Comprimida
en el pequeño balcón, ve los hombres de la calle pasar pensando en los hombres
de antaño, aquellos hombres que abrían y sostenían las puertas para dejar pasar
a las damas. Hay mucho jaleo en la calle porque son las fiestas del barrio. Escucha,
sin mirar, el correteo de la casa, a sus espaldas. Hoy, tras el silencio de
tantos años, vuelve a tener el piso lleno de familiares. Discuten y toman
medidas. Está cansada. No sabe si quedarse un poco más o volver al cementerio
donde esa misma mañana la han enterrado. I.K en este templado enero de 2015