Después de unas vacaciones de verano inolvidables en Tenerife, en casa de mi hermana la Costurilla y con las dos tropas, esta vez fue la familia canaria la que invadió nuestra casa por Navidad. Y, guardando las inevitables y necesarias diferencias con las fastuosas navidades de la infancia, logramos reproducir la locura de familia, algunos platos típicos venezolanos, musiquita caribeña y charlas eternas hasta que el cuerpo aguante. Claro que también hubo tiempo para buscarle a Barcelona su lado más amable para estos dulces invasores, y uno de los destinos que escogimos fue el Turó de la Rovira.
Huída por el Parc del Guinardó
Cuando me agobio mucho de la ciudad y necesito coger algo de aire, me escapó al Parc del Guinardó. Caminado desde casa a buen ritmo puedo estar en sólo 15 minutos en entrada del parque y sumergirme en él por un rato para volver a casa con las energías repuestas. Pero da para mucho más: también es el lugar perfecto para hacer una excursión fácil y sin grandes preparativos con la familia, aprovechando el entorno semi boscoso y todas las aventuras que ofrece. Por ejemplo, te puede llevar hasta los antiguos búnkeres del Turó de la Rovira. Hay menos gente que en el Parc Guell, tiene mejores vistas y es un senderismo light más al alcance de la mano que una escapada a Collserola o al Poblado Ibérico de Puig Castellar, que ya te había recomendado en otro post.
Cómo llegar al Turó de la Rovira
Para entrar al Parc del Guinardó puedes llegar hasta la Plaza Nen de la Rutlla en el bus H6 que viene desde la estación de Fabra i Puig (metro Línea 1) o caminar aproximadamente 500 metros desde la estación Sant Pau (Línea 4). En la entrada del parque hay una sucesión de terrazas con zonas lúdicas para niños, además de un área de mesas perfecta para organizar un buen pícnic e, incluso, una fiesta de cumpleaños. Cuando llegues ahí, aprovecha para reponer agua en las fuentes y sube todas las escaleras sin entretenerte demasiado en los parques, que el paseo apenas comienza.
Sigue siempre subiendo por los senderos y escaleras que te llevan hacia el interior de la montaña y verás una estructura con un canal y un pequeño estanque de agua no potable (¡no la bebas!) bajo la sombra de grandes árboles. Aquí suelen estar perros y sus propietarios jugando en el estanque así que puede que te entretengas un rato con el espectáculo y, si vas con niños, seguro que te constará sacarlos de ahí.
Sal por la derecha de este pequeño espacio en el que nace el canal, sube y sigue hacia tu izquierda. El sendero te llevará en dirección sur y una hermosa vista sobre Barcelona con el mar al fondo se irá abriendo cada vez mas. Si tienes curiosidad y tus peques también, aventúrate en medio de los pinos cuando veas el camino bien marcado pero recuerda que debes seguir siempre subiendo.
Con Barcelona y el mar a tus espaldas, verás en lo alto el Turó de la Rovira. Encontrarás unas escaleras metálicas que, si quieres subir rápidamente, te llevarán primero hacia las casas y, luego, en dirección al Turó. Si no, puedes seguir por el sendero y pasarás por un puente muy amplio que salva todo el foso de la antigua cantera que ahí existió.
Pasado el puente verás las señales a la derecha que te indican que puedes subir hacia el Turó y las Baterías Antiaéreas. ¡Ya has llegado!
El turó de la Rovira
El Turó de la Rovira es probablemente el mejor mirador de Barcelona pero, además, es un lugar cargado de historia que fue restaurado en el 2011 para que visitarlo sea un verdadero viaje en el tiempo. Por la forma en la que domina la ciudad y su vista de 360º sobre el entorno, en tiempos de la guerra civil albergó una batería antiaérea destinada a proteger a la ciudad de los constantes ataques. En una exposición que tiene por sala un antiguo búnker, el cuidadoso trabajo del Museo de Història de Barcelona te explica mediante paneles llenos de fotografías y planos, el pasado de este lugar. Sabrás, por ejemplo, que las estructuras de la batería antiaérea fueron aprovechadas años después para construir las barracas del Barri dels Canons (barrio de los cañones), que formó parte del barrio del Carmel hasta entrados los años 90 del siglo pasado y donde llegaron a vivir unas 600 personas.
Visitarlo es una aventura completa, que te permite zambullirte al mismo tiempo en la naturaleza, en la ciudad y en la historia cercana del entorno. Te lo recomiendo al 100% para un buen día de sol. ¡Y no olvides llevar algo para merendar mientras contemplas Barcelona!