, es que cuando el río hace lo que se quiere que haga (supongo) que es comportarse como un río y tener un cauce meandriforme divagante, se le construyen defensas para constreñirlo de nuevo.
La obra no tiene desperdicio. Para reparar un tramo de no más de 15-20 metros de esta lujosa senda que además pasa junto a un camino por el que todavía se puede transitar, (foto superior) se realiza un auténtico atentado ecológico. Se opta por un doble impacto brutal. Poner escolleras (que es lo que realmente son aún a pesar de ser construídas con gravas, y estas se hacen con las gravas que el propio río había depositado en el centro del cauce, es decir se hace un mega-dragado del centro del cauce para depositarlo en bandas longitudinales en el exterior de la curva del río protegidas con malla. Una infraestructura que perdurará mucho tiempo en el Gállego y que es justo de la misma naturaleza que las que se quitaron, aunque aquellas se extendían a lo largo de un tramo bastante extenso.
No existe explicación para volver a estas costumbres que ya se deberían haber abandonado. Lo más grave es que para volver a retirar estas defensas ya no habrá otra EXPO 2008 del despilfarro. No creo que el río tenga ocasión de volver a desembarazarse de ellas.
En la otra orilla, se había adecuado un buen camino forestal. En unas riadas anteriores el río cortó el camino en varios puntos, dejando unos agujeros de miedo. A la vista quedaban los restos de escombros de vigas y jácenas que es lo que forma el lecho y riberas de gran parte del río Gállego. Me he acercado a ver esta zona y contemplar a la máquina destruyendo el río desde otro ángulo cuando me he topado con una autopista. Sin palabras. El propio cartel habla por sí mismo. Calle cortada por obras. Y es que es eso, una calle. Es vergonzoso que en un país que ha sufrido lo que ha sufrido por proyectos absurdos en toda su geografía no se haya aprendido absolutamente nada. No sólo es que las obras estén avocadas a su destrucción en otra riada, sino que sabiéndolo se expolien millones de euros del ciudadano en obras que no se adaptan para nada al lugar en el que se hacen.
Es frecuente sin embargo que los ailantos (Ailanthus altissima) proliferen sin control cuajados de frutos a los lados de este camino verde sin que se haya gastado ni un céntimo en erradicarlos. No sé cuántos trabajadores podrían estar dedicándose a eliminarlos aquí o en otros lugares del término municipal con mucha menos inversión y trabajando realmente en preservar el medio ambiente en vez de dedicarse a destruirlo. Quiero recordar que se han catalogado como especies invasoras. Personalmente, con tan poca superficie dedicada a nuestro bosque, prefiero que el lugar se ocupe con planta autóctona que con planta introducida.
Sería también interesante pensar en volver a colocar en su lugar olmos autóctonos e ir sustituyendo a los Ulmus pumila, que personalmente creo que representan un riesgo de invasión similar o mayor que el de los ailantos. No se llegarán a hacer grandes nuestros olmos, pero sí que serán un aporte de plantones para cuando “vengan tiempos mejores”. Se puso de moda la repoblación con esta especie ya que se daba por perdido al olmo autóctono. Los Escolítidos acaban con los olmos cuando estos alcanzan el tamaño adecuado, pero los de aspecto arbustivo no son atacados por ellos. Si no se hubiese introducido el Ulmus pumila, quizá ya habría remitido la enfermedad, pues al ser los olmos autóctonos que quedan de pequeño tamaño, no permiten la reproducción del insecto vector de la grafiosis. La existencia del olmo siberiano permite a los escolítidos mantener unas poblaciones que habrían desaparecido sin duda al no tener donde reproducirse. Sin embargo lo que se hace es empeorar las cosas y tirar el trabajo anterior a la basura. Para destruir el río no hace falta gastar tanto dinero, con dejar que se tiren escombros en las orillas de nuevo es suficiente. No se debería hacer ni lo uno ni lo otro, pero lamentablemente, las obras siguen su curso…