El cauce del río va recorriendo profundas hoces al abrigo del Caroig. Cauce pedregoso que depende del tiempo de lluvias. Casi todo su recorrido es un tajo profundo en paredes verticales donde abundan las cuevas. El tramo más bonito son los Charcos de Quesa donde la naturaleza y la mano del hombre han creado unas piscinas agradables para el baño, una cascada y un área recreativa. Un paraje ideal para disfrutar entre la naturaleza aunque en los meses estivales haya que pagar entrada al dejar el vehículo en el parking.
Quesa es un pequeño pueblo de la comarca del Canal de Navarrés en el interior de Valencia que nos ofrece este interesante rincón en la naturaleza para poder pasar el día. Llegamos a los Charcos de Quesa por un desvio que existe en el mismo pueblo a través de una carretera asfaltada y señalizada de unos siete kilómetros. Dejamos el vehículo en la explanada acondicionada como parking.El área recreativa se encuentra en la orilla izquierda del río. Si vamos en busca de la poza en la que nos apetezca darnos un chapuzón o queremos realizar este pequeño recorrido debemos andar en dirección hacia el puente.
Una vez cruzado, podemos dirigirnos hacia la fuente que tenemos a la derecha o seguir por la pasarela colocada en la pared montañosa. La piscina más amplia es la primera, de color muy característico. Pero nosotros seguimos avanzando hacia otras: Charco de la Bañera, Fuentes, Chorro, Cacerola y Huerta.
Diferentes pozas
En realidad, el río aparece y desaparece entre un cauce pedregoso. Pero las vamos encontrando según vamos ascendiendo. Entre pinos, adelfas y murta subimos con cuidado por un sendero bastante estrecho, invadido de vegetación y con los escalones tallados en la roca. En el cruce, optamos por seguir a la izquierda, hacia el fondo del barranco.
Sendero tallado en la roca
La cascada vista desde el sendero. Charco del Chorro.
La última poza se encuentra en un bonito entorno. Es circular y con una pequeña cascada. Hay que ir con bastante cuidado a la hora de bajar a este rincón. Llama la atención el entorno donde se encuentra. Cuidado con las piedras al pasar entre ellas porque son muy resbaladizas. Este salto de agua cubre una cueva que ofrece un buen cobijo entre gotas vaporizadas.
Si abandonamos esta piscina natural y seguimos ascendiendo llegaremos a una estrecha rambla que se pierde entre zigzagueos. Frondosa vegetación de pinos y carrascas nos observan desde las alturas.
Tramo final de los Charcos de Quesa
Decidimos regresar para desconectar entre los reflejos verdosos de estas aguas transparentes. Desde aquí parrte el sendero PR-CV-203 hacia unas pinturas rupestres y una via ferrata.
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