Revista Cine

Senderos de gloria (Paths of glory, Stanley Kubrick, 1957)

Publicado el 06 julio 2013 por Juanjo85
Senderos de gloria (Paths of glory, Stanley Kubrick, 1957)
Consagración de un grandeSenderos de gloria (Paths of glory, Stanley Kubrick, 1957)
"Los senderos de gloria no conducen más que a la tumba" (Thomas Gray, poeta inglés del siglo XVIII)Senderos de gloria (Paths of glory, Stanley Kubrick, 1957)
Apabullante, demoledor, implacable y brutal alegato antibelicista proveniente de un Stanley Kubrick que no volvería a estos estándares de calidad hasta justamente tres décadas más tarde con La chaqueta metálica (Full metal jacket, 1987), curiosamente una cinta con también mucho antimilitarismo y pese a la notoriedad que adquirieron filmes suyos como 2001. Una odisea en el espacio (2001: a space odyssey, 968) o La naranja mecánica (A clockwork orange, 1971) y la absoluta maravilla que supuso su justamente anterior Atraco perfecto (The killing, 1956).Senderos de gloria (Paths of glory, Stanley Kubrick, 1957)
Senderos de gloria elevó a su autor a la categoría de maestro. Protagonizada por Kirk Douglas (como único primer espada de entre el reparto), supondría el más brutal de los “por qués” al sinsentido de la guerra en sí, da igual de qué tipo o con qué fin. Douglas, en uno de sus papeles más recordados (uno más de este excelente actor), interpreta a un coronel del ejército francés durante la Primera Guerra Mundial que  debe (por órdenes de superiores) ordenar a un batallón, atrincherado ante las ofensivas alemanas, la captura de un miembro importante del ejército alemán. Senderos de gloria (Paths of glory, Stanley Kubrick, 1957)
La misión resulta a todas luces fallida y también suicida (vamos, muerte segura), de modo que varios miembros del pelotón se negarán y serán juzgados por un tribunal militar por cobardía, siendo finalmente ejecutados mediante fusilamiento. El coronel interpretado por Douglas les defenderá en el juicio (prácticamente visto para sentencia desde su inicio), en un caso claro de empatía y en el probablemente mejor fragmento de cine de juicios de la historia. Senderos de gloria (Paths of glory, Stanley Kubrick, 1957)
Kubrick se adentra en la corrupción de las altas esferas de manera brillante (no obstante, los personajes juzgados deben actuar y actúan como cabezas de turco, setting an example…), cuyos miembros son más cobardes que los acusados, dirimiendo sobre la vida y la muerte de personas consideradas por ellos mismos inferiores a ellos, desde amplios despachos y lujos por doquier.Senderos de gloria (Paths of glory, Stanley Kubrick, 1957)
Kubrick ejerce un admirable dominio de la tensión narrativa mezclada con la emotividad que emana un relato de tales características, con el continuo contraste entre la vida lujosa de los veteranos militares y las maltrechas condiciones de los soldados rasos. Además, el director demuestra estos contrastes con muy ingeniosos movimientos de cámara, en un claro y perfecto dominio del lenguaje cinematográfico, además de una maravillosa planificación de la fotografía mezclada con memorables momentos como el trayecto de los soldados, ya sentenciados, al patíbulo.Senderos de gloria (Paths of glory, Stanley Kubrick, 1957)
En esta película la guerra enfrenta, ya no a países, sino a las clases sociales, ejemplificadas en los orondos, viejos y condecorados veteranos frente a los jóvenes soldados que tienen toda la vida por delante y que son mandados a una muerte segura por alguien con seguramente menos experiencia en combate que ellos.Senderos de gloria (Paths of glory, Stanley Kubrick, 1957)
Realmente incómoda de ver por su dureza (pese a que, como cualquier gran película, se pasa volando, ya que por otra parte sólo dura 85 minutos) anotar como curiosidad que estuvo prohibida en Francia hasta 1975 por el durísimo retrato que el film ofrecía de su armada.Senderos de gloria (Paths of glory, Stanley Kubrick, 1957)
Presente en multitud de bibliotecas de, por ejemplo, institutos de secundaria, en un claro ejemplo del carácter (y poder) didáctico de esta obra, junto a, por poner otro ejemplo, Philadelphia (Jonathan Demme, 1993). De una grandeza insuperable, universal y atemporal.

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