Una joven camina a lo largo de un puente empujando el carrito de su bebé. Mechas azules entre el pelo azabache, tatuajes sobre los huesudos dedos, minifalda de cuero y medias de rejilla que terminan en un par de raídas botas. Se detiene en el punto central mientras un tren pasa raudo a su espalda ejerciendo como cortinilla.
La fría fotografía con el turquesa del mar como fondo torna en calidez amarillenta del sol de la Toscana. Otra dama, rubia, melena larga y vestido señorial, segura de sí misma, recorre la villa como un torbellino sin dejar de dar órdenes a todo el que encuentra a su paso. Dice que su marido ha sido abogado de Berlusconi y que se ha codeado con los Clinton.
Aunque no miente, pronto nos damos cuenta de que se trata de una “huésped” de una institución psiquiátrica que utiliza métodos terapéuticos que tratan al paciente de modo mucho más humano y cercano de lo habitual.
Una, asquerosamente rica, la otra, pobre de solemnidad. De personalidades completamente opuestas, su melancolía y sus momentos depresivos les hacen conectar. El guión aprovecha un guiño a Alguien voló sobre el nido del cuco para hacerles escapar en busca de esa brizna de libertad que les permita volver a respirar. Y en otro homenaje, inician su aventura al igual que Thelma y Louise, en una huida hacia delante que no saben a dónde les llevará.
Valeria Bruni Tedeschi aporta histrionismo a la adinerada Beatrice, Micaela Ramazzotti viste de timidez e introspección el enigmático aura de Donatella. Con ayuda del asesoramiento técnico-científico del que ha echado mano Paolo Virzi han dibujado de forma minuciosa, y con todo el rigor y respeto, la dolencia mental de cada una de estas mujeres.
De inicio, la cinta nos ha dejado francamente desorientados por el tono tragicómico, rayando en lo grotesco (al más puro estilo Fellini),con que se introduce a los personajes y su problemática. Dado que todo esto se prolonga hasta bien avanzado el nudo dramático, nos hemos plantado ante el último giro argumental sin saber con exactitud hacia dónde se dirigía la trama. Ese tipo de comedia pasada de rosca realza el patetismo de la potentada y recrudece la tragedia de su amiga pero, ¿es el adecuado para narrar esta historia?
La duda surge del hecho de que hasta el último acto no nos es posible apreciar la hondura de lo que se nos está contando. El tramo final, un prodigio de sensibilidad, transmite un abrazo al alma de alguien a quien su destrozo interior no le ha dejado avanzar. Un dolor que pasa invariablemente inadvertido por todo el mundo, incluido un sistema sanitario que lo ignora y perpetúa; la dureza de ser convertida en un monstruo por la sociedad debido al acto terrible provocado por la enfermedad. Pero deja un hálito de redención que, además, rescata al resto de la película. Una posibilidad de rehabilitación. Una luz al final del túnel de una vida llena de oscuridad y tristeza. De mucha tristeza.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © Lotus Productions, Manny Films, Rai Cinema. Cortesía de Caramel Films. Reservados todos los derechos.
Locas de Alegría
Dirección: Paolo Virzi
Guión: Paolo Virzi y Francesca Archibugi
Intérpretes: Valeria Bruni Tedeschi, Micaela Ramazzotti, Valentina Carnelutti
Música: Carlo Virzi
Fotografía: Vladan Radovic
Duración: 118 min.
Italia, Francia, 2016
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